Capítulo 26 ☣ Confidente

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Luego de que Thomas se fuera a dormir caminé por el Área a oscuras. Sólo iluminaba la luz de la luna y las estrellas que vi desde la primera noche.

Escuché el típico aullido proveniente de los penitentes en el laberinto. Pensé en Ben y mi piel se erizó completamente por el terror que me produjo la idea de que estuvieran atacándolo en ese preciso momento, ¿cuántos más estaban sintiéndose igual al escuchar ese sonido? Ben, a pesar de lo que pudo haber hecho a causa de esa extraña enfermedad, ahora se encontraba indefenso, dejado a su propia suerte en un lugar con bestias devora humanos. Necesitaba hablar con alguien esta vez. Y sólo había una persona en la que realmente podía confiar y que siempre estaba ahí para mí sin importar qué.

Caminé a través de algunos chicos que dormían en sacos sobre el pasto limpio al lado de la Choza. Tropecé con algunos pies en el proceso: «-¡Oye! ¡Ve a dormir, novata!», exclamó una voz ronca que inmediatamente reconocí como la de Winston. A pesar de que Thomas había llegado al Área, él y Gally insistían en seguir llamándome "novata" porque todavía era la única chica presente.

Me detuve en un espacio libre de chicos pensando en la forma de despertar a Newt sin seguir molestando a los demás... y eso si él había podido dormir. Pero ese no era el punto.

Desde donde estaba podía ver a Newt recostado en su hamaca. Lo observé por varios segundos albergando la esperanza de que pudiera verme, pero luego continué con cuidado a través del mar de cuerpos y ronquidos. Otro habitante me habló con voz apagada y somnolienta «deberías estar durmiendo, quien-quiera que seas» y se giró dándome la espalda.

Llegué justo al lado de Newt unos segundos después de eso. Me puse de cuclillas para quedar a la altura de su rostro y poder susurrar su nombre sin despertar a los demás. Claro que ser cuidadosa no me había servido de mucho hasta el momento, pero seguía intentándolo.

-Newt... -no hizo falta que lo repitiera porque él enseguida abrió los ojos. Esto hizo que me sobresaltara un poco y que casi cayera sentada sobre el suelo, pero él reaccionó rápidamente incorporándose y tomando mi mano para sujetarme. La hamaca se estremeció.

-Lo siento, no quise asustarte -susurró soltando mi mano y volviendo a recostarse, dirigiendo su rostro hacia mí.

-Pensé que dormías.

-Imposible... No con lo que sucedió hoy. Cada sonido que sale del laberinto me mantiene despierto.

-Yo tampoco puedo dormir, necesito hablar con alguien...

-Está bien -dijo levantándose de la hamaca-. Vamos.

Nos alejamos de todos los demás, hacia un área detrás de la finca que yo no solía frecuentar. Allí había un claro dónde se podía apreciar muy bien la luz de la luna. Nos sentamos sobre un tronco grande.

-Newt, lamento no haber hablado contigo estos días. Entre el laberinto, Thomas y todo lo que ha pasado, es decir... No quiero decir que tú no seas...

-Lo sé... lo sé. Han sido demasiadas cosas, una detrás de la otra, no te preocupes por eso. Yo tampoco he estado de vacaciones por aquí.

-Siempre sabes qué decir, a veces pareciera que puedes leer mis pensamientos.

-No. No lo hago, pero creo que sí puedo entenderte un poco quizás. Pero yo lamento no haberte buscado después de esta tarde, creo que debí hacerlo, aunque entiendo que tú debes entrenar al novato.

-"Entrenar al novato", suena extraño... Pero sólo intento que tenga una buena amistad como yo la tuve cuando llegué aquí. Sé que puedo contar contigo y retomar todo donde lo dejamos... incluso si te dejo por unos cuantos días -esbozó una sonrisa y luego respondió:

-Y esa es la parte mala de ser el amigo...

-Umm, ¿eso qué significa?

-Justo eso.

-¿Ya no quieres ser mi amigo?

-No -aseveró y guardó silencio mientras yo lo observaba extrañada.

-No te estoy entendiendo Newt, no entiendo a qué se debe este cambio tan repentino.

La verdad no sabía qué otra cosa decir y sólo me limité a mirar a la nada. Noté que Newt se removió incómodo en su asiento en un par de ocasiones. Después de quizá un minuto de profundo silencio sentí algo que me erizó la piel de una manera diferente. Él había tomado mi mano de una forma especial: no para sujetarme, no para guiarme, sino que había entrelazado sus dedos con los míos. Observé ese lazo que formaban nuestras manos, luego lo vi al rostro y nuestras miradas se encontraron.

-Sí, sé que no quiero continuar siendo tu amigo -dijo sin apartar su mirada de la mía, y yo me quedé helada de la impresión sin poder hacer o decir nada más.


☢️ ☢️ ☢️ ¡Que la llamarada se siga extendiendo! ☢️ ☢️ ☢️

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora