Capítulo 15

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Capítulo 15

Desde que perdí la memoria tuve que aprender a vivir con lagunas en mi cabeza, vacíos que intentaba llenar y que lastimosamente nunca lograba retomarlos porque no llegaba nada.

Con el pasar de los días y los meses, me fui adaptando a esa idea. A la idea de que mi vida nunca más sería la misma, y que lo que había olvidado debía dejarlo en el pasado.

Cerré los ojos y recosté mi cabeza sobre la parte superior de mi cama, mis dedos tamborileaban sobre mi pequeño vientre abultado.

Con un suspiro cansado volví a la misma idea que me ha estado carcomiendo las últimas semanas. ¿Por qué de pronto me había empecinado tanto en recordar? Y más aún ¿Por qué no podía sacar a Lucian de mi cabeza?

Era como si desde aquel suceso, las cosas hubiesen cambiado, yo no sabía si se trataba de él o de mí, pero algo en mi interior se removió, estaba segura, cien por ciento segura que eran sus ojos aquellos con los que soñaba y que luego desaparecían. Estaba segura que ese hombre estaba involucrado conmigo de algún modo, lo que había dicho el tal Marco había dejado tantas dudas en mi cabeza que empezaba a dolerme.

Desde la manera en que me protegió, la forma en que me mirada, el recuerdo de sus ojos. ¿Quién daría la vida por alguien a quien no conoce? ¿Quién se arriesgaría de esa manera?

Tú lo hiciste tonta.

Me repitió mi subconsciente, recordándomelo. Y era exactamente eso lo que me llevaba al punto en el que me encontraba ahora, tan llena de dudas, tan confusa e impaciente.

Lo que yo había sentido, aquella desesperación, aquel temor, no lo había sentido antes. Fue como si en el momento en que Lucían se atrevió a beber de mi sangre mi mente se hubiese desconectado, y todo se hubiera vuelto blanco y nulo.

El sonido de la puerta me hizo salir abruptamente de mis pensamientos, suspiré y respondí con un simple pase.

Pasaron segundos hasta que noté la figura esbelta de Dereck acercándose con una fuente con comida, mi estómago rugió al instante pero mi ceño fruncido no lo cambiaría con comida.

— Te traje algo para que desayunes. — enarqué una ceja observando la exagerada cantidad de comida en la fuente.

Habían tostadas, ensalada de frutas, yogurt, café y distintos tipos de panes.

— No tengo hambre. — miré hacia la pared.

Lo cual era una vil y tortuoso mentira, mi hija definitivamente me iba a resondrar por esto.

Observé a Dereck dejar la fuente sobre la mesa de mi habitación y se sentó al pie de la cama, mis brazos seguían cruzados por debajo de mis pechos e intenté que mi entrecejo fruncido siguiera en su lugar.

— Lo siento. — lo escuché balbucear. Al principio pensé que había oído mal hasta que volvió a repetirlo. — De verdad lo lamento Margaret.

— ¿Eso es todo? — espeté con voz fría. Él pasó una mano por su rostro, sabía que esto de pedir disculpas le costaba, más aún cuando ambos eramos igual de orgullosos.

— Estás siendo injusta.

— Vete Dereck. — apreté los dientes.

— No Margaret, han pasado tres semanas y seguimos en la misma maldita situación.

— Porque tú sigues con la misma maldita actitud. — alcé la voz sobresaltando a ambos, tomé respiraciones profundas para no alterarme y mantener la compostura.

Tengo Sed de Ti - IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora