Capítulo 11 ☣ El Área

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Retrocedí lentamente, hasta lograr salir de esa multitud de chicos que parecían tener una edad similar a la mía, aunque no estaba segura de cuál era mi edad exactamente. «¡No te alejes!», me advirtió el mismo chico de piel morena, Alby.

Los escuchaba decir cosas como «seguro irá a la cocina», «no, seguro nos ayudará a remendar a los carniceros». ¿A qué rayos se referían?

Recorría el lugar con mis pies y mi mirada. Era un claro con un bonito cielo azul y un bosque a lo lejos, pero lo que realmente me sorprendió y llamó mi atención fueron las cuatro paredes amuralladas que rodeaban todo. Este lugar estaba limitado por ellas y eran sumamente altas, imposibles de subir desde adentro. Sin embargo, dirigí mi atención hacia algo que parecía ser una salida a través de una de ellas, justo en el medio había una abertura tan alta como los mismos muros. Pensé que podía salir por ahí, miré hacia atrás y el chico rubio me seguía más de cerca que el resto. Entonces empecé a correr cuando me había acercado lo suficiente al muro. «¡No entres ahí!» lo escuché gritar, seguido de gritos frenéticos de los demás chicos.

Estuve a punto de entrar, a dos metros o tres quizás, cuando alguien tiró de mí muy fuerte hacia el suelo. Enseguida sentí todo su peso sobre mi torso, se había sentado sobre mí con sus piernas a cada lado de mi cuerpo y sus manos sujetando mis muñecas para inmovilizarme contra el suelo.

—¡Déjame! ¡Déjame animal! —espeté con furia.

—Lo siento tenía que hacerlo. Te hice un favor de hecho —dijo muy sonriente este chico, como si hubiera dicho una gracia. Tenía rasgos asiáticos, además del rostro algo sucio y sudado.

—¡Déjame! Eres muy pesado!!

—No lo haré porque saldrás corriendo otra vez ¿no es cierto? —era verdad, intentaría correr otra vez hacia esa abertura ¿cómo lo sabía?—. Oye, esta puerta no es una salida aunque lo parezca. Créeme, quédate tranquila y no forcejees —yo seguía intentando liberarme de él.

—¡Gracias Minho! —escuché al rubio gritarle a este chico mientras todos se acercaban corriendo hacia nosotros.

—Shank, promete que no intentarás salir corriendo. De otro modo tendré que dormir esta noche sentado encima de ti —me dijo antes de que todos llegaran.

—Está bien ya no correré, lo prometo —solo lo dije para que se quitara de encima, pero aún haría otro intento.

Soltó mis muñecas y se levantó seguido de mí, pero antes de que yo pudiera dar un paso siquiera, me retuvo nuevamente de un jalón tomándome del brazo.

—Sabía que no te quedarías quieta —me dijo con cara de pocos amigos.

—Lo siento, tenía que intentarlo.

—Por eso irás al pozo —dijo un chico alto y robusto tirando de mi brazo.

Este chico me llevó a una especie de prisión, me encerró allí y se marchó mientras los demás se dispersaron. Empecé a observar mejor lo que me rodeaba: los animales, las construcciones, los chicos dedicados a sus labores como si no hubiera una chica encerrada sin razón aparente; el hecho de que corriera no era motivo para encerrarme.

—Hola —dijo ese chico Alby asomándose a través de las rejas—. Supongo que ya sabes que no debes correr hacia los muros ¿no es cierto? Si es así podré sacarte, sino, esta será tu habitación de ahora en adelante.

—No lo haré.

Dicho eso abrió la puerta.

—Mi nombre es Alby. ¿Y el tuyo, puedes recordarlo?

—No —no estaba segura de decirle que venía un nombre vagamente a mi memoria.

—Bien, no te preocupes por eso, quizás lo recuerdes en uno o dos días.

—¿Qué es aquí? —le pregunté— ¿Por qué hay solo chicos?

—Te mostraré el lugar y en el camino te daré todas las respuestas que necesites saber.

Alby inició su recorrido explicándome todo lo esencial sobre el lugar: que ellos cultivan su propia comida, crían sus propios animales, hacen sus propios refugios, su propia ropa y que todo lo que veo ahora lo construyeron ellos mismos. Me explicó que una vez al mes ese elevador, al que ellos llaman «La Caja», sube y trae a una persona nueva al «Área», solo que nunca había sido una chica. Además, cada semana les trae algunos suministros que necesitan para subsistir; todo esto me dijo pero no pudo responder a ninguna de las preguntas que le formulé, como quién nos envía al Área, y por qué, o por qué razón no había otras chicas además de mí, por qué solo había chicos. En realidad, ellos tenían las mismas incógnitas que yo sobre esos temas. Habían preguntas que no tenían respuestas.

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora