Capítulo 12

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¿De qué color es tu vida en estos momentos?
No es como si fuéramos capaces de clasificarla en colores alegres y bonitos para luego meterla en un rincón de trazos oscuros, opacos y sin vida.
La vida no se nos fue prestada para cambiarla cada vez que se nos dé la gana, ni para enterrar lo malo y poner en un trono lo bueno.

Pareciera que somos como las teclas de un piano. Las negras son la tristeza y las blancas la alegría. Sin embargo, las blancas siempre son más, logran reemplazar a las negras con un tono más sonoro; hacen que las negras sólo sean un complemento.

Es así como funciona. Louis, a pesar de ser pequeño, entendía a la perfección cada uno de los giros que daba su entorno. Sabía que no todo era llorar ni todo era reír. Y que para aprender a vivir eran necesarios unos cuantos tropiezos.

El psicólogo que lo atendió durante casi cinco años descartó muchísimas posibilidades para que poco a poco olvidara, o superara sucesos de su pasado que atormentaban su presente. Cada trazo que marcó sobre cada una de las hojas en blanco significó cosas tan precisas que daba miedo descubrir. Las terapias implicaban más cosas de las que pudieron imaginar. El médico diseñó prácticas que Anne llevaría a cabo con su niño para ayudarlo a salir de su círculo, le ayudaron a fortalecerse, a desarrollarse.
De acuerdo con los estudios analíticos que proporcionó el trabajo del psicólogo, sufría de traumas que le provocaban ataques de pánico o ansiedad sin razón. Un ejemplo claro fue el que tuvo aquella noche con la simple mención de la palabra "terror". Otras veces lloraba, unas cuantas estaba demasiado inquieto y todo eso mostraba que sus emociones estaban alteradas y era por eso que las sentía de manera severa.

Con el tiempo logró controlar sus problemas, incluso Anne, Harry y Gemma tomaron terapia a su lado. Ahora era un adolescente pleno, gracias a tantos años de estudio que le fueron otorgados, disfrutaba de su vida y su pasado sólo formaba parte de él sin causarle daño.

"Tengo ganas de construir mi hogar entre tus brazos. Habitarlos por siempre. Acurrucarme en tu pecho y abrazarte hasta que el dolor se vaya de nuestras vidas. Tengo ganas de amarte hasta que Dios decida quitarme la vida. Tengo ganas de quedarme contigo hasta el final".

Ellos se seguían queriendo y Anne nunca lo impidió, mucho menos se interpuso entre ellos. Se dio cuenta del enorme amor que se tenían y sabía que no iba a ganar nada con intentar siquiera separarlos.

Zayn, Niall y Liam seguían siendo sus amigos y los apoyaban en todo. Terminaron la escuela y estaban por entrar a la preparatoria.

Si bien su relación empezó como un juego, se fortalecía conforme pasaban los meses. Nunca pretendieron hacerlo demasiado real, más bien estaban basados en apoyarse, darse amor y cariño; se besaban en pequeños lapsos de tiempo, y cuando estaban a solas sólo se daban ligeras caricias y roces de mejillas tan inocentes que no parecía fueran pareja.

Era un amor maravilloso. No hacía falta mostrarse oficiales y sólidos ante el mundo, bastaba con ser honestos con ellos mismos y eso era lo único que podían demostrar. Aunque no fuera como la mayoría pretendía. Anne y Zayn eran las únicas personas que los habían visto besarse cuando eran niños, pues siempre fueron precavidos después de eso y escondían muy bien los momentos que tenían para demostrarse cuánto se amaban.

El efecto era tan gigantesco y diminuto. Una mirada, una abrazo; cualquier toque significaba mil emociones.

-Ya desayunaron, supongo- habló Anne. -¿Quieren qué les prepare algo ligero?

-Mira, que tonto- señaló Louis la pantalla. Se mostraba una escena donde una chica caía sobre su espalda al chocar contra un muro.

Louis se volvió un chico apuesto. Su cola con ese perfecto pelaje castaño que brillaba tanto como el sol y esa seda aterciopelada que portaba lo hacían tan coqueto que varias veces provocó suspiros en su novio. Igual de apuesto. Sus rizos cada vez estaban más marcados y el tono chocolate de estos no evitaba que Louis quisiera enredarlos en sus dedos todo el tiempo.

-Chicos, les hice una pregunta- habló más fuerte en un pequeño grito y todos voltearon a verle. -¿Ya desayunaron?, ¿les preparo algo?

-Ajá, sí- dijo Gemma. -Prepara algo, mamá.

La mujer sólo se limitó a rodar los ojos y se encaminó a la cocina. Todos siguieron en lo suyo. Harry se recostó sobre el regazo del híbrido y éste empezó a darle deslices por su espalda relajandolo inmediatamente. Se agachó un poco, Harry se dio cuenta y chocaron sus labios sin que Gemma los viera.

-Te amo, ricitos- declaró el híbrido con una sonrisa.

-Y yo a ti, bigotes.

Ignoraron por completo la programación que miraban hace unos minutos y se dedicaron a mirarse y sonreírse por un buen rato.

-Subamos al cuerto, Lou- sugirió el rizado con un puchero -quiero dormir.

-Despertamos hace poco, no puedes dormir cada veinte minutos- suspiró y luego medio rió.

-Por favor, Lou- chilló. -Quiero dormir contigo de nuevo. Después bajamos a desayunar- chantajeó.

-No lo sé- lamió sus labios y lo dudó mientras lograba admirar más los pucheros del rizado.

-Vamos, ¿sí?

-¿Y yo que obtengo a cambio?- cuestionó sonriente.

-No sólo quiero dormir, te tengo una sorpresa.

-Vamos.

Subieron tomados de las manos. Gemma ni se inmutó de que se habían ido. Llegaron arriba y Louis se lanzó contra un sillón, juguetón como siempre. A pesar de que ya había crecido seguía comportándose como el niño travieso, coqueto y juguetón de siempre.

Incluso movía sus caderas de lado a lado cuando se daba cuenta que Harry lo observaba. Porque sabía de sobra cuanto amaba su novio que hiciera eso.
Tenía una aproximación a los 17 y Harry a los 19. Alguna vez preguntó por su cumpleaños y no sabían qué responder. Así que empezaron a festejarlo en Navidad recordando la noche en que lo preguntó.

Harry rebuscó entre su cajón el regalo de Louis y le entregó una pequeña caja sellada con papel azul metálico y un lazo plateado en la parte superior.

-¡Ábrelo!

-No quiero dañar el papel, espera.

-Es sólo papel.

Quitó la cinta y desenvolvió la caja. La abrió y emitió un grito agudo cuando sacó con sus dedos lo que había dentro. No podía creer que Harry le haya comprado eso. Definitivamente no lo asimilaba, ni siquiera podía procesar que eso estuviera entre sus manos.

-¡¿Unas bragas?!

♥♥♥

MarcosElDivergente03

Te adoro, pequeño. Gracias por existir, por apoyar tanto mis escritos como mi vida y mis decisiones. Sabes que eres un niño mega especial para mí, que me importas demasiado y que siempre serás mi diva, mi gatito, mi terroncito de azúcar, mi niño cariñoso, mi bebé, mi cucharadita de miel y todo lo bello de este mundo.

¡Te amo, Marcos!
Gracias por todo. Este capítulo es para ti. ❤

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