3. ¡Ya no soy la Greenie!

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—Anda, dímelo —insistió Ana, de nuevo, siguiendo al muchacho.

—Te dije que no —se negó Minho.

—Por favor —dijo ella de nuevo, alargando la palabra, como si eso pudiera hacerle cambiar de opinión.

—¡¿Cuántas veces te tengo que decir que no, Greenie?! —exclamó el chico, molesto, mientras aceleraba el paso.

Ana suspiró molesta. Ya estaba cansada de que la llamasen "Greenie" o "Greenbean"; a ese paso terminaría olvidándose también de su nombre y se convertiría en una de las judías mágicas de Jack.

Ni si quiera sabía de dónde venían todas esas referencias a unos libros o personajes que tenía en su memoria. No recordaba haberlos leído, pero estaban en su cabeza, igual el saber hablar, escribir o relacionar cosas con ciertas palabras.

—¿Viniendo de mí? Morirás de vejez antes de que yo pare —se burló Ana, acelerando el paso, igual que él—. Solo quiero saber cómo es el Laberinto. ¿Tiene bocas por las paredes que comen personas? ¿Hay alguna enredadera que tenga vida propia y que enganche a la gente para ahogarla? ¿Tienes algún mapa? ¿Cómo se mueve el Laberinto? ¿Es como la idea que tengo yo de una ouija o más bien como hacía la princesa Fiona transformándose en un ogro por la noche?

Minho gruñó y se giró bruscamente hacia ella, parándose, tan de repente, que si Ana no hubiese actuado rápido, se habría chocado con él.

—No. No. No es asunto tuyo. Simplemente cambia. Y,  ¿qué? —dijo el chico contestando a sus preguntas, muy molesto y siguió su camino.

La muchacha, que se había sorprendido por el cambio repentino, reaccionó de nuevo y corrió para alcanzar a Minho otra vez.

— ¡Espera! ¿Encontraste alguna vez un unicornio en el Laberinto? —preguntó ella inocentemente.

El chico quería gritar, pedir ayuda; era más difícil lidiar con ella que con los Grievers. Por lo menos ellos no lo seguían a todas partes.

A Ana todo eso le recordaba el día que había ido con Nick de Tour y las veces que había hablado con Newt para encontrar respuestas; la verdad es que aquellos dos eran sus mejores amigos. También les había hecho preguntas inusuales como: ¿Si estamos encerrados y escalásemos hasta el cielo, chocaríamos con él? ¿Habrá algún botón escondido en la hierba para cambiar la gravedad y poder salir por encima del Laberinto flotando? Hablando de flotar, ¿si practicásemos meditación no podríamos salir de aquí levitando?

Con Newt nunca le había parecido que sus preguntas le molestasen, más bien parecía que encontraba sus ocurrencias divertidas y, aunque Nick había estado visiblemente molesto, no lo exteriorizó tanto como Minho, que, en ese momento, parecía que su único deseo en la vida era conseguir cinta adhesiva para ponérsela en la boca. Diría que, quitando a Gally, Minho era una de las personas más fáciles de irritar del Claro; tal vez por eso le divertía molestarlo.

—¡Maldita sea! ¿No tendrías que estar trabajando, Greenbean? —cuestionó el chico.

—La verdad es que no. Ya terminamos de hacer la comida y Frypan nos dejó un rato libre, así que no tengo nada mejor que hacer que incordiarte con preguntas —explicó ella, encogiéndose de hombros—. ¿Si el Laberinto expulsa una corriente de aire cuando se va a cerrar, tú crees que si soplásemos todos en la dirección contraria no se cerraría?

Maze Runner: La Prueba de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora