Capítulo 2

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Se encontraban acostados boca abajo en la alfombra de la sala, rodeados de lápices de
colores, pinceles y hojas en blanco. Cada uno tenía una donde dibujaba y un montón de
crayones de cera a los lados.

El propósito que Harry se había puesto para éstas vacaciones era enseñar a Louis la mayoría de cosas que sabía, y justo eso estaba haciendo, le estaba enseñando a dibujar.

-Los árboles son verdes, gatito- dijo en el momento que Louis tomó un color morado para
las hojas del arbusto que dibujó.

-Verdes, tú.

-Sí, como mis ojos- le quitó el color y lo cambió por el verde. -Y el cielo es azul, como los tuyos.

-Azul.

Cada día que pasaba aprendía a decir más palabras. Cuando su dueño dormía, susurraba
cosas como “te amo”, “gracias”, “buenas noches”; sin embargo, habían un millón de palabras que aún no conocía.


-Tú…- se asomó al dibujo que Harry trazaba curioso. -¿Un árbol?

-No, Lou… Es una flor.

-¿Uhm?- frunció el ceño.

-Una rosa roja. Mi papá se las daba a mi mamá y luego le decía te amo- apoyó su carita en sus dos manos. -También se besaban y se abrazaban.

-Te amo, Harr…- abrazó al niño y dió un casto beso en una de sus mejillas.

-Lou- se sonrojó de inmediato.
-Tú no puedes besarme, yo no te he regalado una rosa.

Louis se quedó quieto y avergonzado. Le gustaba abrazar a Harry, oler de cerca su aroma a caramelo, tener bajo su contacto una piel suave y lechosa. Y ahora también le encantaba besar sus rosadas mejillas.

-Tú, lindo.

-También tú eres lindo, gatito- se levantó de su lugar. -Espérame aquí, tú sigue coloreando el
árbol.

El híbrido asintió con un movimiento de orejas y volvió a su dibujo. Seguramente Harry había ido al baño, o a tomar agua, o por más colores, o…

-Louis, cierra tus ojos- el niño obedeció y cubrió con ambas manos su rostro. Harry tenía
una de sus manos detrás de su espalda y con la otra tocó la punta de la nariz del castaño.

-Harr…- pronunció sin tener éxito de nuevo, seguía sin poder decir con exactitud el nombre
de Harry.

-Abre tus ojos.

Frente a él estaba una linda rosa blanca. La sostenía Harry con una sola mano, flexionando
uno de sus pies, y el híbrido cubrió su boca asombrado.

-No es roja, pero se parece a las que papá le daba a mamá- se la tendió. -Ahora sí puedes
besarme.

-Gracias, Harr…- olió la rosa y luego se lanzó a los brazos del mayor, descolgándose y besando su cuello, sus mejillas y su nariz.

Anne era una mujer demasiado buena con él, incluso empezaba a llamarla mamá. Y claramente a ella no le molestaba, le encantaba cuidar de él, hacer feliz a Harry y sentirse menos sola con dos pequeños corriendo todo en día en cada rincón de la casa.

A pesar de que terminaban cansados, Harry siempre le contaba un cuento a Louis antes de dormir, lo cubría con mantas frescas y depositaba un peluche a su lado para que lo cuidase
mientras soñaba.

-El príncipe derrotó al gran dragón con su escudo y la princesa se casó con él tiempo
después.

-¿Beso?

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