— Prudence, ¿cuándo dijiste que regresarían mi hermana y mi tía? — preguntó Edward en medio de la cena.
— No lo dije — respondió ella con sinceridad. Apreciando el sabor de la cena, dado que ya no contaba con la presencia de aquel insoportable Lord. La casa misma parecía tener un propio soplo de aire fresco.
— No sabes aceptar las sutilezas ¿verdad? — comentó Edwards con desgano.
— No demasiado, por más que lo intento no es algo que se me dé, de manera natural. Pero al parecer Eton está haciéndote madurar, más.
— Eton es especial —respondió honestamente. Y vaya que lo era, los maestros y las clases impartidas sin duda alguna eran de alto nivel, junto a aquella firme y elegante disciplina. Pero como en cualquier lugar en el que se encontrarán un grupo de muchachos, siempre habría líos.
Peleas, riñas, discusiones y bromas.
La mayor parte de ellas inofensivas, aunque no por eso menos censurables.Generalmente se solían meter con quien menor título fuese a poseer, niños que jamás heredarían el titulo dado que habían demorado tanto en nacer que tenían una larga fila de hermanos precediéndolos, hijos de familias venidas a menos. Familias que lentamente perdían poder y riqueza, o que se hubiesen visto asediadas por el escándalo. También entraban en discordia los que poseían menor fuerza en cuanto a carácter o disposición, todo era una simple y devastadora lucha jerárquica.
Siempre tras el más débil.
Siempre de esa manera.
Así era como funcionaba el razonamiento de cualquiera que se creyera superior, que se creyera inalcanzable.La corrupción era palpable en muchos de los miembros nobles o pudientes de la sociedad, hubiesen nacido o no dentro de esta.
Su sed de pertenencia los obligaba a cumplir las más imperitas situaciones, para verse aceptados en dichos grupos elitistas.— Pero aún no has dicho cuando regresarán — continuo preguntando como si nada.
— Si mal no recuerdo, en un par de días ya deberían estar de regreso.
— Lo supuse — contestó algo taciturno, dudaba que su tía quisiera contarle detalles sobre lo que había pasado en la propiedad del duque de Saint Albans.
Su hermana tampoco se mostraría abierta a contar detalles, por más discreción que el mostrará en dicho tema.
Tal vez debería hacerle una corta visita a su querido amigo, la madre de él era bastante comunicativa, con todo aquel que estuviera dispuesto a escucharla. No le importaría comentar nada, por más que fuera alguna que otra indiscreción, todo mientras pudiera obtener de él algún cotilleo o indicio, que él pudiera darle para albergar historias en su cabeza.
Le escribiría una carta aceptando su invitación de pasar unos días con él en la propiedad de su familia en Essex dentro de unos días....
Solo dos segundos, no uno. Solo un segundo más y ambos hubiesen conseguido lo que tanto ansiaban.
Tanto el que proyectaba sus intenciones de manera abierta, sin el menor decoro. Como la persona que luchaba firmemente para contener su propio deseo.
Para ambos la inexistencia de aquel segundo, fue aquello que desarraigo su futura y cercana dicha.
Basto con escuchar una chillante voz, para romper por completo, aquel encantar hechizo que parecía haber caído sobre ambos.
La separación fue algo brusca.
En definitiva ninguno había esperado aquella inoportuna intromisión.— Sarah, querida es imposible que lo que me estás diciendo sea verídico — se escuchó decir a una voz algo chillona, que parecía llena de insatisfacción — su excelencia jamás podría haber dicho algo semejante.
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¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?
Historical FictionRegina solo desea alejarse de Londres después de la pérdida de su padre, Regina piensa que el campo es el lugar ideal, ella descubrirá que después de todo necesita un cambio más drástico ¿que tal viajar a Francia? ¿Porque no? Todo antes de que aquel...