El adios, capítulo final.

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— ¡Paren! — gritó lucy, al ver completamente desvestida y humillada.

Todos estaban muy quietos.

Lucy caminó hasta los soldados.

Todos eran hermosos y brillantes, como ángeles. Sus ojos eran de cristal, sin ver a ningún lugar más que su objetivo.

Uno, sin embargo, miró por encima a lucy, casi imperceptiblemente.

Sus ojos eran dorados y su cabello negro azabache.
No lo conocía, pero inmediatamente sintio pena por él.

— Debe de haber alguna forma de detener esto, por favor, escuchen— rogó Lucy a los soldados.

Nadie le miraba, ni siquiera el soldado con quien había cruzado mirada.

Observó a Eva ser sujetada por dos hombres. Su cuerpo desnudo, las cicatrices de diferentes mensajes grabados sobre su piel.

Era una imagen grotesca, sádica y horrible.

Quería tapar sus ojos, pero bien sabía que eso solo la convertiría en una cobarde.

Tomó aliento, un poco del muchos le hacía falta, y caminó hasta Eva.

— No puedo pelear contra ti así— dijo, mirando sus ojos verdes.

Eva quiso hablar pero su voz se rompió y sangre salió de sus labios.

Lucifer, el demonio, se acercó también hasta Eva

— Escucha, ya has sufrido mucho, querida, es hora de que descanses —le dijo con voz amable.

Colocó su mano en el hombro de Eva. Los soldados se apartaron inmediatamente. De entre las filas, dos hombres salieron a relucir.

Uno de ellos llevaba una armadura oxidada con runas. Sus cuerpo resplandecían de manera cegadora.

Lucy intento, a pesar de la exhorbitante luz, ver a los rostros de aquellas dos figuras.

La otra figura llevaba lo que parecía ser un simple vestido, y al igual que su compañero, resplandecía.

Una gran trompeta sonó, ensordecedora y poderosa. Entonando notas que ni una de los presentes, a excepción de Will, habían escuchado.

Will tomó la mano de Tessa.
— Son las trompetas del cielo —le susurró al oído.

Tessa dejó de ver a las figuras y concentró su mirada gris en la de Will.

— ¿Trompetas del cielo?

— Cuando morimos nosotros los cazadores no vamos a ningún lugar. Solo hay sombras y oscuridad, pues nuestro propósito es solo pelear. Pero a mí me ocurrió algo diferente, extraño, pues ví  a mis dos hijos después de lo que creí una eternidad. Al verlos, sonó esa trompeta mientras cruzaba las cenizas hacía su encuentro.

Tessa lo miró tratando de procesar todo la información. Un hueco en su corazón se había formado. Estaba triste por como narraba lo que había sido su muerte, pues la oscuridad es dura. Y luego se aterró ante la gravedad con la que había hablado Will. Su Will. Quién lo recordaba bromista y encantador.

Colocó sus manos en su falda entubada, y la apretó. 

André caminó hasta la primer figura. El muchacho de la gran armadura.

Cuando sus ojos enfocaron a quien la portaba, se quedó sin habla, pues un haberse visto antes, sabía muy bien de quién se trataba.

Su sonrisa orgullosa, su mirada cruel. Su aspecto divino pero a la vez tan humano. Era la imagen de Dios, porque a su imagen y semejanza había sido creado.

CAZADORES DE SOMBRAS; la Heraldo Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora