Capítulo 29

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La reparación de los daños va cada vez mejor, quizá en unos días ya podamos volver a trabajar, toda la semana he tenido vómito y mareos, todo por ese estúpido jugo, acaricio mi estómago, me duele un poco.

— ¿Aún no vas al doctor? – pregunta Tess.

— No, pero voy a ir un poco más tarde.

— ¿Qué te han dicho de la construcción? – pregunta Nathan.

— Pues quizá en unos días ya podamos volver, solo fueron algunas cosas, no es que fuéramos a tirar el edificio por completo.

— Bueno, ¿No extrañas nuestras tardes de comprar? – pregunta Tess, sonrió y claro que las extraño.

— Siempre fui el que las llevaba y las esperaba afuera de la tienda.

—Sí, pero siempre te ligabas a las vendedoras o a completas extrañas del centro comercial. – su comentario refleja un poco de reclamo y celos.

— Bueno ese no es el punto, podemos ir los tres, como antes. – digo y asienten.

Paseamos como si fuéramos universitarios, compramos algunas cosas y jugamos en un establecimiento, jugamos bolos, creí que había perdido la práctica, pero veo que no es así.

— ¡Chuza! – digo levantando las manos.

— Yo te enseñe – dice Nathan.

— Lo sé. – contesto, veo como lanza la bola de boliche y se va de lado. – El alumno ha vencido al maestro. – sonrió, él pone los ojos en blanco.

— Deberíamos celebrar que SITLAND va a volver a ser abierta. – comenta Nathan.

— ¿Qué propones? – pregunta Tess.

— ¿Unos tragos? – pregunta, asentimos y nos dirigimos a un bar que está cerca del centro.

Ian me llama y al parecer es algo importante, nuestra celebración queda anulada, pero prometo que será muy pronto. La urgencia se debe a que pudieron obtener un video en el que se ve que son tres personas.

— Es Eloísa – susurro al ver como corre y ella da indicaciones, ve la cámara y dispara.

— ¿Quién? – pregunta Ian.

— Eloísa... es... mi prima. – contesto.

— Pero ¿Cómo? ¿Porque?

— Ella siempre me ha odiado, pero sé que es ella, todo concuerda, su silueta, como se acomoda el cabello, es rubio, los vigilantes dijeron que olía a jazmines y lavanda.

— Y...

— Ella usa ese asqueroso perfume.

— ¿Y si alguien solo quiere culparla? – pregunta, quito la mirada del ordenador y niego.

— Tiene bastantes motivos para odiarme, primero la herencia... ella estaba en prisión, trato de secuestrar a Cloe...

— Pero si está en prisión...

— No sabemos si continua en prisión, los años eran muchos, pero, no lo sé...

— ¿En qué prisión estaba? – pregunta, pero no lo recuerdo.

— No lo sé, no recuerdo si fue en España o aquí, fue mientras Cloe daba un concierto con sus compañeros.

— Déjalo en mis manos – dice, me abraza y no sabía que estaba temblando.

SEDÚCEME COMO NUNCADonde viven las historias. Descúbrelo ahora