Capítulo 33 ☣ Encontramos algo

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Newt fue a hablar con Sartén un momento y luego volvió con dos platos de comida. Los colocó sobre la mesa y se sentó a mi lado sonriéndome, le respondí tímidamente con un gesto. En ese breve instante Minho ya se levantaba de la mesa:

—Bueno... Creo que ya es hora de que lleve a este larcho a su castigo. Vamos, Thomas.

No pasó mucho más esa noche. Thomas cumplió con su tiempo en el Pozo y a la mañana siguiente Minho y yo fuimos a sacarlo para empezar con su pequeño entrenamiento.

—¿Estás listo para correr como nunca en tu vida? —Le dije a Thomas antes de entrar al laberinto y él respondió asintiendo con una ligera sonrisa.

Minho nos dirigió por caminos que eran nuevos para Thomas e incluso para mí: la Zona 7, de donde suponemos que provenía el penitente del cual se extrajo el curioso objeto. Nos explicó algunas cosas sobre el funcionamiento del laberinto en esta zona y las constantes modificaciones de los muros por la noche, todo lo que durante años él y los demás corredores habían logrado recopilar. Thomas miraba alrededor estupefacto y me susurraba cosas como: «—No puedo creer que me hayan permitido venir con ustedes» o «—esto es impresionante», cuando de repente escuchamos un pequeño repiqueteo frenético que provenía de la mochila de Minho. Tomé la fuente del sonido —el extraño órgano del penitente— y noté que alteraba su frecuencia a medida que nos acercábamos o nos alejábamos del punto de intersección de las zonas.

Tuve la idea osada de dirigirnos hacia la gran puerta de esa zona.

—¿Estás segura de lo que haces? —Me preguntó Minho.

—No lo estoy, por supuesto que no —respondí sin dejar de caminar—, pero esto debe significar una cosa, estoy segura de eso. Podríamos tener algo aquí... —me detuve en seco—. Si ambos tienen miedo quizás deban esperarme aquí y yo volveré en un momento —sabía que al retarlos tan descaradamente estaría atacando de manera directa su ego y eso haría que quisieran continuar sin chistar.

—¡Ni lo pienses! —Dijo Minho colocándose a mi lado—. Ni loca pienses que te dejaré sola en esto.

—Yo tampoco —dijo Thomas.

Nos acercamos a la puerta. El camino transcurría a través de un largo puente recto que finalizaba en ella. Estuvo cerrada hasta que me acerqué a un metro de distancia. Entonces algo se activó en ella y el extraño objeto produjo un sonido agudo y constante, luego escuchamos que algo se destrabada y las grandes paredes de piedra se abrieron, dejando a la vista un túnel oscuro de forma circular.

—No sé si sea una buena idea —dijo Minho—, pero ya estamos aquí.

Seguimos hasta la entrada circular del túnel, notamos que los bordes estaban cubiertos de la asquerosa baba que los penitentes dejaban por doquier.

—Quizás sea una salida y podamos... —comentó Thomas pero fue interrumpido por un haz de luz de color rojo que provino desde el final del túnel y que actuó como una especie de escáner sobre nosotros.

Seguidamente se inició el fuerte sonido de una alarma que hacía eco en las paredes del lugar. Era ensordecedor y supimos que algo no andaba bien. Los chicos empezaron a correr pero yo me quedé helada observando esas curiosas puertas metálicas al cerrarse. «—¡Zora! ¡Cuidado!» —Escuché las voces de Minho y de Thomas advertirme, y al mirar hacia arriba, instintivamente di un gran salto hacia atrás mientras una enorme losa de piedra caía frente a mí segundos después. Empecé a caminar de espaldas rápidamente mientras una segunda losa caía, luego miré nuevamente arriba, y una tercera allá en lo alto se apresuraba para ir contra el suelo igual que las otras dos.

