El amor de André.

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Tessa se había marchado para encontrarse con Jem. Clary aún estaban cenando junto con Sky.

El rostro de ella estaba tan iluminado y felíz. André observó qué su corto cabello pelirrojo brillaba a la luz de la fogata, como si su cabello fuera el fuego mismo. Recordó lo asustada que ella estaba, el dolor en sus ojos cuando le confesaron qué ella era en parte demonio. Como lloraba durante noches enteras, golpeando la pared, odiando el destino.

Él nunca mencionó una palabra de aliento hacía ella. Sky solo era su encargo. Pero últimamente había algo en su mirada qué le dejaba intrigado, siempre quería saber más, y ella siempre se callaba.

Se culpó a si mismo por sus sentimientos, siempre se interesaba por la persona equivocada.

Recordó cuando ella, una noche solitaria, sacó la fotografía de Frank. Al día siguiente tenía los ojos rojos de tanto llorar.
Él sabía lo qué era abandonar la esperanza de vivir junto con alguien. Pero a ella le habían arrebatado su libertad. Era un experimento. Era doloroso verla cuando en el instituto maldecian el nombre de Jonathan.

Cómo ella se abrazaba a sí misma en un intento inocente de protegerse. Cómo observaba a Jace abrazar a Isabelle, mientras ella se abrazaba así misma, sola.
Como Clary hablaba de su madre, y ella le animaba a continuar. No le tenía resentimiento. Ella realmente era pura. Era curioso cómo una criatura con sangre de demonio era tan frágil y sensible. Cómo sin saber por las noches ,cuando él la vigilaba, lloraba por su madre. Cómo su hermanastra, a quién ama, también está enamorada del mismo chico.

Era tan imperceptible su tristeza que ahora mismo Clary bailaba junto con ella en frente de la chimenea, mientras Jace les aplaudía.

Ambas estaban felices, y André supo que era la primera vez que la veía reir de corazón. Cómo sus pies descalzos danzaban sobre la madera. Le pareció ahora tan feroz, vió un atisbo de la grandiosa cazadora de sombras que es.

Y entonces ella lo miró, con sus grandes ojos azules, y le sonrió.
Su vestido blanco hacía relucir su pálida faz, y se sintió deseoso de tocar su piel. De mantener esa imágen de ella bailando y sonriendo por siempre. Aunque por siempre era imposible, porque ella era mortal.

No podía sentirse de esa manera por ella. Era tonto y estúpido. Pero ahí estaba, tomándole la mano a Sky que lo guiaba hasta en frente de la chimenea.

Tomó un malvavisco y se lo pasó.
- Come uno -ordenó, pero su voz era dulce.
Él lo hizo y ella le guiño un ojo.
Ahi fue cuando André se dio cuenta de qué estaba perdidamente enamorado de ella.

De su protegida. Una vez mas se enamoraba de la niña en problemas, qué está enamorada de otro...

Entonces se dió cuenta qué la quería. La quería, y ahora solo esperaba ser destrozado de nuevo.

Ojalá la hubiese conocido en un puente de londres, bajó la lluvia mientras él caminaba por las calles adoquinadas.

Él se la encontraría y le preguntaría porque estaba bajo la lluvia. Una historia tranquila y creíble.

No la qué tiene en sus manos; un pobre brujo enamorado de una niña, a quién debía cuidar. Asando un malvavisco en la fogata.

- Gracias - susurró ella. Su cabello caía por sus ojo - Por todo. Fuiste el único que me veía por quién soy en realidad; Lucy Herondale. No Sky Woodrose. No Amelia.

El le dedicó una sonrisa. Estaba avergonzado.
- Desearía qué me permitieras conocerte mejor - continuó.

Esa confesión dejo helado a André.
- Me gustaría qué supieras qué no estás solo. Tú también formas parte de mi vida. Eres importante. Sin tí, no podria haber llegado así de lejos. Te lo agradezco.

- No me necesitas - susurró André. Ambos seguían arrodillados en frente de la chimenea.
- Si lo hago.

CAZADORES DE SOMBRAS; la Heraldo Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora