No creía que a Eloise le molestase demasiado lo que había hecho.
Después de todo ella misma dijo que no se encontraba particularmente interesada en el premio del juego.
Había sido su intención decirlo, dios era testigo de lo verídicas que eran sus palabras.
Mas las circunstancias se lo habían impedido. Las circunstancias desalentadoras y problemáticas que habían caído sobre ambos, y el propio desconcierto de la dama.
Era demasiado tarde como para que se lo regresase.
Y no era algo que el pudiera usar, ni mucho menos regalar a alguna amante o compañera cualquiera.Ni siquiera parecía adecuado para su madre.
Era...era simplemente demasiado para alguien ajeno.
No sabía porque pero aquella joya le hacía pensar en Eloise.Que su mente vagara a dichos pensamientos era un claro indicio de que ya había bebido más de la cuenta.
Tal vez necesitaba irse una temporada fuera nuevamente, viajar siempre lo hacía recuperar el cauce.No solo era el licor.
Probablemente su amada madre tenía mucho que ver en sus recientes alucinaciones.
Como de costumbre parecía ser uno de sus mayores pasatiempos y placeres recordarle sus obligaciones, y su gran anhelo por celebrar una boda digna de su estatus.Aunque era divertido burlar sus esfuerzos, la seguridad con la que ella lo decía le hacía pensar que tal vez tuviese razón.
Que tal vez si era necesario para él, el hallar una esposa.
Y si así fuera porque no...
No, estaba desvariando demasiado.Definitivamente no se encontraba en sus cabales por completo, necesitaba irse de Inglaterra por un tiempo, tal vez ir a Florencia sería un buen cambio para él.
...
— Agnes — llamo Eloise a la joven doncella que se encontraba acomodando algunos libros en la biblioteca, mientras terminaba de firmar la carta que con tanto esmero había planeado.
— Si mi lady — contestó acercándose rápidamente hacia la joven dama de la residencia.
— Envía esta carta con urgencia hacia la residencia del conde Wartonn — señalo entregándole un sobre, que a los ojos de la doncella era extremadamente caro. Por lo cual fue tomado con excesiva delicadeza y cuidado. Pues ella estaba segura que no era algo que ella podría pagar.
— Como usted ordene. — asintió rápidamente marchándose.
Si todo iba como ella esperaba sus días de confinado aburrimiento estarían cada vez más próximos a terminarse.
Debía agradecer a la tan odiada temporada londinense que no había sido recluida en el campo. Ya que gracias a que debía de participar sin falta, es que su madre le había permitido ir a Londres.
Quién diría que algo que le disgustaba le seria de ayuda en cierta magnitud.
Aunque si lo pensaba con detenimiento la misma temporada, había sido indirectamente responsable de su castigo.
Después de la pequeña aventura que habían tenido Gabriel y ella. En la cual habían sido descubiertos en sus peores fachas frente a nada más que su amada madre, las cosas no habían resultado bien. Su madre no había tomado con un rostro exuberante de alergia lo sucedido.
Cabía señalar que recibió una lección de varias horas sobre el correcto comportamiento de una dama.
Sobre su estatus, la historia familiar (de ambas partes de la familia) y sin duda alguna sobre la sociedad en sí.A todo eso debía de añadir que recibió todas aquellas cuestiones de etiqueta (reprimendas) no solo de parte de su amada madre, si no también de la señorita Mitchell, su institutriz.
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¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?
Historical FictionRegina solo desea alejarse de Londres después de la pérdida de su padre, Regina piensa que el campo es el lugar ideal, ella descubrirá que después de todo necesita un cambio más drástico ¿que tal viajar a Francia? ¿Porque no? Todo antes de que aquel...