Capítulo 28

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Los días han pasado y aunque la investigación sigue casi como la del inicio, aun pienso en ¿Qué paso? Los dos vigilantes que fueron atacados al menos ya no están en peligro.

Miro la pantalla de mi computadora y mi mirada se desvía a la rosa azul que está a mi lado, la miro y pienso, recuerdo, vuelvo a sentir.

— Rose. – dice Tess desde la puerta de la oficina de mi padre.

— ¿Qué? – pregunto y la miro.

— ¿Ya me vas a contar? – pregunta. Desde que llegue ese día nadie sabía lo que había pasado, solo me contuve para que todos pensaran que todo estaba bien.

— Si – asiento y del cajón de mi lado derecho saco la carta, se la muestro, se acerca con cautela como si acercarse me rompiera.

— ¿Qué es esto? – pregunta mientras extiende la mano.

— Léela.

Mientras lee la carta voltea a mirarme, su vista viaja hasta la rosa y vuelve a leer, va a comentar algo, pero digo:

— Me dejo. Se acabó. – me entrega la carta y la guardo en el cajón.

— No se supone que fuera así, se supone que ustedes continuaran...

— Tess, no sé ni lo que quiero, ni mucho menos lo que siento. ¿No lo entiendes?

— Rose, él fue quien me pidió esto, ¿Por qué te dejaría?

— Porque es obvio, ya no siento lo mismo, ya no... no sentimos lo mismo. – explico, mi celular comienza a sonar, número desconocido, hago una señal de pausa y contesto. – ¿Bueno?

— Rose – escucho una voz distorsionada.

— ¿Quién habla? – pregunto, pero se escucha una risa.

— Prepara tu ropa negra – dice y cuelga, el corazón me late con fuerza.

— ¿Qué pasa? – pregunta Tess.

— Alguien, llamo y dijo que prepare mi ropa negra – por un momento sigo con el teléfono al oído, pienso en todas las personas que me rodean, pero solo hay tres lejos de mí, Paul, Cloe e Ian.

Rápidamente me pongo en contacto con cada uno, Paul y Cloe están bien, pero Ian no responde el celular, lo intento una y otra vez, pero sigue mandándome a buzón de voz.

— Es Ian – digo, siento como si mi corazón se saliera de mi pecho.

— Vuelve a intentarlo. – me anima Tess, marco nuevamente y por fin comienza a timbrar, pero no contesta la llamada.

— No contesta – digo y lo intento una vez más.

— Hola amor – dice, escuchar su voz me tranquiliza.

— Ian ¿Cuándo regresas? – pregunto, escucho que hay personas riendo.

— Hoy, en unas horas, estamos a punto de abordar.

— No, no regreses, no te subas al avión. – suelto el aire que no sabía que retenía.

— ¿Por qué? – lo imagino fruncir el ceño cuando pasa algo extraño.

— Me... me... me llamaron y...

— ¿Qué pasa Rose? – pregunta y niego.

— Fue una llamada extraña y hacía referencia a...

— Tranquila, no pasa nada.

— Por favor, no regreses, no en el avión. – insisto.

— Voy a mandar a que lo revisen para que estés segura, si no es seguro viajar en el avión, me iré en otro ¿De acuerdo? – pregunta y asiento, aunque sé que no puede verme.

SEDÚCEME COMO NUNCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora