CAPITULO 51

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La tensión en el aire era palpable, tanto que incluso alguien ligeramente denso como Federick se percató de ello.
Más no supo que palabras decir, pues creía que aquella extraña sensación de irascibilidad se debía a su propio nerviosismo. Ignoraba firmemente el hecho de que el ambiente se encontrase tan degradado por motivos mucho más infaustos, que los sentimientos que las damas de dicha habitación pudiesen albergar por él.

Pasaron lo que para aquellos menos involucrados y hasta cierto punto, ignorantes del conflicto, unos minutos muy tensos. Minutos que estuvieron inundados solo por el silencio, un silencio que ninguna de aquellas personas describiría alguna vez en su vida como cómodo. Uno que sólo Prudence, tuvo la valentía de romper.

Prudence no le encontraba sentido alguno a seguir manteniendo entre ellos un ambiente tenso, por lo menos no sin motivo aparente.

Aunque aquellos fueran sus pensamientos, no pudo evitar notar los pequeños detalles que se daban en Lorraine y por supuesto también en Regina. Lorraine se veía ligeramente más pálida que en el momento en el que ingreso, como si se hubiese hallado con un fantasma o alguien cuya presencia no fuera más que indeseada.

Mientras que Regina contrariaba sus actitudes anteriores, pues ella era quien más ansiosa se hallaba por la llegada de dicha dama, era extraño que se hubiese quedado tan callada. Aunque hubiese querido, no habría podido dejar de notar aquellos detalles.

— Bueno, Federick ¿no deberías invitar a tu bella dama a tomar el té con nosotros? — sugirió con una sonrisa amable, aunque no por eso dejaba de observar con detalle la situación.

Ante aquella sugerencia, las tres personas restantes parecieron recuperar el sentido.

— Por supuesto — accedió rápidamente Federick, dándole una mirada llena de agradecimiento a Pru. — Querida Lorraine, nos haría inmensamente dichosos que accedieras a tomar el té con nosotros.

— Po... Por supuesto — contestó ella con una sonrisa ligeramente incomoda. Tanto para Prudence como para Federick, esta sonrisa podría confundirse fácilmente con el nerviosismo de una dama sensible ante la perspectiva de conocer a alguien del entorno a la persona amada. Más las dos involucradas, sabían que eso era mucho más complicado.

Sus actitudes iban mucho más allá que el clásico y hasta cierto punto adorable nerviosismo de cualquier persona ante la perspectiva de cometer un error delante de quien ama. Iba al hecho de que para ambas era el inicio de una carrera tortuosa, ya que se sentían como la presa y el cazador. Ambas sabían que ninguna sería capaz de permanecer en aquellas situaciones que ya empezaban a dar por hecho, pues su reunión no sería más que un catalizador, uno que ninguna podría alterar. Pues una vez que el destino tomaba un camino, solo te quedaba seguir en él, aun en contra de tus propios deseos.

Regina que hasta el momento se había mantenido en silencio, uno absolutamente rotundo y poco común en ella, en especial dada la agradable reunión que tenía frente sí.

En aquellos momentos de reflexión propia, su generalmente cálida mirada era reemplazada por una llena de nada, eso era, nada.

Era un vacío producido por la irritación, la ira y el cansancio. Estaba hasta cierto punto harta de revivir lo que de alguna manera había luchado por enterrar en el pasado, pero a la vez no pudo evitar que un poco de alivio se instalara en ella.

Tal vez la poco favorable situación frente a ella, era mucho más fortuita de lo que podría pensar, pues aunque hubiese intentado, siempre hubiesen habido dudas en ella. Aun si estas eran escasas, siempre habría vivido con cierta inseguridad.

Al reconocer para si aquello una ola de reproches surgió rápidamente. Reproches que luchaba por contener, pese a que estos ansiaban salir con desesperación.

¿Un Viejo Vizconde? O ¿Un Guapo Libertino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora