— Veo que fue bastante puntual, excelencia — dijo ella con burla al ver a Harry en los establos, caminando de un lado al otro.
Ella deliberadamente había llegado casi veinte minutos antes al lugar, para pensar un poco, en otras palabras, no había logrado conciliar cómodamente el tipo de sueño largo y placentero que le hubiese gustado tener.Pero para su sorpresa, Harry ya se encontraba en el lugar.
Parecía haber llegado hace ya bastante tiempo. Más ella prefirió no comentar más al respecto.— No soñaría con hacer esperar a una dama — contestó sutilmente — aunque sí fuera honesto, diría que no podía esperar más para verte nuevamente.
— Me viste ayer por la noche, me atrevería a decir que no han pasado ni siete horas desde que nos vimos por última vez.
— ¿Siete horas? — dijo el con alarma — ¡Dios! Eso es simplemente demasiado. Debe haber sido por eso que el sueño me ha abandonado tan pronto. Era incapaz de estar alejado de ti por más tiempo, que esas insufribles siete horas.
— En esas insufribles siete horas, debo recordarte que estuviste dormido la mayor parte de ellas. — contestó con diversión.
— Pues aún en mis sueños, no poder estar contigo es increíblemente doloroso y solitario.
— Veo que preparaste los caballos — dijo Regina cambiando de tema. No es que aquellas palabras no hubiesen provocado nada en ella, todo lo contrario. Sí que lo habían hecho.
Y era justo por eso que ansiaba cambiar de tema, centrarse en algo más... Más común, menos personal. Algo que no la hiciese considerarse una boba por no aceptar todo de él.— Me gustaría decirte que sí, más lo único que hice fue escogerlos. Debo decir que Carl es el que los ha alistado.
— Es divino — dijo ella viendo en su dirección.
— Creí que ya te habías dado cuenta. — contestó el con una sonrisa petulante.
— Me refería al caballo ¿cómo se llama?
— Anochecer, y si es, un espécimen bastante notable. Aunque no tanto como su dueño.
— ¿Así? ¿Quién es el dueño de Anochecer? ¿Lo conozco? — preguntó divertida.
— Es un gusto conocerla mi Lady, soy el dueño de Anochecer. — dijo con una reverencia absurdamente galante.
— Vaya que es alguien notable. — añadió ella con burla, no pudiendo evitar que una risa se escapara de sus labios.
Lo mismo le sucedió a él.
Era algo inevitable.
No estaban en el tipo de situación que les gustaría a ambos, más aquello era mucho mejor que verla huyendo de él.Solo poder apreciar su compañía, su risa y su diversión, aunque fuese a costa suya. Era más que suficiente.
Por lo menos por ahora era más que suficiente. Lo suficiente para mantenerlo cuerdo.— Supongo que también ha pedido que prepararán uno para mí su excelencia.
— Por supuesto, es lo primero en lo que eh pensado. — dijo saliendo de la ensoñación en la que empezaba a meterse. Desviando la mirada de Regina para asi tomar las riendas de su propio autocontrol, camino un poco hasta situarse frente a una yegua de pelaje bayo — ella es Enigma, es una yegua dócil la mayor parte del tiempo.
— Si es así ¿porque aquel nombre? — preguntó Regina acercándose al bello animal. Descubrió la respuesta a su pregunta con sólo verla unos instantes, tan cerca.
— ¿Porque? Creo que ya lo has descubierto por ti misma.
— Sus ojos — dijo ella acariciando al animal, que acepto gustosa las caricias.
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¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?
Historical FictionRegina solo desea alejarse de Londres después de la pérdida de su padre, Regina piensa que el campo es el lugar ideal, ella descubrirá que después de todo necesita un cambio más drástico ¿que tal viajar a Francia? ¿Porque no? Todo antes de que aquel...