La cena termino con la calma esperada y conseguí beber solo aquella copa de vino, diría que eso fue toda una proeza debido a la compañía con la que me encontraba.
Pru se entretuvo charlando con la esposa de un comerciante, mientras que Federik coqueteaba con la hija de los mismos, la joven no hacía más que sonreír tontamente ante las atenciones que recibía de él.
Aunque definitivamente Regina no era quien para juzgarla, ya que ella dudaba de que lo estuviera haciendo mejor al lado del señor Cavender.
Aquella noche le costó conciliar el sueño, ella se sentía... Se sentía como en aquella ocasión en la que tomó más de una copa de oporto en el despacho de su padre.
Si, se sentía «achispada», pero no le encontraba el motivo.
Estar al lado de aquel caballero tal vez fuera la causa de todo este revoltijo de sensaciones.
Cada vez que él hablaba con aquella voz tan aterciopelada pero netamente masculina tenía la sensación de estar hablando con alguien que la comprendía, alguien que la consideraba su igual.
Se sentía cómoda a su lado, pero no de la especie de comodidad que sientes con alguien de tu familia porque definitivamente no era el caso, la comodidad que le brindaba la compañía del señor Cavender también era de temer.
Tenía miedo de él, si eso era.
Temía acercarse demasiado a él.
Él que parecía ser capaz de convertirse en un depredador en cualquier momento, un depredador capaz de sacar a relucir cosas de ella que desconocía y que tal vez no quisiera conocer....
— Regina pensé que ya no querrías ir al museo — hablaba Pru viendo a la joven que terminaba de arreglarse con ayuda de su doncella, que había llegado la noche anterior para ponerse a disposición de ellas.
La muchacha se llamaba Merry una joven inglesa de cortos cabellos castaños, estatura media y de alrededor de los 23 años, había viajado a Francia con su señora y su familia, pero el esposo de esta intentó propasarse con ella y como ella logró librarse de él terminó despedida y sin un penique, en un país del cual no sabía nada, ni mucho menos entendía el idioma.
Pru y Regina no dudaron en acogerla, la joven aceptó el trabajo agradecida y se puso a disposición de ellas de inmediato.
— No veo porque pensaste aquello —respondió mientras veía su aspecto con el peinado que le estaba haciendo Merry.
— Pensé que estarías cansada, por el ajetreo desde que llegamos — sugirió con un poquito de esperanza.
— Pru, querida sabes que esta probablemente sea la última oportunidad que tenga para disfrutar de esta relativa felicidad — dijo viendo su reflejo — y no pienso desaprovecharla quedándome a dormir y descansar lo entiendes verdad — agregó ofreciéndole una sonrisa llena de confianza.
— Entiendo, pero Federik no ha llegado todavía para que vaya contigo— habló pensativa — si me esperas un poco me arreglare para acompañarte.
— No te preocupes por eso Pru, sé que estas cansada porque te eh tenido de un lado al otro, me sentiría muy mal si por mí te esforzaras de más —respondió — Merry me acompañará, además no tardare demasiado.
— De acuerdo — contestó no muy convencida, ella había sido contratada por el padre de Regina hace unos años como dama de compañía de su pequeña hija cuando se enteró por ella de su delicada situación, pero más que eso en el tiempo que estuvo vivo la cuido como si fuera otra hija incluso ahora Regina la protegía, y estaba segura que con la clase de matrimonio que buscaba no solo lo hacía por el pequeño Edward sino también por ella y eso la hacía sentir extremadamente culpable e incapaz de negarle algo.
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¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?
Historical FictionRegina solo desea alejarse de Londres después de la pérdida de su padre, Regina piensa que el campo es el lugar ideal, ella descubrirá que después de todo necesita un cambio más drástico ¿que tal viajar a Francia? ¿Porque no? Todo antes de que aquel...