Capítulo 35 ☣ Por fin lo entendí

219 23 1
                                    

—¡Esto es una reverenda estupidez! —Se quejaba Minho.

—Ya lo sé. Gally cree que todo volverá a la normalidad reconstruyendo el Área, pero no es así.

—Y nos dio la tarea más absurda y molesta que pudo ocurrírsele, es obvio que cree que contribuimos con la destrucción del Área.

—Quizás sí.

—Tal vez. Bueno, pensándolo mejor... me alegra que nos diera esta tarea.

—¿Por qué? —Pregunté sin dejar de apilar papeles.

—Porque así podremos estar solos un tiempo y hablar.

—¿Hablar? —Le dije alzando una de mis cejas—. ¿Sobre qué quiere hablar el chico más frío del planeta?

—No digas eso, no soy así. Es sólo que no creo haber aprendido a expresar mis emociones claramente.

—Excusas. No escucho nada más que excusas —intenté bromear.

—No quiero jugar, estoy tratando con todas mis fuerzas de volver a tener una conversación contigo.

—Lo siento Minho, es que quizás no lo sepas pero entre Newt y yo...

—Lo sé —bajó la mirada y noté que entristeció pero intentó ser fuerte, eso me partió el corazón—, Alby me lo dijo cuando entré con él al laberinto.

—Te diré la verdad. Estar contigo me complica mucho las cosas, no sé lo que está sucediendo entre nosotros, y eso me... eso me hace sentir muy mal.

—Pensé que lo querías.

—Sí lo quiero, no me malentiendas, lo quiero muchísimo... pero no es lo mismo. Él ha estado ahí para mí desde el principio, siempre me ha escuchado. Cuando no quiso que fuera una corredora fue porque trataba de protegerme, no porque no creyera en mí, y siempre es tan atento —no pude evitar sonreír, Minho me escuchaba y miraba con mucha atención—... Pero tú no. Tú siempre tan frío, esforzándote por ser tan distante conmigo, tan serio, actuaste tantas veces como si mi presencia te causara molestia y la verdad nunca supe qué hice para ganarme eso.

El silencio que hubo tras mis palabras fue tan profundo que podríamos haber nadado en él, era espeso como agua muy fría y en ese momento ninguno de los dos continuó haciendo lo que se nos había encomendado.

Dejamos todo a un lado, Minho se sentó en una pequeña silla recostado de la pared y yo me quedé de pie frente a él. Sentía dentro de mí que había metido la pata completamente, que había echado todo a perder y así era, ahora nuestra relación no volvería a ser jamás una bonita amistad, ni siquiera una amistad a medias. Quería salir corriendo del lugar, arrojarme a los penitentes para no tener que volver a ver su cara y tener que enfrentar la pena que sentía en ese instante.

—Nunca... jamás me molestaste —dijo luego de eternos segundos de silencio con un evidente quiebre en su voz, como si contuviera las ganas de llorar—. Todo lo hice por ti, pero no supe cómo demostrar lo que sentía. Sólo quería que estuvieras bien, siempre busqué la forma de cuidarte.

—Yo...

—Espera —me interrumpió—. Cuando le rogué a Alby que no vinieras con nosotros al laberinto... ni en un millón de años te habría arriesgado de ese modo. No te menosprecio de ninguna manera, sé que eres fuerte, y valiente, y que tú habrías podido con eso pero yo no... yo no habría podido hacerlo si tú corrías algún riesgo.

—Minho... —dije sosteniendo la voz pero sólo me alcanzó para un pequeño susurro.

—Escucha por favor, si no te lo digo ahora no tendré otra oportunidad. Estaba celoso de Thomas —dijo levantándose de la silla y mirándome directamente a los ojos—. Cuando llegó lo único que hacías era estar a su lado, por eso cuando preguntabas por él yo me tornaba tan irritante. Yo siempre estaba intentando llamar tu atención de alguna manera en medio de todo, pero no me notabas. Ahora veo que entre ustedes solamente hay una gran amistad. Y yo puedo ser de todo un poco sabes: sarcástico, duro, arrogante algunas veces, puedo ser muy bueno fingiendo ser fuerte, pero no contigo... Contigo soy un tonto cobarde, un garlopo con todas sus letras; tú me haces débil, Zora, y todos se han dado cuenta de eso. Cada día dentro de este laberinto no tenía ningún propósito para mí hasta que tú llegaste... A todos nos dicen que CRUEL es bueno pero nunca nos dicen por qué. Un día, uno que parecía de los peores días de mi vida, yo te conocí y por fin lo entendí. Entendí por qué todo esto vale la pena; vale la pena porque pude conocerte, porque lo que sea que estén haciendo te trajo hasta mí, y sé que no es la primera vez... No es la primera vez que me enamoro de ti —sus ojos brillaban quizás por algunas lágrimas que contenía, quizás porque por fin estaba sacando de sí esto que se estuvo guardado por mucho tiempo, pero me miraba ante mis nervios y sonrió, sonrió inocentemente, como si yo tuviera todo el poder sobre él y tomó mis manos—. Eres la única persona que puede hacerme débil y fuerte a la vez, sólo desearía no haber esperado tanto tiempo para decirte todo esto.

Estaba de pie frente a mí, su respiración era acelerada. No quería decírselo pero en ese momento él me tenía en sus manos. Siempre supe de algún modo que él sentía todo esto por mí, sólo que esperaba que tuviera el valor para decírmelo. Ahora yo era la débil, ahora yo no era capaz de moverme, de negarme, de alejarme, quería estar ahí cerca de él.

—Déjame hacer algo antes de que terminemos y volvamos al mundo real —dijo tomando mi rostro con sus manos temblorosas, no se lo impedí, al contrario coloqué mis manos sobre las suyas para mostrarle que yo también quería que pasara.

Él acarició mi rostro suavemente, después acarició mi cuello y mi piel se erizó por completo. Rozó mis labios un par de veces con sus pulgares al subirlos por mi cuello y sonrió, parecía que jugaba hasta que atrajo mi rostro hacia el suyo y nos unimos en un beso que no tengo palabras para describir, fue suave al inicio y luego incrementó su intensidad, fue dulce y se tornó muy apasionado, pero tierno a la vez, era un beso mágico.

Presionó sus labios contra los míos, luego sólo los rozó y después volvió a aumentar la intensidad: me daba y luego me hacía desear más. Rodeé su cuello con una de mis manos y la otra la dejé reposar sobre su pecho, él me acercó más hacia él con su brazo derecho tomándome de la cintura, su otra mano jugaba con mi cabello, enredando sus dedos y soltándolos a medida que nos besábamos... En algún punto nos detuvimos porque las cosas parecían salirse de control, aspiramos un poco de aire y nos miramos, él volvió a acercarse pero esta vez rozó su nariz con la mía y me robó un pequeño beso «—No necesito más tiempo para saber que lo que siento por ti es real. No me importa nada más», dijo.

Después me abrazó con fuerza por varios segundos, aún enredaba sus dedos en mis cabellos. Me apretó escondiendo su rostro en mi cuello, ninguno de los dos quería que aquello acabara. No queríamos volver al mundo real, no queríamos hablar ni despertar de ese sueño.

En ese momento supe que él era la persona indicada para mí, recordaba claramente esos sueños que tuvimos: esos niños, las palabras... Fuimos nosotros desde un principio. Y tenía la intención de que así siguiera siendo.

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora