Capítulo 9

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El cielo siempre tenía un tono azul brillante, nubes en las que el sol reflejaba sus rayos y hermosas gaviotas volando por los horizontes. Todo parecía tan perfecto.

-El cielo está triste, Harry.

Esa tarde, el manto celeste se había cubierto por un tono grisáceo; aunque pareciera melancólico y aburrido estar todo el día detrás de una ventana, resultaba agradable disfrutar del silencio.

-Sí, Louis... El cielo está triste- cruzó sus piernas y empezó a golpear con sus dedos el piso. De pronto se sintió incómodo.

-Harry, ¿preguntarte algo, puedo?

-Claro, Lou. Dime lo que sea.

El híbrido nunca pedía permiso para hablar, pero el rizado sabía a la perfección que cuando lo hacía era importante, sin embargo, los nervios se apoderaban de su sistema casi de inmediato. No sabía con certeza lo que su gatito estuviese a punto de decir, o si él tendría una respuesta apropiada a su duda.

-¿De dónde viene ese líquido?- ladeó su cabeza confundido al mirar como el cristal frente a sus ojos empezaba a deslizar gota tras gota de agua.

-El cielo está llorando- soltó con firmeza mientras pasaba una de sus manos por encima de los hombros del castaño.

-¿Cómo puedes saberlo?

Si antes estaba confundido, la respuesta de su rizado le había puesto a pensar demasiado. Nadie le habló sobre un cielo que lloraba.

-El cielo tiene muchos ángeles, la tierra tiene personas que necesitan de ellos para que los cuiden. A veces deciden bajar para ayudarnos y el cielo llora porque pierde a sus habitantes.

-¿Entonces el cielo está llorando porque un ángel está en la tierra?

-Probablemente sí.

-¡Ven, Harry!- se levantó apurado jalando la mano del rizado.
-Necesitamos encontrar al ángel y decirle que vuelva al cielo para que ya no esté triste.

-No podemos, Louis.

-¿Por qué no?- se dejó caer de nuevo en su lugar.

-Porque alguien lo necesita.

"El día que te conocí estabas bajo la lluvia. Una ligera brisa incapaz de mojarnos, pero tenías miedo y yo quise cuidarte; tenía miedo y me ayudaste.

Si el cielo llora por perder a un ángel, debió estar llorando porque el mejor de sus querubines había sido obsequiado para .

No necesitas tener alas ni una túnica de seda bordada, basta la dulzura de tus palabras y el cantar de tu corazón".

-¿En qué piensas, Harry?

-En lo lindo que eres, gatito.

Los niños crecen, y esa es la parte más difícil de la vida. No solo se trata de "aprender de los errores que nos da la vida" sino de luchar todos los días por evitar equivocarnos. A veces un error puede contarnos la vida.

Harry prometió cuidar de Louis y eso es exactamente lo que trataba de conseguir todos los días.

-Pequeños- Anne tocó la puerta de la habitación y el híbrido corrió a abrirle.

-Mami, mami... El cielo está llorando.

-Se llama lluvia... Por cierto, les traje algo para que coman.

-Tengo mucho calor, Hazzie. Ventana, ventana- se empezó a desesperar y a jalar su camisa de una manera rápida.

-No puedo abrir la ventana, gatito. Está llorando el cielo.

-No, Harry... Está lloviendo, no llorando- declaró caminando hacia Louis. -¿Qué pasa, pequeño?

-Calor, aquí- señaló su vientre.

Anne se dispuso a levantar su ropa y pegó un respingo al hacer contacto con lo caliente que estaba su piel.

Estaba asustada, más de lo que creía. Louis, por su parte, no dejaba de moverse, de estar tan inquieto y a punto de echarse a llorar. Ligeros maullidos brotaban de su boca, se removía de lado a lado y entonces Anne decidió que era mejor llevarlo a la cama y ponerle lienzos de agua fría para tratar de calmar el calor corporal que tenía.

Así lo hizo, lo llevó a la cama y le pidió a Harry que intentara calmarlo mientras subía las cosas necesarias. Sin embargo, de nada sirvió. El estómago de Louis seguía caliente, y aunque el niño estaba inquieto, era una actitud controlable.

Preparó el auto y le avisó a los niños que irían con un médico para que lo revisara. Sin duda era algo para nada normal. Salieron con rapidez, se saltó algunas señales de alto y recibió los pitidos de quién sabe cuántos claxons repetidas veces, sin importarle nada continuó su trayecto hasta el hospital más cercano.

-Vamos, niños... Bajen- bajó y dio la vuelta hasta el lugar de Louis. -Pequeño, ya llegamos- no dijo nada. Permitió que la mujer de cabellos negros lo cargara. -No se queden atrás, vayan delante de mi para no perderlos de vista.

-Lou, estarás bien- habló Gemma. Al igual que todos también estaba nerviosa, era raro lo que pasaba y Louis no dejaba de quejarse por el calor intenso que sentía.

-Mami, no dejes sólo a Lou-Lou...- exclamó entre sollozos dirigiéndose a su madre y luego al híbrido: -Te amo, gatito.

Se adentró en el lugar y pidió pasar antes que las demás personas, aunque algunas la hubiesen visto con muecas de desagrado, le dieron el siguiente turno y en cuanto miró a la doctora que la atendería junto al niño empezó a narrar lo que ocurría.

-Estaban viendo la lluvia y de repente dijo que tenía calor, pero su piel está ardiendo, aún más como si fuera fiebre.

-No puedo saber con exactitud lo que ocurre y espero comprenda, pero yo nunca he tratado a un híbrido. Nunca estudié para saber como funciona el sistema de estos, pero un veterinario lo puede ayudar.

-¿Cómo dice?- cuestionó eufórica. -No es un animal, es un niño. Debe haber una respuesta.

-No la estoy ofendiendo ni a usted ni al pequeño, sólo digo que no estoy capacitada para este caso. Y se nota que es grave, así que llevelo con un veterinario, quizá el sepa algo relacionado con su mitad mamífero.

Poco convencida dio las gracias y salió del hospital. Comprendía la postura de la doctora, pero hasta ella sentía incorrecto llevar a su niño con una persona encargada de tratar animales.

-Mucho calor, mucho.

-Tranquilo, gatito. Ya casi llegamos.

Se estacionaron minutos después y repitieron el proceso. Los niños por delante, Anne contando lo que había ocurrido y Louis quejándose del calor, de lo molesto que era eso dentro de él, de la sensación tan desagradable de sus piernas y caderas. Era inexplicable.

El veterinario revisó y miró preocupado a la madre.

-Lamento decir esto, el niño está en su momento.

-¿Qué quiere decir eso?

-Entró en celo.

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