Emma Carstairs y Lucy Herondale.

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- Alya prepara los mejores pasteles que he probado - comentó Jonathan llevándose la cuchara a la boca.

Clary le sonrió con dulzura mientras tomaba una rebanada de pastel de betún de cereza de una gran charola de cristal.

Cuándo se lo llevó a la boca, hizo tal  mueca de felicidad, que provoco un ataque de risa en Jonathan.

Se le veía tan felíz y satisfecho.
A Lucy se le ocurrió pensar en qué  está era  una vida muy cómoda para vivir vivir. Sus dos primos, pasteles y  no preocupaciones.

- Me alegra qué te haya gustado, hermana - dijo deleitado observándola.

Se levantó del sillón rojo y caminó hasta Alya, la sirvienta, y le colocó la charola en sus manos.

- Por favor, llévala a la cocina.

Alya asintió, desganada.

Jonathan le sonrió a Lucy.
- Prima, luces muy seria - comentó-. Deberías tomar aire, Clary, deberías acompañarla.

Clary se levantó del sillón y limpio las migajas de pastel de sus jeans.
- Por supuesto, vamos.

Los ángeles, California, no era de las ciudades favoritas de Lucy. Pero ella aceptaba que la vista del mar era completamente preciosa.

Los grandes ventanales de la mansión, el acantilado sobre la que está estaba, hacían una ilusión de vivir en cuento de hadas, y tal vez así era...

Cuando se encontraban fuera de la mansión, la brisa marina y el olor a sal se hacían evidentes.

Las dos caminaban a lo largo de la vereda. Clary estaba muy sonriente, tanto que Lucy sintió una punzada de celos. Luego pensó en su hermano, Jace. Y cómo ella misma lo había abandonado, y ese pensamiento no se había mitigado.

Una chica rubia con coleta se detuvo en frente de Clary.

- ¿Clary? - dijo extrañada-. No me dijiste nada sobre una visita. ¿Qué haces aquí? ¿Estás en una misión?

Era muy guapa y estaba segura de ya haberla visto. Los ojos cafés de la muchacha se fijaron en Lucy pero no dijo nada, si no que otro muchacho de cabello blanco fue el qué hablo.

- Lucy Herondale - dijo-, eres famosa.

El muchacho llevaba puesto ropa para entrenar, sin embargo no parecía ser completamente cazador de sombras.

- Somos amigos de tú amigo, Kit, y también de tu hermano, sobre todo Mark - explico la chica rubia.

Lucy la miró fijamente, llevaba puestas runas en su piel.

- Emma Castairs - se presentó-usualmente no me olvidan, pero veo que tú lo hiciste. Bah, después de todo eres una Herondale, los Castairs estamos en deuda con ellos - dijo sonriente.

Lucy sintió envidia de la hermosa sonrisa de Emma. Mark la miraba con una cariño mal disimulado.

- Clary, no me has respondido - dijo Emma, volviéndose a Clary.

Clary lucía ajena a los comentarios de Emma. Mark lo notó.

- ¿Clary?- preguntó.

Él se acercó hasta ella, y retrocedió, asustado.

- ¿Mark, que diablos te ocurre? - se quejó Emma.

Pero Clary comenzó a reír estrepitosamente. Su rostro se desfiguró lentamente hasta quedar en el de otro; La reina Seelie.

- Sabía que tú no serías inmune a mi encanto - le dijo a Mark-. Niño extraño.

Mark no sabía cómo reaccionar.

Emma, sin embargo, estaba enojada.
- ¿Cómo te atreves a sustituir a mi amiga?

Sacó de su funda a Cortana. Su rubio cabello brillaba con el sol.

- Oh, niña, no hay necesidad de hacer esto. Clary está perfectamente bien y a salvó con su  amigo Simon. Esto tiene que ver con otro tema, qué, te aseguro, no quieres saber.

Emma lanzó un bufido impropio para una señorita.
- No me digas, porque yo soy bastante entrometida, y todo me interesa - dijo imitando el mismo tono de voz que la reina.

La reina río sin ganas.
- No por ti, niña, si no por tu amado, bien sabes que no me refiero ah...
-... No hable más - la frenó Emma-, si se va de aquí, no les diré nada a la clave, pero la quiero fuera de aquí, ahora.

Otra muchacha de cabello negro y piel  tostada se acercó hasta ellos.

- Reina Seelie - dijo sorprendida.
- Hola Cristina Rosales, saludame a tu madre, hace mucho que no bebo café con ella.

Emma se volvió abruptamente con Cristina.
- No se de qué habla -le susurró Cristina

- No se metan, niños. Esto es entre Lucy Herondale y yo.

Emma volvió a sujetar a Cortana con más fuerza.
- Y le vuelvo a repetir; Los Castairs estamos en deuda con los Herondale.

Emma se impulsó en el viento pero la visión de algo la detuvo, dejándola petrificada.

Cristina corrió hasta ella.
- Imposible - murmuró Mark.

Sebastián Morgenstern estaba delante de ellos, con el rostro preocupado.

Y mirando fijamente a Lucy.

- Es una ilusión, debe ser eso. Una ilusión creada por la reina - dijo Mark.

La reina negó, encantada.
- No, lindo. Es completamente real. ¿Verdad, Lucy?




CAZADORES DE SOMBRAS; la Heraldo Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora