Capítulo 15 ☣ La Junta

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La mañana siguiente escuché el sonido de las puertas del laberinto al abrirse, y vi a Minho hablar frente a ellas con los demás corredores, ellos entraron a paso de trote pero él se quedó en el Área.

—Buenos días, novata —escuché la voz de Alby—. Ven conmigo —lo seguí. Me llevó hasta uno de los muros del laberinto, donde me dio un cuchillo muy afilado y me explicó que con él debía tallar mi nombre en la dura pared de piedra. Había algunos nombres tachados; eran de chicos que habían muerto—. Novata, ya eres una de nosotros, y como tal, debes acatar nuestras reglas. Ahora ve a asearte y luego búscame en la finca cuando estés lista.

Así lo hice, sabía que no me esperaba un momento agradable en aquella Junta, esa era la razón para buscar a Alby después. Cuando estuve lista me dirigí hacia la finca y mientras caminaba intentaba convencerme a mí misma de que haría lo necesario para encajar y adaptarme al Área, y para obedecer las reglas como el resto de los habitantes. Me acerqué a Alby que me esperaba en la entrada de una gran sala a la que todavía no había tenido la oportunidad de acceder. Cuando lo hice, entendí que ese lugar era privado y que sólo algunos tenían el derecho de entrar, y solo bajo ciertas circunstancias.

Todas las miradas se clavaron sobre mí y siguieron mis pasos, me acomodé avergonzada en una silla colocada para estar a la vista de todos. Comprendí que le daban más importancia a esto de lo que yo creía cuando Alby inició la Junta nombrando a cada miembro del Consejo compuesto por todos los encargados del Área. Esa era la razón para que Minho no saliera a correr esa mañana. No creí que fuera necesario tanto escándalo, pero así fue.

—Bien, iniciada esta Junta vayamos a lo que nos corresponde. Para ninguno es un secreto que la novata aquí presente ha roto nuestra principal regla el día de ayer, en menos de seis horas de haber llegado al Área —bajé la mirada aún más avergonzada de lo que ya estaba—. Empezaré a escuchar lo que tienen para decir al respecto. Clint, tú primero.

—Aam —dijo poniéndose de pie un chico de cabello oscuro al que aún no había notado desde mi llegada—, claramente no conozco a la nuevita pero creo que estuvo mal lo que hizo —sentí que no había forma de salir bien librada de esta—. Sin embargo, Alby, como tú mismo acabas de decir, ella ni siquiera tenía seis horas en el Área, lo que la hace en mi opinión, un poco inocente de lo que sucedió, porque no conoce las reglas ni el porqué de ellas como nosotros...

—¡Claro! —intervino Gally—. Denle un premio con esa tonta excusa de que no sabía nada. ¡Ella lo sabía! —me apuntó con el dedo—, ya había sido advertida.

—Gally, aquí apreciamos la opinión de todos los habitantes, no sólo la tuya importa. Por eso te pediré que no interrumpas a los demás cuando estén compartiendo sus opiniones, de lo contrario, no hablarás de nuevo hasta el final de la Junta —fue un alivio escuchar a Alby decir eso—. Clint, ¿tienes algo más que acotar?

—No Alby, eso es todo.

—Zart, ¿tú qué opinas?

—Bueno, pienso igual que Clint. La novata no sabía nada y por eso creo que no deberíamos ser tan duros con ella, pero también es evidente que merece algún tipo de corrección por entrar al laberinto, porque si actuamos indiferentes ante esta transgresión, todos creerán que está bien hacerlo y las cosas se saldrán de control. Eso es todo.

—Bien Zart, muy justo... Winston —dijo cediéndole la palabra.

—Yo creo que merece un castigo, rompió las reglas, punto. Si lo dejamos pasar sucederá lo que dijo Zart, las cosas se saldrán de control.

—¿No quieres considerar alguna otra cosa? —preguntó Alby esperando algo de misericordia de su parte.

—No —replicó Winston.

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora