18. Decisiones difíciles

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—Shanks, vosotros sabéis y recordáis mejor que nadie —dijo Minho—. Teresa, nunca mantuve en secreto que no me agradabas, pero, de todas maneras, quiero escuchar lo que piensas.

Ana miró a su hermana, cruzándose de brazos. No necesitaba que lo dijera para saber lo que escogería, la conocía demasiado bien.

—Creo que deberíamos hacerlo —dijo Teresa—. Para mí eso es lo correcto. Necesitamos recuperar nuestros recuerdos para entender lo que está pasando y decidir qué vamos a hacer.

—Teresa, yo sé que no eres estúpida. Pero también sé que estás enamorada de CRUEL. No sé qué estás tramando, pero no voy a formar parte de ello —sentenció Thomas.

—Yo tampoco —dijo Minho—. Ellos pueden manipularnos, jugar con nuestras shuck mentes. ¿Y cómo habríamos de saber si nos están devolviendo nuestros propios recuerdos o metiéndonos otros nuevos dentro del cerebro?

Teresa lanzó un suspiro.

—¡Vosotros no entendéis nada! Si ellos pueden controlarnos, si pueden hacer lo que se les ocurra con nosotros, obligarnos a hacer cualquier cosa, entonces, ¿por qué habrían de molestarse con toda esta farsa de ofrecernos la posibilidad de elegir? Además, él dijo que también nos sacarían la parte que les permite dominarnos. Para mí está bien.

—Bueno, de todas maneras yo nunca confié en ti —dijo Minho, sacudiendo lentamente la cabeza—. Y desde luego tampoco en ellos. Estoy con Thomas.

—Teresa —interrumpió Ana, llamando su atención. Era extraño que hubiera estado tan callada—. Sé que quieres escuchar lo que tengan que decir, pero creo que eres tú la que no lo entiende. No hay excusa para lo que nos hicieron, porque podrían haber buscado otras alternativas para encontrar esa cura. Tal vez incluso habríamos colaborado de manera amistosa. ¿Quienes se creen que son para decidir que algunos deben morir por la vida de otros? Decidir sobre la vida y la muerte no es algo a lo que tengamos derecho. Los humanos no deben jugar a ser dioses. Es la peor clase de soberbia.

La razón por la que no había hablado hasta ese momento era que aún seguía un poco sorprendida por lo que le había dicho el Hombre Rata. Había querido hacerle muchas más preguntas, pero cuando había vuelto a abrir la boca para hablar el hombre ya se había ido.

Al salir de sus pensamientos, Ana, se dio cuenta de que Teresa la miraba sorprendida; tal vez porque ella casi nunca hablaba de forma tan seria frente a algo o tal vez porque nunca le había llevado la contraria de forma tan directa.

La hermana mayor terminó negando con la cabeza de forma reprobatoria, pero no dijo nada.

—Annie tiene razón —dijo Newt, que había estado en silencio todo el tiempo—. ¿Y qué pasa con Aris? Teresa, ¿no mencionaste que había estado con vosotros antes de que llegaras al Laberinto? ¿Qué piensa él?

—Voy a preguntarle —dijo Teresa, marchándose, mientras ellos a observaban.

Cuando volvió, el que estuviera de acuerdo con su hermana tampoco le sorprendió tanto a Ana. Había dejado bastante claro que estaba más del lado de CRUEL que los demás.

—Bueno, eso lo define todo —repuso Minho—. Si Aris y Teresa están a favor, yo estoy en contra.

—Como queráis —repuso ella sacudiendo la cabeza, y enseguida se alejó.

Ana quería convencerla de que se pusiera de su lado; no quería que hiciesen daño a su hermana. Sin embargo, tal y como había dejado las cosas, sabía que no haría que cambiara de idea, nunca lo conseguía. Cuando a Teresa se le metía algo en la cabeza, no escuchaba a nadie y Ana empezó a preguntarse si la relación que tenían era recíproca.

Maze Runner: La Prueba de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora