CAPITULO 57

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— Así que deseabas hablar conmigo — empezó a decir Harry sin estar completamente seguro de como debería empezar dicha escena. Ni mucho menos como debería expresarse frente a un niño, en especial hacia el querido hermano de Regina.

— Seamos sinceros, es bastante incomodo obligarnos a relacionarnos. Así que seré claro ¿cuáles son tus intenciones con mi hermana? — dijo de manera directa segundos después de que ambos tomaran asiento.

No había esperado que alguien de su edad se atreviese a declarar una pregunta semejante con aquella soltura.

Era cierto que la situación era incomoda y no solo para él, supuso que el pequeño hermano de Regina se sentía de la misma forma, aunque de alguna desconocida y admirable manera lo estaba disimulando bastante bien.

Aunque contestar aquella pregunta era sencillo, eso no dejaba de resultar incómodo.

— No estaría siendo honesto ni contigo ni conmigo mismo, ni mucho menos con mis propios sentimientos si no declarará que deseo que tu hermana ocupe el lugar a mi lado el resto de su vida.

— ¿Así que matrimonio? — murmuro Edwards mirándolo con un poco de incredulidad.
Lo que el duque le decía, no iba de acuerdo a el tipo de personalidad con el que lo habían descrito. No iba a decir que el duque de Saint Albans tenía una reputación mala, pues si fuese ese el caso no habrían tantas damas casaderas con la esperanza de casarlo. Más tenía entendido que el matrimonio no era algo que se hallaba dentro de sus expectativas.

— Pareces sorprendido de que aquella sea mi meta — dijo viendo el rostro sorprendido del joven conde —. Creí que hasta el momento había sido lo bastante obvio.

— Comprendo tus términos — dijo viéndolo directamente de manera evaluadora — más eso no significa que estos parezcan coincidir.

— ¿Qué quieres decir? — pregunto confuso por sus palabras.

— Creo que su excelencia sabe muy bien a lo que me refiero, hay demasiados rumores en su entorno.

— ¿Te refieres a los rumores que circulan entorno a mi jurada soltería? o ¿a mi muy conocido terror al matrimonio? — pregunto riéndose un poco.

— Veo que lo has entendido. ¿Dirás que todo aquello es falso? ¿Puedes prometer que no son más que especulaciones?

— Seria deshonesto decir que aquellos rumores son del todo mentira. Aunque tampoco puedo asegurar que es cierto todo lo que dicen, creo que eres lo suficientemente listo como para haberte dado cuenta de que muchos de los rumores que circulan en la sociedad son mitad verdad mientras que la parte restante pertenece a exageraciones.

— ¿Qué tanto es verdad y mentira entonces? — Inquirió mirándolo con sospecha y cansancio — Nunca me habría encontrado particularmente interesado en usted, si es que mi hermana no estuviese involucrada.

— ¿Debería sentirme ofendido por eso? — Murmuro Harry — Sus palabras sin duda alguna hieren mi ego.

— Dudo que las simples palabras de un niño puedan herirlo tanto.

— ¿Un niño? — Repitió Harry burlándose un poco de la terminación que el pequeño conde había usado para describirse — Pese a que usted debería de comportarse como uno, me atrevo a decir que dejo la niñez hace demasiado tiempo. No es acaso demasiado maduro y elocuente como para aun hallarse en esa etapa.

— No sé si debería de sentirme alagado o no por sus palabras.

— Tómelo como un alago, será lo mejor para ambos.

— Probablemente así sea. — acepto Edwards tratando de formar sobre si un concepto de quien era Harry Cavender. No podía negar que era elocuente, aunque en ocasiones podía fingir despreocupación. El duque de Saint Albans por el momento presentaba un enigma que se veía en la obligación de intentar resolver rápidamente, en favor de la felicidad de su hermana.

¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora