Capítulo 40 ☣ Ecuación

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El hombre que disparó el arma y asesinó a la rubia se acercó después a nosotros apresuradamente y nos habló sin perder el tiempo:

": Hagan lo que les digamos si quieren vivir.

Winston: ¡Si quieren secuestrarnos tendrán que matarnos!

": No vinimos a eso, confíen en mí. ¡Vengan!

Winston: ¡¿Por qué deberíamos confiar en ti?!

": Porque estoy aquí para salvarlos.

Todos nos vimos las caras tras esa afirmación. No estábamos seguros todavía de que realmente pudiéramos confiar en ese hombre que ni siquiera nos mostraba el rostro para empezar, porque llevaba puesta una máscara de gas. Nos decía que debíamos seguirlo cuanto antes, que mientras menos tiempo perdiéramos sería mejor para todos: «—Este no es un lugar seguro, el exterior tampoco lo es... Sólo suban al maldito helicóptero ahora». Ya todos teníamos experiencia corriendo a estas alturas así que uno por uno empezamos a salir del recinto y a seguir a los hombres enmascarados, pero Minho seguía herido, no se curaría mágicamente, así que Newt y yo tuvimos que correr llevándolo apoyado sobre nuestros hombros.

Minho: Me duele... No puedo.

Zora: Sí puedes, inténtalo.

Minho: Lo estoy intentando... No puedo —dijo deteniéndose.

Newt: Vamos, Minho, tú puedes.

Minho: Ya basta, déjenme aquí. Sigan ustedes.

Zora: No lo haré.

Minho: ¡Sí lo harás! —Retiró el brazo que apoyaba sobre Newt, pero cuando intuí que quitaría también el que yo sostenía no se lo permití.

Zora: ¡Jamás! No te dejaré aquí. Te prometí que no te dejaría solo.

Minho: No, creo que desde un principio esto fue lo correcto. Es como debe ser. Alguno de nosotros tenía que hacerse a un lado algún día —miró a Newt y los dos entendimos a lo que se refería.

": ¡Rápido, ustedes tres!

Zora: Ho... —Al decir esto me miró muy sorprendido—, si tú te quedas yo también lo haré.

En ese mismo instante, sin pensarlo demasiado, volvió a apoyar su brazo sobre Newt dejando escapar un pequeño gemido de dolor. Ese gesto indicaba que seguiría adelante con nosotros, así que continuamos avanzando. «—Gracias», le susurré, mientras el hombre que nos guiaba nos esperó al lado del enorme helicóptero: «—Suban, rápido», y así lo hicimos. Sentamos a Minho junto a la ventana con sumo cuidado, pero aun así gimió de dolor.

": ¿Qué tiene él? —Preguntó el hombre.

Zora: Lo hirió un penitente.

": ¿Perdió mucha sangre?

Zora: ¿Acaso no es obvio? —Su camisa estaba cubierta de sangre del lado izquierdo, donde recibió el golpe.

": Tranquila, no estés a la defensiva. Ya están a salvo con nosotros. Al llegar atenderemos a tu novio; todo está a punto de cambiar para ustedes.

Zora: Él no es...

Intenté contradecirlo con respecto a mi relación con Minho pero el hombre no me prestó la más mínima atención y decidí guardar silencio. Sacó una botella de agua y tomó como si fuera el último trago de su vida. Los demás nos miraban un poco incómodos debido al comentario que el hombre había hecho, porque a pesar de todo yo seguía estando con Newt, y ellos lo sabían.

Al ver por la ventana, todos nosotros quedamos absortos ante la imagen del enorme lugar en el que nos mantuvieron encerrados aquellas personas por tanto tiempo: Era un laberinto verde, impresionante y aterrador que se alzaba en medio del inmenso desierto, aún más estremecedor. Nos vimos las caras intentando entender por qué nos habían colocado dentro de esa absurda estructura para pasar por todo lo que habíamos pasado. ¿Cuál era el propósito de eso?

El camino a quién-sabe-dónde fue largo, nadie más se atrevió a decir una sola palabra. Yo estaba sentada del lado derecho de Minho y observaba su rostro atentamente ante cualquier señal de dolor, que eran varias. «Ho...», le susurré en algún punto del trayecto para asegurarme de que se hubiera dormido, pero él abrió esos ojos rasgados que tanto adoraba y observó mi rostro, me sonrió y yo hice lo mismo. Creo que a pesar de todo yo era feliz, porque incluso estando herido seguía aquí con nosotros. Rodeé su brazo con el mío, apoyando mi cabeza cómodamente sobre su hombro y lo apreté contra mi cuerpo. Los chicos que se encontraban despiertos pudieron notarlo y nos miraron de reojo intentando ser discretos, incluyendo a aquel hombre, pero no me importó esta vez. Estuve a punto de perderlo y tuve la inmensa fortuna de que no fuera así, eso era lo que me importaba en ese momento.

Sí, lo entendí todo. Cuando ella no quiso apartarse de su lado por nada del mundo; cuando estuvo dispuesta a quedarse con él y arriesgarse a morir, aún si yo me iba; cuando lo abrazó y cerró sus ojos recostada en su hombro, cómoda y plena, creo que lo entendí. Quizás debí haberlo visto antes, o quizás ya lo había hecho pero no quise aceptar que la X de esta ecuación siempre fui yo. Yo era el elemento que estaba sobrando en todo esto. Aunque ella me quiere y eso lo sé muy bien, su amor por él es más grande... y es la clase de amor que importa al final del día. Es la clase de amor que yo hubiese querido para mí pero creo que las cosas no deben forzarse, y cuando se dan con alguien más, aunque no sea lo que tú esperas y sueñas, lo demás no importa, sólo queda apartarse... hacerse a un lado.

Recuerdo que una vez le dije que sólo quería que fuera feliz sin importar qué, y así es, decidí que así quiero que sea... Aunque no sea a mi lado.

|| CRUEL ES BUENO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora