Maze Runner: La Prueba de la Esperanza

22. Cabeza fría; corazón cálido

Ana llamó a la puerta educadamente, esforzándose enormemente por contenerse y ser delicada con el asunto. Por lo tanto no entró hasta que escuchó un "adelante".

Allí estaba, aquella mujer de mirada firme, la esposa de Hans, haciendo la maleta. La chica se mordió el labio, por primera vez en su vida sin saber cómo empezar una conversación.

—¿Querías algo? —preguntó.

—Mm... —Ana buscó en su cabeza desesperadamente hasta que se le ocurrió una idea, que después se daría cuenta de que en realidad sería lo que se le habría ocurrido a Newt—. ¿Necesitas ayuda para empaquetar todo?

—Estoy bien. Pero supongo que un poco de ayuda nunca viene mal —asintió.

La chica se acercó y empezó a recoger con ella. Aún seguía algo trastocada por lo que le había dicho Hans. Al parecer CRUEL sí que le había implantado un dispositivo, que además tendría que haberle provocado telepatía, pero la cosa no había salido como esperaban. En lugar de dejarlo como estaba, su cuerpo había absorbido aquello que le habían implantado y lo había metabolizado. Ahora formaba parte de su cuerpo y, por lo tanto, ni CRUEL ni nadie, salvo ella, podía controlarlo, por lo que tampoco resultaría una amenaza. Según la teoría de Hans su propio cuerpo evolucionaba con el dispositivo, por eso había empezado a meterse en la cabeza de gente con la que al principio no había sido capaz como Brenda y, probablemente, llegaría un momento en el que no solo podría captar pensamientos, sino también transmitirlos.

—Tú amigo despertará pronto. No te preocupes —comentó la mujer, interrumpiendo sus reflexiones, mientras terminaba de doblar una camiseta y la metía en la maleta.

Seguramente había dado la sensación de estar distraída por Thomas, quien aún seguía inconsciente, pero la realidad era muy distinta; en menos de un par de días no solo había descubierto muchas cosas de su pasado, sino que además se había enterado de toda la locura sobre el dispositivo en su cabeza, eso sin contar lo que ya la había tenido preocupada durante un tiempo: el hecho de que Newt tenía el Destello, el que su hermana estuviera del lado de CRUEL y el tener que estar huyendo de esa organización como si fueran Caperucita y el lobo feroz.

—Ya, bueno. No es nada nuevo que Thomas esté inconsciente —comentó, encogiéndose de hombros, mientras cogía una fotografía enmarcada—. Vaya. ¿Sois tú y tu marido?

Ana se había quedado mirando aquella foto, en la que dos personas algo más jóvenes sonreían a la cámara. No había nada de especial, simplemente estaban sentados en un banco, sin embargo había algo en sus miradas que le llamaba la atención.

La mujer sonrió con añoranza y asintió.

—Fue hace ya un tiempo. Ese día cumplíamos diez años de casados —comentó, acerándose y observando la foto con ella.

—¿Cuántos años lleváis juntos? —preguntó Ana, de repente interesada en el tema.

—Veintitrés —respondió la mujer, sonriendo.

La muchacha dio un respingo, sorprendida y a la vez fascinada, antes de volver a hablar.

—¿Cómo lo hicisteis? Ya sabes, aguantar veintitrés años juntos. No debió ser fácil.

—Lo curioso es que hasta yo misma me sorprendí. Nuestra historia no fue precisamente amor a primera vista. Se construyó con los años y la confianza —explicó—. Y, antes de darme cuenta, ya le amaba.

—¿Cómo te diste cuenta? ¿Cómo saber que amas a alguien? ¿Qué es amar realmente? —empezó a preguntar Ana, sin poder contenerse.

La mujer rio, antes de hablar.