—¡Corre Thomas, yo la traeré! —Escuché la voz de Minho y segundos después sentí sus brazos rodeándome por la cintura atrayéndome hacia él y susurrando en mi oído «—Te tengo, ¡Ahora corre!», mientras la tercera piedra caía justo donde yo me encontraba segundos atrás.

Tomó mi mano y comenzó a correr. Tuve que seguirle el paso porque no me soltó ni por un segundo y era mucho más rápido que yo.

—¡Todo esto va a cerrarse, las placas, los muros... debemos irnos!

Alcanzamos a Thomas en un momento y lo dejamos atrás, lucía cansado pero no se rendía. «—¡Corre Thomas! ¡No voltees!», le indicaba Minho pero el garlopo no dejaba de mirar hacia atrás mientras caían enormes placas de metal sobre la dura roca. Corrimos como unos locos. Se habían desperdiciado segundos valiosos conmigo y yo me sentía muy apenada con ellos. Aún corriendo no podía dejar de pensar en que debía disculparme con ambos si lográbamos librarnos de esa.

Llegamos a un muro que subía y que estaba a punto de quedar sellado con otro que bajaba a su vez, esa era nuestra única salida: «—¡Rápido, por aquí!». Minho no dejaba de darnos indicaciones en medio del ruido y de la descarga de adrenalina. Me ayudó a subir mientras Thomas se arrastraba ya en medio de ambos muros y llegó al otro lado, fue el primero en ponerse a salvo. Luego Minho se arrastró hacia adentro en los últimos segundos cayendo sobre la mitad de mi cuerpo, pero estaba demasiado cansado como para moverse y sólo recostó su cabeza sobre mi abdomen.

—Lo siento... perdónenme chicos... creo que eso fue mi culpa —balbuceé apenas recuperé un poco el aliento.

—No... fue mía —dijo Thomas.

—Sólo... no sé qué me pasó... me pudo la curiosidad.

—No hay culpables —dijo Minho acostándose a mi lado esta vez—. De todos modos... eso iba a cerrarse.

—Fue muy tonto de mi parte... quedarme ahí parada en vez de correr.

—No te preocupes por eso —respondió Minho apretando mi mano. De pronto Newt vino a mi mente.

—Creo que ya deberíamos salir —dije soltándome.

—Aún queda tiempo... déjame respirar con calma —dijo Thomas.

—Thomas tiene razón... creo que aún no quiero explicarles a los demás lo que sucedió.

Hace una hora escuchamos fuertes sonidos provenir del interior del laberinto. Nos detuvimos en la entrada a la espera de Zora, Thomas y Minho, pero todavía no los habíamos visto salir.

Aún faltaban dos horas y media para que los muros se cerraran. Todos los que habíamos terminado con nuestras labores esperábamos ansiosos que ellos volvieran al Área a salvo.

Faltando una hora para el cierre de los muros los tres volvieron. Nada parecía ir fuera de lo normal.

—¿Qué sucedió? —Preguntó Gally apenas colocaron un pie dentro del Área—. Sonaba a que el laberinto se iba a desmoronar con ustedes allí adentro.

—Eso quisieras —replicó Thomas.

—Calma. Sí encontramos algo —dijo Zora para evitar una discusión entre esos dos.

—Creemos que es una salida. Bueno —siguió Minho—, parece que es la salida de los penitentes durante el día... si ellos pueden salir por ahí, nosotros podríamos.

—¡Están locos! Una salida... Nunca hubo una salida —Gally seguía alterado.

—Pues... nunca la habíamos hallado, pero ahora sí —concluyó Minho.

Después de eso está de más decir que hubo cierta discusión entre Thomas y Gally, y que además, varios de nosotros intervenimos. Pero antes de que las cosas empeoraran la novata llegó con la noticia de que Alby había despertado por fin. Fuimos a verlo y lucía perturbado e inquieto, no quisimos saturarlo con preguntas ni con la información reciente, así que abandonamos su habitación.

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora