Los rayos del sol ingresaban cálidamente por la ventana de la habitación.
No pudo evitar abrir los ojos. El clima en estos momentos parecía burlarse de ella, mostrándole su radiante felicidad. Mientras ella se sentía como una desdichada.
— Regina —escucho que llamaba Pru, tocando la puerta tímidamente.
— Adelante —fue lo que se obligó a decir, notando su voz ligeramente afectada. Producto de haber llorado hasta desfallecer. Al ver el rostro de Pru al entrar supo que debía estar verdaderamente horrible.
—Tan mal me veo —se obligó a preguntar, tratando de ser la misma de siempre. Pero fallando estrepitosamente en el intento. Pues su voz carecía de la alegría con la que había estado impregnada las semanas anteriores.
— Un poco —contestó con sinceridad —pero estoy segura que el señor Cavender no reparará en ello. Merry me acaba de decir que acaba de llegar a verte.
Al escuchar su nombre perdió la poca serenidad que le quedaba y empezó a derramar lágrimas de manera casi inconsciente.
— Oh, querida ¿qué pasó? —preguntó sentándose al lado suyo en la cama ofreciéndole una mirada llena de preocupación.
— ¡Oh Pru!, soy una idiota —fue lo primero que pudo decir.
— No cielo no eres ninguna idiota, eras la mujer más encantadora e inteligente que conozco no debes llamarte de esa forma.
— El, Pru. Harry me engaño —pronunció con una mezcla entre tristeza, desesperanza y acritud.
— ¿Cómo es eso posible? —Preguntó Pru contrariada — el parecía amarte tanto.
— Pues no fue así, ayer tome el camino equivocado y lo vi. Estaba besando a otra Pru. Cuando a mí me dijo que iría a la fábrica.
— Es increíble —fue todo lo que pudo pronunciar, debido a la perplejidad que le causaban las palabras de la joven.
Los había visto juntos en aquellas semanas y ambos parecían encantados el uno con el otro. Él era tan atento y encantador. Parecía que para él no había nadie digno de su atención salvo Regina. La trataba como una reina, como si fuera el único ser existente en su mundo.
Aquella situación le resultaba inimaginable. Pero si Regina los había visto, era porque era cierto.
— ¿Qué quieres que haga con él? —preguntó recordando que aquel caballero se encontraba esperando en la salita.
—Dile que pesque un resfriado ayer, y que me encuentro indispuesta —pidió sin ocurrírsele nada más.
— Regresó en unos momentos.
...
— Señorita Brown — saludo, poniéndose de pie en señal de respeto a la dama que pronto se convertiría en parte de su familia. Más esta parecía algo distinta a lo usual.
— Buenos días señor Cavender —saludo ella aun acostumbrándose a la idea de que había errado en su juicio — Lamento informarle que mi hermana no podrá reunirse con usted.
— ¿Se encuentra enferma? —preguntó con preocupación.
— Sí, ayer salimos a tomar un paseo y fuimos alcanzadas por la lluvia, pese a que regresamos rápido. Regina es muy delicada y no pudo evitar resfriarse.
— Mandare a por un doctor —sugirió bastante preocupado.
— No se preocupe, ya ha venido un médico hace un rato —comentó —Dice que no es algo demasiado grave, pero le aconseja guardar cama por un par de días.
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¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?
Historical FictionRegina solo desea alejarse de Londres después de la pérdida de su padre, Regina piensa que el campo es el lugar ideal, ella descubrirá que después de todo necesita un cambio más drástico ¿que tal viajar a Francia? ¿Porque no? Todo antes de que aquel...