— ¿Porque estamos por aquí? — preguntó Eloise, algo aburrida y cansada.— Porque más, tu misma lo dijiste ¿recuerdas? — Comentó de manera distraída viendo los alrededores — Lo que sea que tú madre haya escondido. Debe de estar cerca.
— Dije tal vez, solo es una suposición. — recalcó, ella había mencionado aquellos dos lugares solo por intuición. Nada aseguraba que estuviera en lo cierto — Además Lord Hereford y Lady Florence, deberían dirigirse hacia aquí en algún momento.
— Dudo que logren llegar, casi no conocen nada de la propiedad. — agregó con una de esas sonrisas llenas de suficiencia.
— Siempre hay una posibilidad, Gabriel.
— Apelare a que en esta ocasión no surja.
— De acuerdo, entonces ¿qué hacemos? — pegunto con resignación, no tenía ningún caso seguir quejándose al respecto.
— Buscar ya casi llegamos a aquel lugar. Quita esa expresión, ¿dónde quedó tu espíritu aventurero?
— En el mismo lugar donde deje mi cordura y mis pies. — refunfuño, había sido difícil moverse con el vestido que llevaba puesto. Que si bien era bonito era algo pesado, demasiado para su gusto.
El jardín de mariposas, como la familia se refería al lugar de manera particular, ya que en el pasado había tenido otro nombre, uno con bastante clase o algo así, se lo había puesto su abuela, pero todos lo olvidaban siempre así que se quedó como en un inicio, el jardín de mariposas.
Quedaba bastante apartado de la propiedad, más aún si no ibas por el camino principal, el camino de la Glorieta.Ambos habían tenido que dar un rodeo monumental para llegar a aquel lugar.
Eloise se lo había advertido, pero "Gabriel el terco" era un adversario imbatible cuando quería. Incluso logró exasperarla a ella, algo difícil ya que ella solía hacer aquel trabajo con los demás antes de que tuvieran oportunidad de probarlo en ella.
— Deja de quejarte, es mejor estar aquí que haber regresado.
— ¿En qué sentido es mejor? — pregunto Eloise caminando cuidadosamente entre algunas enredaderas. Fuera bueno o no, ya se encontraban cerca de aquel recinto.
El jardín de mariposas al que se referían, era un pequeño jardín resguardado que había sido construido por su abuelo o tal vez su bisabuelo, no recordaba exactamente. Había estado abandonado por un tiempo hasta que su madre le había prestado atención, y había convencido a su padre de restaurarlo y modernizarlo.
Las paredes que recubrían el jugar eran de algo parecido al cristal, lo cual le daba un toque bastante adorable, en especial en el atardecer.
La razón de que incluso muchos de los asistentes más antiguos a las fiestas de su madre no conocieran el lugar, se debía a que estaba lejos del centro de la propiedad, cerca de veinte minutos caminando, algo que dudaba cualquier noble hubiese querido hacer en su sano juicio.
Aquello era razón demás para su cansancio, aquellos veinte minutos de caminata habituales habían sido casi duplicados al dar un rodeo.
— En el que la duquesa no saltara sobre ti, con algún descabellado plan.
— Tienes un punto, pero más que eso es porque no deseas montar tu dramática escena nuevamente ¿verdad? — Dijo con una mirada suspicaz y burlona — Me pregunto qué dirán en la cena de esta noche. Lord Castlereagh, el pobre y débil Lord Castlereagh...
— Eres insufrible.
— No más que tú, Gabriel. No más que tú.
Ambos se acercaron a aquel recinto rodeándolo para ingresar por la entrada posterior, que según los cálculos de Eloise debía encontrarse abierta.
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¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?
Historical FictionRegina solo desea alejarse de Londres después de la pérdida de su padre, Regina piensa que el campo es el lugar ideal, ella descubrirá que después de todo necesita un cambio más drástico ¿que tal viajar a Francia? ¿Porque no? Todo antes de que aquel...