Ante las miradas expectantes que los rodeaban, haciendo uso de la poca compostura que mantenía ella se obligó a hablar.
— Es un placer conocerlo su Excelencia —pronunció ella de la manera más encantadora que pudo, debió haberlo conseguido pues reconoció una mirada llena de satisfacción por parte de su tía. Aunque en aquel momento era lo que menos tenía importancia para ella.
— No, el placer de conocerla es todo mío mi Lady —pronunció de manera renovada, dándole un cálido beso en la mano. Como la primera vez que ambos coincidieron.
El recuerdo fue tal, que estuvo bastante tentada a dar un brinco para escapar de él.Pues pese a todo aún sentía aquella incipiente sensación que sintió recorrerla la primera vez.
Las personas no parecían notar el gran cúmulo de tensión que parecía haber entre ambos.
La mayoría parecía enfocado en sus respectivas conversaciones. Mientras otros preferían observar de manera callada la escena que se desarrollaba, claramente para empezar un rumor de aquello.
— Lady Rinstoner— dijo por consiguiente para saludar a su tía.
El parecía tan imperturbable, como si fuese la primera vez que ambos se vieran.
Aquello aunque le molestara admitirlo le dolió. Le dolió pensar en que ni siquiera la considerara un recuerdo del pasado.— Les presento a mi hija Eloise — dijo la duquesa atrayendo la atención hacia ella y hacia la joven que descansaba a su lado.
Aquella joven que no había quitado los ojos de ambos desde el momento de su llegada, como si intentará descubrir que secretos escondían.— Es un placer conocerlas —saludo con entusiasmo, en la opinión de Regina parecía ser una joven bastante amable. Sin contar el gran parecido que existía entre ella y la duquesa. Sin duda era una belleza, no una belleza clásica. Si no una exótica.
El parecido que había entre ambos hermanos era también algo bastante notable, empezando por aquellos ojos.
Que parecían atraparte en el instante en el que cruzabas mirada con ellos.— El placer es nuestro Lady Eloise — respondió con sinceridad, agradecida de tener alguien más en quien enfocar su mirada.
— Es la hora de la cena, lo mejor será que vayamos al comedor —comentó la duquesa como si fuera algo que había olvidado.
— Me permite acompañarla mi Lady — se ofreció cortésmente, con una sonrisa que indicaba muchas cosas que distaban de la cortesía. Aunque al parecer solo había sido percibida por ella.
No estaba en una posición en la que pudiese negarse. No podría hacerlo ante aquellas miradas llenas de expectación de las cuales era receptora. Y aunque no le gusta se admitirlo, lo deseaba. Deseaba volver atrás. O por lo menos prolongar aquel frugal encuentro, con la misma intensidad con la que deseaba huir de allí.
Pero ya sea por cobardía, por valentía o por simplemente torpeza decidió quedarse. Aunque lo mejor que podría decir sería, sólo pudo quedarse.— Estaré encantada su Excelencia — acepto en susurro. Pues aquello fue para lo único para lo que su voz dio, un susurro inseguro pero que fingía valentía.
Antes de que se diera cuenta había sido abandonada por su tía Charlotte, que ya se encontraba caminando junto a la duquesa y a su hija Eloise.
— No le parece esta escena bastante conocida mi Lady —murmuró de manera bastante irónica en las últimas palabras.
— Lo mismo eh de decir de usted su excelencia —dijo ella siguiéndole aquel tonto juego que el acababa de empezar.
Ninguno volvió a decir nada hasta que llegaron al comedor.
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¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?
Ficção HistóricaRegina solo desea alejarse de Londres después de la pérdida de su padre, Regina piensa que el campo es el lugar ideal, ella descubrirá que después de todo necesita un cambio más drástico ¿que tal viajar a Francia? ¿Porque no? Todo antes de que aquel...