Te amaré por siempre - (Lucian y Maggy)
Margaret
Año 2079
Mis manos me tiemblan y sudan un poco de lo nerviosa que me encuentro me observo en el espejo y creo que si me miro una vez más comenzaré a llorar. Aliso el vestido y contengo el aire para tranquilizar mis nervios, aunque es prácticamente imposible hacerlo, controlar todas mis emociones, el dolor de barriga y el hormigueo que me recorre el cuerpo.
—Estás hermosa cariño. — Mi madre acomoda mi cabello para que el velo quede correctamente puesto y le sonrío, aún se me humedecen los ojos de saber que está aquí de que esto es real.
Recuerdo a la niña de hace años, la que sintió que le quitaron todo, la qué lloró desconsolada al haber perdido a su madre y a su hermano, recuerdo a esa niña y quisiera consolarla, quisiera decirle que no llore más, que no sufra porque sé que cree que ese dolor será eterno que jamás podrá llenar ese vacío.
Quisiera decirle que dejara de llorar, que en un par de años todo cambiaría, que se volvería una mujer fuerte, que será feliz y que formará una familia hermosa. Que nada está perdido que solo es un mal rato, una pesadilla y que al despertar volverá a ser estrujada por sus padres, por su familia, y por el amor de su vida.
— Dios, juro que no puedo creer que este día haya llegado yo... No sé, estoy asustada.
— No hay nada que temer Maggy. —Me acaricia la espalda. — Todo estará bien.
— Es solo que... Hemos pasado, por tanto, por tantas cosas que esto... Aún tengo miedo que desaparezca y...
— Hey. —Ella toma mis manos y me doy la vuelta para estar frente a ella. — No estás sola Margaret y nunca más lo vas a estar.
— Gracias madre — La estrujo entre mis brazos con los ojos empañados de lágrimas, escuchamos la puerta y Bee aparece a mi lado.
—Será mejor que te apures o Lucian se va a quedar calvo y tu padre también. — Sonrío y asiento.
Ambas me ayudan con el vestido y salgo de la habitación para recorrer los pasillos hacia el patio trasero de la casa. El nudo en mi estómago incrementa, y debo sujetarme con fuerza del brazo de Teresa y de Bee.
Veo la cabellera rubia de Pet quien corre hacia mí y al ver a mis dos princesas me relajo un poco más.
— Mami. — chilla y abre la boca. —Pareces una princesa. — río y acaricio su cabello. —Gracias mi amor. — Lucy y Enna también.
El cabello rojizo de Enna brilla ante la tonalidad blanca de su piel y del vestido y ni qué decir del oscuro cabello de Lucille, es una niña preciosa con unos ojos inmensos que dejan boquiabierto a más de uno.
Las pequeñas tienen dos canastitas de pétalos de rosas y Peter llevará los anillos, me resulta tierno y aún más dulce que Enna cuide tanto a Lucille, apenas se llevan unos meses, pero Adrienna es lo suficientemente despierta y hábil como para caminar por su cuenta y proteger a Lucille.
Caminamos hacia la puerta trasera en donde se encuentra Black en un traje que lo entalla perfectamente, cuando sus ojos dan conmigo su pecho se infla de felicidad y podría decir que sus ojos brillan con emoción.
—Wow. — suelta un sonido y suspiro de fascinación. —¿Eres tú? ¿Segura que eres mi niñita? Aunque definitivamente si te ves como una princesa.
—Papá. — me hecho a sus brazos y me estrecha contra su cuerpo.
—Estoy tan... Tan orgulloso de ti.
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