Clary se reencuentra con su hermano.

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Lucy no podía dejar de observar a Jonathan tocando el piano. Verlo se sentía tan ajeno, moviendo con agilidad sus dedos por las teclas, la melodía triste y melancólica. Lucy nunca había escuchado esa canción, la recordaría.

Jonathan dejó de tocar y se quedó observando el piano muy serio.

Luego sacudió la cabeza y le sonrió a Lucy.
- Tocas el piano increíble- Jonathan negó con la cabeza.
- Solo me sé una canción- contestó con modestia.

Se levantó del taburete del piano y caminó hasta la sala dónde ella estaba sentada.

Se sentó en un espacio del mueble y aliso su pantalón negro. Llevaba  una sudadera gris bastante sencilla que lucía inapropiada en él,  su figura era demasiado elegante para prendas tan casuales.

- Luces bien en tu ropa mundana, prima - Jonathan le puso una mano en el hombro y la dejo puesta ahí por varios segundos observando su vestido rosa corto.
- Gracias - Lucy se alejó poco a poco. La cercanía de Jonathan aún la ponía nerviosa.

Leyendas de las crueldades que hizo, personas que perdieron a sus seres queridos a manos de Jonathan. Aunque él afirmaba que no era el mismo, solo una persona era capaz de averiguarlo y era Clary.

Jonathan se levantó del mueble con ligereza y caminó hasta la cocina. Lucy le siguió y lo encontró comiendo a escondidas un gran tarro de helado.

Él hizo un gesto nervioso.
- Antes no conocía el helado -dijo-. Es tan dulce y frío...

- Haces sonar el helado cómo algo realmente profundo, pero es solo helado.
Él lanzó un suspiro y cerró el tarro de helado. Lo guardó en la nevera y centro sus ojos en Lucy.
- Supongo que sí, pero nunca lo había probado- se revolvió el cabello con la mano izquierda, estaba nervioso.

La puerta se abrió y entró una muchacha castaña. Llevaba el uniforme de una mucama francesa. Era bastante bonita, con sus ojos verdes y pestañas negras.

- Lamento si interrumpi algo -dijo al ver a Lucy frente a Jonathan.
Jonathan dió un paso atrás.

- No interrumpiste nada, Alya - dijo sobresaltado.
Ella asintió notablemente tranquila.
- Ella es mi prima, Lucy - Jonathan dió un pequeño empujón a Lucy para que se presentará.

- Lucy Herondale, un gusto.
La mucama miró turbada a Jonathan.
- ¿Eres una Herondale? - dijo impresionada.

Lucy estaba acostumbrada a que las personas reaccionaran de esa forma.
- Lo soy - Los artículos que llevaba Alya se cayeron al suelo de mármol negro.

Jonathan las levantó y las colocó en la mano de Alya. Ella le sonrió apenada.

- Lo siento. Vengo de una familia que tiene la visión, no somos más que humanos afortunados,y yo había escucha hablar sobre los cazadores de sombras, sobre todo de los Herondales. Mis padres siempre habían soñado con servirles pero, bueno, nunca se les dió una oportunidad.

Jonathan miró a Lucy, esperando a que responda algo.
- Oh, bueno, me gustaría más que me consideras una amiga, sí no te molesta - Alya negó sonriendo.

Lucy se sentó entonces de nuevo en el mueble rojo de cuero que se encontraba en la sala.
Alya seguía estando de pie en el mismo lugar durante mucho tiempo.

Luego salió de su ensoñación y caminó hasta otra habitación. Una vez se fue, Jonathan soltó una risa pequeña.

- Bastante peculiar - tomó de la mesita de café un libro ya abierto por el medio y se dispuso a leerlo, pero Lucy tenía tantas dudas...
- ¿Ella sabe quién eres?

Jonathan le miró con curiosidad y cerró el libro. Tomó de la mesita de café una taza y sorbio durante unos buenos segundos.
- Sí. Lo sabe pero necesita el dinero y nunca la he tratado mal. Puedo creer que está cómoda.

Lucy asintió, y recordó los ojos verdes de la muchacha mirándola fijamente como si fuera una ensoñación.

La tarde transcurrió tranquila. Jonathan leía o practicaba piano, y Lucy se pasaba el tiempo pensando en  cómo estaba André.
Cuando ya era bastante noche, Alya, se puso a tender la cama. Era una muchacha muy bonita, de finas facciones, de piel tersa y rizos castaños.

- Nunca pensé en que realmente un cazador de sombras me empleará -dijo, mientras inflaba una almohada y la ponía en su lugar.
- No son la gran cosa - contestó Lucy, ayudandola a colocar otras sábanas.

Alya se detuvo y la miró con expresión contrariada.
- Sé lo que es usted - dijo-. Y lo qué fue el señor Jonathan.

Se veía bastante enojada por el comentario qué recién había hecho Lucy. Luego se volvió hacía el tocador y comenzó a ordenar todo con dedicación.

- ¿Sabes qué fue un asesino?- dijo Lucy-. ¿ Qué todas las criaturas lo odian?

Alya asintió. Dejó de hacer lo que estaba haciendo y se quitó trabajosamente el mandil de su uniforme. Parecía que le faltará el aire.
- Sé todo. Y también qué ama a Clary, su hermana, de una forma en la que no se debería amar a una hermana - comentó, con repugnancia-.

Lucy recordó los ojos verdes de Jonathan, completamente vivos, mientras hablaba sobre Clary.
- Él no la ama de esa manera - dijo Lucy-.
- Lo hace, señorita, solo habla de ella- su rostro estaba lleno de resentimiento.

Lucy entonces entendió la situación; la sirvienta estaba enamorada de Jonathan.

Se escuchó un ruido brusco en la sala y las dos se asustaron.
- ¿Qué fue eso? - dijo Alya, mirando para todos los lugares-.

Lucy colocó un dedo sobre sus labios indicándole que se callara.

Salió de la habitación con sigilo y encontró la escena que nunca pensó ver; Clary abrazaba a Jonathan.

Los dos lloraban temblando. Y una mano encontró la de Lucy entré todo el alboroto; André.

Sus ojos ansiosos y sus manos torpes la acercaron hasta él.
- Creí que te había perdido- susurró sujetando su cabeza con desesperación.

Lucy se separó para observarlo. Se veía más delgado, sucio y desgastado. Todo eso le dolió en el corazón.

- ¿Por qué te fuiste? - dijo fríamente.
- Tenía qué huir, viste lo que intentaba hacer Alec, mi madre corría peligro-.

André negó aún sujetandola. Cuando se separaron Clary aún seguía abrazando a Jonathan.

Pero en cuanto la vio, se soltó de él con delicadeza y corrio débilmente hasta Lucy para envolverla en sus brazos.
- Estás bien - decía revisando todo su rostro.

El rostro delicado y aniñado de Clary estaba cubierto en lágrimas.
- Lo estoy, yo lo siento tanto - Clary negó y le sonrió.
- Estás a salvo. Tengo que avisar a Jace, pero antes tengo que hablar con Jonathan - su rostro estaba radiante.

Si Clary había reconocido a su hermano y no le temía, significaba que Jonathan si era bueno.


CAZADORES DE SOMBRAS; la Heraldo Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora