Prólogo

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—Querida debemos protegerlo, es por su bien.

—¿¡Protegerlo dices!? ¡Lo enviarán al laberinto! Una vez que esté ahí, no volveremos a verlo jamás!

—No podemos quedarnos con él, aquí afuera lo perderemos más rápido. Con el experimento y el paso del tiempo quizás pueda desarrollar inmunidad.

—No sé cómo puedes estar tan tranquilo. ¡Se trata de nuestro hijo! ¿Y si eso nunca pasa... y si...

—Pasará... yo creo en CRUEL. CRUEL es bueno —respondió él como si estuviera programado para decirlo y en ese momento algo en la mente de ella cambió.

—Tienes razón, CRUEL es bueno.

Así fue como los padres de Newt tomaron la decisión de entregarlo a los experimentos de CRUEL. Ellos pensaron que lo estaban protegiendo y que hacían lo mejor para él, pero no sabían a todo lo que ese pequeño niño tendría que enfrentarse.

Dormía tranquilo y ajeno a lo que me rodeaba cuando desperté por el fuerte golpe de la puerta de mi cuarto al abrirse y chocar contra la pared. Unas cinco personas vestidas de blanco y con sus rostros cubiertos por extrañas máscaras entraron a mi habitación, detrás venían mis padres. Estas personas se colocaron alrededor de mi cama y algunas me sujetaron los brazos y las piernas, llenándome de miedo. Veía atemorizado a mis padres esperando que hicieran algo para evitarlo, pero no me ayudaron. Ellos se quedaron recostados del marco de la puerta observando todo. De vez en cuando veía a mamá sobresaltarse e intentar acercarse a mí pero papá la detenía colocándole una mano en el hombro.

—Estará bien —le decía él—, estará bien.

—No estoy segura...

Yo estaba llorando, lloraba como nunca en mi vida lo había hecho. Llorar era lo único que podía hacer en ese momento; llorar era lo más sensato para un niño de siete años. ¿Qué más podía hacer?

—¡Mamá! ¡Papá! —decía en medio del llanto apelando a su sentido de amor paternal, mientras estas cuatro personas me sostenían y la quinta colocaba todo tipo de cables y cosas que desconocía en mi cabeza y mi cuello.

—Quédate tranquilo. No intentes moverte o no será agradable —me dijo uno de ellos.

Sentía pequeños choques eléctricos a los costados de mi cabeza que me fueron nublando la vista poco a poco y luego hacían que me tranquilizara. Ya no lloraba, ahora me preguntaba qué era todo eso, por qué lo hacían, por qué mamá y papá lo permitían.

Cuando quitaron todos esos cables de mí me sentí aliviado. Empecé de nuevo a resistirme con la poca fuerza que me quedaba y a gritar —«¡Mamá! ¡Papá! ¡Ayúdenme!»

Ellos no hacían nada más que observar. En ese momento aunque todo lo hacían en silencio, estas personas empezaron a hablar entre ellos. Recuerdo que la persona que me había colocado todo el cableado encima, tomó una jeringa con un líquido azul y lo introdujo en mis venas. Al paso de los segundos veía raras figuras en mi cabeza y la realidad se había distorsionado ante mis ojos. Todo era borroso, escuchaba hablar a estas personas a mí alrededor y los veía escribir cosas en una carpeta.

—Reacción al miedo y al pánico, normales.

—Sensibilidad y reacción a los estímulos, satisfactoria.

—Prepáralo para el viaje.

—Tranquilo Newton. Estarás bien —me dijo uno de ellos.

Me tomaron y me sacaron de mi habitación en una camilla blanca. Yo veía alrededor sus siluetas como especies de sombras, y escuché la voz de papá decirme —«Tranquilo hijo. Recuerda, CRUEL es bueno»—, mientras mamá lloraba y agitaba su mano en señal de despedida.

—«Estarás bien, Newton. Todo estará bien»—, repitió una de estas personas antes de cerrar la puerta de un tipo de nave en donde me introdujeron. Lo que decía, a pesar de parecer algo bueno, lo hacía sonar como si fuese un engaño. Como si todos ellos me estuvieran mintiendo y en realidad nada estaría bien, como si yo no fuese a estar bien por más que me lo repitieran, y tenía mucho miedo.

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora