21. Denver, el pasado y el presente

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Los recuerdos la habían golpeado bastante fuerte al ver el rostro de aquella mujer, pero la verdad es que no se clarificaban en su mente, es como si a pesar de estarlos recuperando una nube de niebla le hiciera verlos borrosos.

Ahora se encontraba en su habitación o su antigua habitación. Emma, la mujer a la que acababa de empezar a recordar, trataba de explicarle la historia de cómo es que se conocían.

—Eras una niña muy valiente. Siempre lo fuiste, Elia —empezó diciendo la pelirroja, mientras se sentaba a su lado en la cama—. Cuando te encontramos en el bosque solo hablabas de tu hermana y de que querías encontrarla. Mi sobrino, Mike, y yo te cuidamos durante un par de años o más. Pero tú solo querías volver a por tu hermana y por ello era bastante difícil protegerte, hasta que un día ya no pudimos hacerlo. En cuanto te enteraste de dónde estaba Deedee, te escapaste para rescatarla y nos dejaste una nota explicándonoslo todo —dijo Emma, dirigiéndose a una estantería para coger una caja y sacando un trozo de papel de su interior que, posteriormente, le entregó.

Ana cogió la nota temblorosa y la empezó a leerla.


Emma y Mike, he encontrado a Deedee y tengo que ir a buscarla. Siento dejaros así, pero no puedo perder esta oportunidad, sería como perder el tren de Hogwarts. Cuidaos mucho. Y Emma... ¡NO TIRES MIS LIBROS! Estás advertida.

Con cariño,

Elia.


¿Elia? ¿Sería ese su nombre original? ¿Por qué CRUEL le habría puesto Ana?

«Newt me habría llamado Ellie» fue un pensamiento que cruzó por su cabeza, antes de darse cuenta.

La muchacha terminó de leer después de soltar unas pequeñas risas por algunas cosas de las que había escrito. Efectivamente, más que una carta, aquello parecía una simple nota, pero se conocía lo bastante como para saber que nadie más escribiría algo así, por lo que decidió creer a Emma. Si hubiera estado en otras circunstancias tal vez no habría confiado tan rápido en la pelirroja, pero leyendo mentes tampoco es que necesitase muchas explicaciones.

—Sí. No hay nadie tan loco como yo para que haya escrito esto en esta situación —comentó—. Yo nunca perdería el tren de Hogwarts.

Emma rio.

—Siempre fuiste muy simpática —dijo.

Ana se levantó y se dirigió hacia las estanterías como si intentara recordar. Había desde libros hasta películas. La variedad de títulos era infinita: "Jack y las judías mágicas", "Frozen", "Harry Potter", "Charlie y la fábrica de chocolate", "Blancanieves", etc. Ahora que lo pensaba, aquello explicaba por qué no paraba de soltar referencias a libros y a películas. Seguramente CRUEL no le borró aquello, porque no lo consideró necesario.

—¡Qué friki soy! —comentó riendo al ver que había una gran cantidad de ciencia ficción que había allí acumulada.

—Era una manera de mantenerte ocupada para que no salieras disparada cada cinco segundos a ver si encontrabas a tu hermana —explicó Emma, encogiéndose de hombros—. Nunca supe si amabas más la comida o los libros y las películas.

Ana soltó una fuerte carcajada.

—¿Qué puedo decir? Casi que me quedo con "La historia interminable". Ahí puedo irme a Fantasía y desear toda la comida que quiera —rio la muchacha—. Que por cierto no entiendo eso de perder recuerdos. ¿Qué le pasa al Auryn, come recuerdos y caga deseos?

Emma soltó una fuerte carcajada.

—Creo que eso sabrás responderlo mejor tú —dijo la pelirroja y luego se puso seria—. ¿Por qué has vuelto?

Maze Runner: La Prueba de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora