Capítulo 1 ☣ No espíes

1.1K 52 4
                                    

Desperté, abrí los ojos lentamente, incomodado por el brillo de la luz del sol que entraba por la ventana y miré a mi alrededor.

Estaba en mi habitación nuevamente, todo lucía como de costumbre. Había llegado la mañana y todo estaba en calma. «Fue una pesadilla, sólo un mal sueño», —pensé—, intentando animarme como lo hace mamá cuando las tengo y corro hacia su cuarto. Pero ardía en fiebre. Quizás esa era la razón de mi mal sueño.

Bajé de mi cama, era sólo un pequeño niño con su peluche debajo del brazo en busca de su mamá para que lo hiciera sentir mejor. Me acerqué hacia la puerta, recuerdo que tuve que estirar el brazo un poco más de lo normal para poder alcanzar el pomo, yo aún no era muy alto y tuve la sensación de que éste estaba un poco más arriba de lo normal. Logré alcanzarlo y lo giré. Cuando la puerta se abrió mi corazón empezó a latir rápido, muy rápido. Dejé caer mi peluche y entonces creo que lo entendí. Comencé a llorar otra vez con un llanto ahogado porque al parecer aquello había sido sólo el principio. Mamá ya no estaría allí para mí, papá tampoco. Quizás no volvería a verlos jamás y quizás nada de lo que sucedió había sido un mal sueño después de todo.

Detrás de la puerta que pude abrir había otra, una que parecía de metal impenetrable. Estaba encerrado. No podría salir por mi propia cuenta aunque quisiera huir. Comencé a golpear desesperado e impotente esa puerta de metal mientras gritaba:

—¡Abran!! ¡Mamá, papá! Abran!! No me dejen aquí!

Aunque lo parecía, Newton no estaba solo. Él estaba siendo observado a través de un espejo unidireccional ubicado en una de las paredes de la habitación, que no era más que un vil laboratorio en el cual habían recreado la habitación del pequeño niño por medio de pantallas y hologramas de avanzada tecnología. Todo era una simulación.

—Etapa de pánico iniciada exitosamente.

—Excelente. Este momento es crucial para el proceso. Debemos generar tanta confusión como sea posible. Recuerden que ya tenemos a un sujeto difícil que aún no nos es posible controlar del todo. A partir de ahora, Newton no volverá a ver a sus padres ni a nada que le sea conocido. Trasládenlo a su dormitorio provisional. Se acerca la fase de preparación.

Aún me encontraba gritando y golpeando la puerta cuando escuché un sonido y sentí que la puerta se movió. Me aparté de un salto y ésta se abrió. Alguien me inyectó algo y seguidamente caí al suelo. Sólo recuerdo luces blancas, paredes blancas y una mujer de cabello amarillo que me sonreía, aunque su sonrisa no me transmitía seguridad ni confianza, ella me dijo: —«Newton, estarás bien. Recuerda, CRUEL es bueno.»

Desperté en una especie de cama de hospital. A mi alrededor habían cortinas que formaban un rectángulo perfecto simulando una habitación. De espaldas, monitoreando una pequeña pantalla se encontraba una mujer de bata blanca. Ella se giró y me vio ligeramente recostado de la pared sobre la cama, había intentado sentarme pero aún estaba mareado. Ella me preguntó que cómo me sentía pero no le respondí, no podía confiar en nadie, todos eran desconocidos que me habían raptado y me habían llevado a algún lugar extraño. Quizás ella era la persona que me había cableado e inyectado con la jeringa. No lo sabía.

—Vamos Newton, ¿cómo te sientes? Sé que estás asustado pero no deberías estarlo. Estás en un buen lugar, aquí haremos todo para ayudarte —me dijo ella sin tener una pizca de vergüenza por lo que habían hecho.

—¿Dónde están mamá y papá? —le pregunté.

—¿Dónde crees pequeño? ¡Están en casa por supuesto! Newton, ahora sé bueno y colócate la ropa que dejé en esa silla para ti. Y no espíes. Vendré a verte pronto.

Esta mujer salió y volvió a cerrar las cortinas. Me coloqué el pantalón pero antes de ponerme la camisa me senté al borde de la cama. ¿Qué se supone que un niño como yo podría hacer para escapar de todo eso? ¿Era verdad que mis padres estaban en casa, por qué me habían dejado con estas personas entonces? Enseguida me invadió la curiosidad y me levanté, con cuidado asomé mi cabeza a través de una de las cortinas para ver lo que había detrás. Era una larguísima sala llena por ambos lados de muchas "habitaciones" similares a la mía. Me pregunté si detrás de cada una de esas cortinas había un pobre niño asustado igual que yo. Vi salir de una de ellas a otra doctora y rápidamente solté mi cortina para esconderme. Pero al parecer ella me vio y llamó a la que me atendía.

—¡Newton! Veo que estás casi listo y curioso como siempre. Deberías colocarte tu camisa —hice lo que me dijo—. ¿Quieres venir a dar un paseo? —no respondí pero no quería pasear, por lo menos no con ellos—. ¿No? Eso creí. Iremos de todos modos. Vamos.

Me llevó a un pequeño cuarto con una puerta de metal idéntica a la que había visto antes y cerró dejándome ahí. Segundos después escuché una voz femenina que ya conocía a través de un altoparlante en el techo:

—Al parecer eres un niño tranquilo y muy observador, aquí dice que estás dotado de una gran inteligencia y una curiosidad innata. Umm, aprendes rápido eeh, así que eres una esponja. Haces amigos con facilidad, veamos si es cierto.

La puerta se abrió de nuevo y vi entrar a otro niño. Éste todavía temblaba de miedo. Era más alto que yo pero no demasiado, parecía de mi edad. Su cabello era rubio, su piel blanca con algunas pecas y tenía unas cejas muy llamativas que lo hacían ver enfadado. Se acercó a mí con curiosidad pero aún tembloroso. Tras largos segundos de observarnos mutuamente sin decir ni una palabra, escuché que balbuceó algo que no pude entender la primera vez.

—No entendí —le dije.

—¿Có..cómo te llamas? —repitió él.

—Newton. Pero mamá y papá me dicen Newt.

—Newt... yo soy Galileo. Pero mis padres me llaman Gally.

—Gally, ¿recuerdas quién te trajo aquí? —le susurré un poco más cerca.

—No, só... sólo sé que fui a dormir y cuando desperté... estaba en una gran nave.

—¿Y tus papás?

—Tampoco lo sé... ¿Y los tuyos?

—En casa, supongo. Ellos me enviaron aquí.

—¡Qué horrible!

Nos dejaron hablar por algunos minutos, sólo conversar sobre lo que fuera que se nos ocurriera, pero ambos sabíamos que estábamos siendo observados. No había modo de que dos niños escaparan de un lugar como ese.

A ambos nos habían dicho esa extraña frase «CRUEL es bueno». Ninguno de los dos sabía qué hacíamos allí o para qué nos querían, no teníamos idea de nada, sólo que una noche nos fuimos a dormir y luego despertamos acompañados por estas personas.

Pasados los minutos, entró la misma mujer de cabello amarillo que recuerdo haber visto antes. Ella era la dueña de la voz que reconocía. Colocó una mano en el hombro de cada uno y nos dijo que esperaba que llegásemos a ser buenos amigos en el futuro.

—Confíen, todo está bajo control. Sólo deben ayudarme a que todo salga muy bien ¿entendido? —lo dijo poniéndose a la altura de nuestros oídos, su voz sonaba hostil—. Sino, pueden suceder algunas cosas muy muy malas, y ¿verdad que no queremos eso, niños?

Ninguno de los dos respondió a lo que decía, sólo escuchamos un poco intimidados por la actitud de esa mujer. Algo dentro de mí me decía que no era una buena persona, que nada estaba como nos quería hacer creer.

Después de esa pequeña conversación nos llevó a Gally y a mí a la misma habitación. Esta vez no eran unas simples cortinas, era una especie de cuarto equipado con un baño y varias literas. Al parecer no estaríamos solos por mucho tiempo, sin embargo no había otro niño ahí, sólo Gally y yo. Ella nos dijo que no nos pusiéramos muy cómodos porque no era nuestra habitación, pero que descansáramos todo lo que pudiéramos, porque nos tendríamos que despertar muy temprano al día siguiente.

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora