Capítulo 37 ☣ Parabellum

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Se supone que teníamos un plan pero en realidad no sabíamos cómo resultaría todo al final, con Gally y los suyos como obstáculo.

Mucho antes de caer la tarde, dos de los constructores sacaron a Thomas a rastras del Pozo, y a Teresa la sujetaban de ambos brazos.

Mientras tanto, Gally nos hacía una inspección a Minho y a mí para ver si escondíamos algún mapa pero no pudo encontrar nada, ni en nuestros bolsillos, ni en nuestras mochilas. Había sido una buena idea esconder el más importante atado a mi pierna.

Entonces dirigieron a Thomas y a Teresa hacia la entrada Este para ofrecerlos como sacrificio a los penitentes. La locura de Gally había escalado hasta tal punto que le estaba haciendo creer que de ese modo les ofrecía la paz a las criaturas y que ellas no nos molestarían de nuevo después de eso. Minho seguía aún muy cerca de mí y en un descuido de Gally y los suyos, colocó en mi mano cuidadosamente un pequeño cuchillo que escondió en la parte interna de una de sus botas.

Lo siguiente que supe fue que Thomas había logrado zafarse de sus opresores con unos cuántos golpes, mientras los pocos que nos revelábamos en contra de Gally liberamos a Teresa y tomamos el control de la situación.

Sabíamos que el único camino a seguir era salir del laberinto: no había otro. Tomamos esa decisión y ni siquiera un fortachón como Gally y los suyos lograrían detenernos.

Gally, al ver que no podía doblegarnos ni convencernos de obedecer sus órdenes, decidió quedarse dentro del Área y con él, más de la mitad de los habitantes que estuvieron dispuestos a seguirlo, pero logramos convencer a unos cuantos de que salir era la mejor opción para todos.

Me sentía mal por los que se quedaban, se estaban entregando a los penitentes sin siquiera haber luchado. Se daban por vencidos sin haber dado pelea, pero no podíamos rendirnos con ellos. Nosotros debíamos intentarlo. Era mejor morir en una batalla tratando de alcanzar la libertad, que levantar los brazos en rendición y morir como prisioneros.

Abandonamos el Área para entrar al laberinto; di un último vistazo a lo que dejábamos atrás. Vi los rostros confundidos, sin saber si estaban tomando la decisión correcta al quedarse o no. La mayoría de ellos todavía expresaban dudas pero Gally se adelantó y les ordenó que nadie más saldría del lugar.

Entre nosotros también hubo alguno que preguntó qué haríamos o a dónde iríamos después, mientras Thomas intentaba alentarlos.

—Nosotros conocemos el camino de memoria.

—¿Cómo están tan seguros? ¿Qué tal que hayan olvidado algo?

—Es imposible que los tres olvidemos exactamente el mismo tramo del camino...

—Tenemos un mapa —interrumpí a Thomas—. ¿Con un mapa estarán más tranquilos?

—¡Por supuesto! —exclamó el pobre chico, que se vio aliviado cuando notó que desde la bota de mi pantalón extraía el mapa. Se lo entregué a Sartén como habíamos acordado antes, para que se encargara de guiar al grupo mientras Thomas, Minho, Newt, Winston y yo cubríamos los flancos. Teresa iba en el centro del grupo con Chuck para cuidar de él.

Cuando llegamos a aquella puerta de la que Thomas, Minho y yo habíamos tenido que huir, entendimos la realidad de lo que estábamos viviendo: habían penitentes custodiando la entrada, no sería para nada fácil acceder a ella, y tampoco descubrir lo que debíamos hacer para lograr abrirla sin que ellos notaran nuestra presencia en el lugar.

Minho tomó el control del asunto rápidamente y organizó a todo el grupo para enfrentarnos a los penitentes. Yo me encontraba de pie en medio de él y de Newt, tenía la vida pasándome por la mente, bueno, la poca que lograba recordar, y también esos sueños de cuando era una niña: sueños que sentía como de una vida pasada, pero que al mismo tiempo me resultaban muy cercanos.


NOTA: Se acerca el final de la historia. Restan unos pocos capítulos nada más 😁😁

¡Que la llamarada se siga extendiendo!

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