Capítulo 2 ☣ El futuro de nuestra generación

670 52 6
                                    

Al otro día por la mañana un hombre abrió la puerta y gritó —«¡arriba pequeñuelos!»

Nos levantamos, nos lavamos la cara y salimos acompañados de aquel hombre que nos había esperado afuera de la habitación. En el camino Gally y yo nos susurrábamos cosas como —«¿a dónde nos lleva, habrá otros niños aquí, iremos con ellos?». Teníamos muchas dudas porque no habíamos visto a ningún otro niño por los pasillos a parte de nosotros dos desde que estábamos ahí. Los dos empezábamos a tenernos confianza, o creo que no teníamos otra opción.

El hombre nos dirigió hacia otra puerta. Esta se encontraba cerrada pero cuando se abrió ambos nos quedamos boquiabiertos. ¡Niños! Montones de niños sentados en silencio comiendo en un gran comedor. Cuando escucharon el ruido de la puerta al abrirse dirigieron todas sus miradas hacia Gally y hacia mí, sus expresiones eran de sorpresa y de una incipiente curiosidad por nosotros los recién llegados. Sin embargo, luego de observarnos por unos segundos la mayoría continuó comiendo. El hombre que nos guiaba nos dijo que podíamos sentarnos en la mesa que quisiéramos. Se marchó después de eso.

Decidimos sentarnos en una mesa donde había cinco niños porque eran una menor cantidad que el resto y parecían más accesibles. Al acercarnos allí las miradas de todo el comedor volvieron a dirigirse hacia nosotros y nos siguieron el paso. Al llegar a la mesa, otro hombre colocó dos platos de comida antes de sentarnos y se marchó sin mediar palabra.

—No entiendo qué sucede aquí, ¿ellos sabrán de qué se trata? —le dije a Gally sin esperar respuesta alguna—. Hola —me dirigí a los niños de nuestra mesa—. Mi nombre es Newt y él es Gally.

—Hola —también saludó Gally y cuatro de los niños nos respondieron con un «hola»—. ¿Cuáles son sus nombres?

—Siéntense de una vez —dijo indiferente el quinto niño. Era de rasgos asiáticos, cabello negro y lacio, estaba sentado de espaldas.

Le hicimos caso y nos sentamos a la mesa a comer en completo silencio. Pasados unos largos segundos que más bien parecieron minutos eternos, el mismo niño odioso de cabello lacio que quedó de mi lado derecho volvió a hablar.

—¿Fui muy grosero? —parecía una pregunta general en lugar de dirigirse directamente a nosotros.

—Claro que sí Ho —le respondió una niña—. Discúlpate con ellos ¿seguro que estudiaste en la escuela?

—¡Claro que estudié!

—Pues no te creo.

—Perdón. A veces pasa eso —aclaró una tercera voz, la de una niña de cabello castaño y grandes ojos azules—. Mi nombre es Teresa. El de ese grosero a tu lado es Minho —escuché a Minho resoplar como un caballo—, ella es Zora; él —dijo señalando a un niño de piel oscura sentado al otro de Zora— es Sigmund, pero le decimos Siggy... es más fácil hehe. Por último, este de aquí... —dijo colocando la mano sobre el hombro del niño, pero él la interrumpió antes de que terminara.

—Soy Thomas.

—Eso mismo, es Thomas —concluyó Teresa.

—¿Y ustedes saben algo sobre porqué estamos aquí? —preguntó Minho tratando de ser más amable con nosotros.

—No, pensábamos que ustedes lo sabrían —le respondí.

—Pues no, ninguno aquí tiene idea.

Al terminar de comer, uno de los guardias nos pidió a todos en el comedor que no nos movieramos de nuestros asientos porque recibiríamos a la Ministra, que quería dirigirnos unas palabras. Entonces todos volteamos la mirada en su dirección y ella empezó a hablar:

—Espero que hayan disfrutado su comida —dijo intentando ser amable, pero se notaba su esfuerzo—. Esta noche reasignaremos a algunos de ustedes a habitaciones diferentes. Ahora, seguramente muchos de ustedes se preguntan por qué están en este lugar, se los diré. Ustedes son el futuro de su generación, de nuestra generación. Lo que cada uno va a hacer es algo enorme que va mucho más allá de lo que yo o estos hombres hayamos podido hacer. Lo poco que han aprendido en sus cortos años de vida no es nada en comparación con las habilidades y la capacidad que podrán desarrollar aquí y sabemos que tienen todo el potencial necesario para hacerlo. Cada uno de ustedes está aquí para ser preparado y quizás puedan hacer amigos entre sus compañeros. Así que esperamos que nos ayuden en nuestra misión, y a cambio de eso no deben preocuparse por nada porque todas sus necesidades estarán bien cubiertas. Entonces, dicho esto, ya pueden irse a sus respectivas habitaciones, los guardias los guiarán.

Ella dijo aquello y se fue sin más. ¿Prepararnos? ¿Acaso era una especie de escuela militar? Todos nos quedamos pensando por unos momentos en lo que había dicho, la verdad ninguno entendía a lo que se refería pero los guardias interrumpieron nuestros pensamientos cuando comenzaron a formarnos para sacarnos del comedor y llevarnos a las habitaciones.

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora