Capítulo 09
¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!
Quería detener ese sonido, era repetitivo y cansado, era molesto y yo solo quería descansar, seguir durmiendo.
¡Bip! ¡Bip! ¡Bip!
Debía detenerlo, debía cortarlo y levantarme, estaba aburrida pero mi cuerpo no reaccionaba, no podía moverme no podía abrir los ojos.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
El sonido cambió, ya no era molesto, era distinto, era interno... Ese sonido, ese sonido gritaba vida, era mi vida... Era la razón por la que estaba aquí.
— ¡Mi bebé! — desperté de inmediato, abriendo los ojos en grande y sentándome sobre la cama.
Había una mujer vestida de blanco, llevaba un gorrito y me observó con preocupación, sus labios se movían diciendo algo pero yo no entendía, no la escuchaba.
— Mi bebé... Mi bebé... — balbuceé, sentí algo salado en la comisura de mi boca, noté que eran las lágrimas que había derramado.
— Señorita, por favor necesita calmarse. — indicó la enfermera rodeando mi cama.
Fue cuando se movió en que noté a la persona que se encontraba detrás de ella, sentado en un gran sillón con uno de sus botones desabrochados el cabello completamente despeinado y los ojos inyectados en sangre. Dereck.
Pero no había rastro de mi Dereck, no del Dereck de la noche anterior, no del sonriente y apasionado, este tenía un aura distinta, un fuego en los ojos, una rabia instalada en ese rostro.
— Yo...yo... — observé a Dereck y continúe llorando, ni siquiera había tenido la oportunidad de contarle, ni siquiera le había dicho sobre nuestro bebé... Y puede... Puede que ahora...
Mi llanto se hizo presente en sollozos tortuosos y dolorosos, llevé las palmas de mis manos a mi rostro y lloré entres estas.
— Señor será mejor que se retire, está alterando a la paciente. — lo único que escuché segundos después fue la puerta cerrarse.
No sé a ciencia cierta cuando tiempo estuve llorando, solo que sentía mis ojos hinchados y mi pecho dolía, la mujer me había suministrado un calmante y ahora me encontraba echada en la cama otra vez.
— Lo perdí ¿Verdad? — balbuceé con la garganta seca, esto me dolía, me dolía en el alma.
— ¿Disculpe? — ella se acercó a mí.
— Perdí a... A mi bebé... — musité con una lágrima recorriendo mi mejilla.
— Oh dios no señorita. — ella tomó mis manos. — Agradézcale a su ángel de la guardia porque eso no pasó.
Parpadee repetidas veces como si estuviese viéndole mal, ella me sonrió con timidez y volvió a acariciar mis manos.
— Entonces todo esto.
— Solo tuvo una amenaza de aborto, la doctora le explicará con más detalle, por el momento debe reposar lo más posible y no tener emociones fuertes. — sentí que mi corazón volvía a latir como si todo a su alrededor volviera a tener sentido... Era real, lo que decía ella ¿Ella real?
— ¿No me está mintiendo? — sollocé, ella negó.
— ¿Por qué lo haría señorita?
Llevé una mano al corazón y otra a mi vientre, agradeciéndole a quien fuera porque todo estuviera bien, porque no le hubiese pasado nada a mi bebé.
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