CAZADORES DE SOMBRAS; la Heraldo Del Demonio

Alec quiere entregar a la Clave a Lucy.

- Clary, por favor, tranquila - le dijo Jace mientras la tomaba entre sus brazos.

Ella había perdido todo el color en su rostro y no podía respirar bien por la impresión.

Pero no era la única que estaba tan afectada, todos lo estaban. Absolutamente todos.

Jonathan Morgenstern estaba "vivo" de alguna manera. El ser más aborrecido por todo la comunidad mágica, y buscaba a Lucy, su prima e igual.

Ella estaba tan confundida.
- No te preocupes, no te dejaremos -le susurro al oído André.

Pero ella no estaba asustada, sí no, nerviosa. Nerviosa de haberse sentido tan aliviada de que su primo estuviese vivo. ¿Era egoísmo puro? Sí. Estaba feliz de qué su primo incomprendido no se hubiera rendido. Qué hubiera luchado.

Pero tenía que ocultar ese alivio a los demás. Sobre todo porque ahora todos estaban asustados y cansados.

- Imposible - dijo Alec, cansado.
- No lo es, cariño. Sin duda está nota es de él - dijo Magnus inspecciónandola.

- Lo sabía. Había estado soñando con algo horrible estos días, sabía que tendría que ver con mí hermano -dijo Clary en lágrimas.

Había dicho «Hermano» y eso no le fue desapercibido a Lucy.
André la sostenía por la cintura tratando de protegerla, pero ella no tenía miedo.
Le gustaba tenerlo así de cerca, siempre se había preguntado que se sentiría estar así de cerca de alguien que parecía tan diáfano.

- Debemos avisar a la clave - dijo Alec mientras se ponía de pie.
Jace se puso de pie también, lucía muy cansado.

- Sé que debemos de hacerlo, pero ¿qué le harán a Lucy?
- La encerraran - dijo André-. Lo harán porque creerán que ella está ligada a esto, y desafortunadamente no es mentira.

Magnus asintió pensativo.
- En eso tienes razón. No le creerán, para ellos es otra criatura igual que Jonathan, y qué esté ligada también por la sangre hacia ustedes, solo los convencera de qué es un peligro eminente.

Alec se volvió a él con gesto brusco.
- ¿Qué sugiere entonces? No podemos ocultar nada a la clave, hicimos un juramento.

André subió la voz igual que él.
- La van a matar- Jace se encogió-. Puede ser que me vea joven, pero sé muy bien cómo son la clave, he vivido lo suficiente para saberlo.

Alec negó rotundamente.
- Jace, tú entiendes porque no decirle a la clave agravaría las cosas ¿No?

Jace se aferró más a Clary.
- Alec, lo siento. Yo no puedo tomar esta decisión. Yo... simplemente no puedo. No puedo pensar con claridad.

Alec asintió y miró a Lucy. Se veía inofensiva y pequeña. Le recordó a Jace cuando era pequeño, solo e indefenso.

- Lo siento. Es lo mejor - Alec le puso una mano en el hombro de Jace.
- ¡Esperen! - Grito Lucy-. Mi madre, a ella la pueden torturar, por favor, no por mí, sí no por mí madre.

Alec la miró con lástima.
- Lo siento. Esto sobrepasa a tu madre.
- Alexander - le regaño Magnus.
- Sabes qué es verdad, Magnus. Lo siento chica, de verdad. No sabes lo que me causa hacerle daño a Jace.

Lucy se safo de André.
- ¿A Jace? - dijo herida-. ¿Entonces solo soy la hermana de Jace? ¿No soy una persona que pueda tomar sus decisiones?
- Yo no quise decir eso...
- No, sí. Ahora veo que solo soy la hermana de Jace Herondale. Ahora sé lo que el pobre de Kit sufre. No somos nadie más que un estúpido apellido. No. Es mi decisión lo que debemos hacer.

Alec camino hasta ella y con voz amable le dijo:
- Te supera, por favor, coopera.
- ¿Cuál es mi nombre? - le espeto.
- ¿Disculpa?
- ¡Ni siquiera sabes mi estúpido nombre!

Clary abrazo a Lucy. Esto la tomó por sorpresa.
- Haz lo que sientas que debas hacer -le susurró.

- Sí te vas traicionaras a la clave. A los los Herondale y todas esas familias que sufrieron por culpa de Jonathan.

- ¡No es mi culpa ser cómo él! - dijo entre balbuceos por las lágrimas-. Tampoco fue la culpa de Jonathan.

Otra voz se escuchó entre la conversación.
- Pero si fue su elección matar a Max - era Isabelle, hermosa como siempre.

- Ella no es culpable de esos delitos - dijo Magnus, mirándolos con asombro.
-Pero si se va, sí lo será, dejara que ese infeliz salga impugne -dijo Isabelle, mientras su látigo se desenrollaba de su muñeca.
- Isabelle, controlate - dijo Simon.
- No Simon, ¿Quién nos dice que ella no nos traicionara? Ya lo hizo una ves.

Lucy no podía creer la crueldad de sus palabras, y cómo Jace, cansado, había dejado de hablar.
Clary seguía de pie junto a ella. Pero sus ojos ya no tenían color. Solo tenía a André. Pero eran dos contra la clave, y André no tendría porque sufrir por ella.

- Ven por mí - murmuró con una lágrima y lo suficientemente bajo para que nadie la escuchara.

Entonces el caos se desató.
Criaturas horripilantes con alas y con olor a azufre aterrizaron sobre él techo.
Alec salió de la casita y se encontró con más de diez criaturas similares y demonios qué se arrastraban entre el asfalto para llegar a la casa: estaban rodeados.

- ¡Rápido, necesito ayuda! - grito con horror.
Y algo oscuro y tenebroso despertó en Lucy al ver a Alec tan desprotegido.

Todos salieron y se armaron, y mientras todos llamaban a las espadas por los nombres de los angeles, André le tomó la mano.
- Vamos, debemos ayudarles.

Ella lo besó. Corto y dulcemente
- Te amo- musitó.

Y el le dedicó una mirada llena de amor que derritió él corazón de Lucy.

Entonces una criatura enorme de cuatro patas, similar a las que se encontraban en el techo la tomó, pero con gentileza, y se la llevó.

Jace soltó un grito desgarrador mientras André trataba de detener a la criatura.
Clary se había dejado caer de rodillas y todos los demás palidecieron.

Había alguien en frente cabalgando la criatura.
- Hola - le dijo, y su cabello blanco volaba entre la brisa de la noche.
- ¿Tú eres..?
- Soy Jonathan Morgenstern. Y lamento haberte conocido de esta forma - dijo con verdadera pena y fijando sus ojos verdes en Lucy.