CAPITULO 20

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Haven estaba en la puerta de la habitación de Carmine, agotada por el sueño estropeado y deseando nada más que tomar una siesta, pero cosas mucho más urgentes necesitaban ser tratadas.

Escaneado el desastre, Haven contempla por dónde empezar.

—Mira, no tengo ni idea de lo que encontraras —dijo Carmine—. Pediré disculpas de antemano por todo, así no tengo que seguir diciendo eso a medida que avanzamos.

Se acercó a su ropa sucia y las arrojó en su cesto mientras Haven tentativamente se abría camino por la habitación.

—¿No quieres separarlas? —preguntó ella.

Se quedó inmóvil, con un par de pantalones.

—¿Separarlas cómo?

—Un montón de ropa blanca y un montón de color funcionará. —Sí, señora. —Él le dio un saludo. Su sonrisa se desintegró, y suspiró al ver su expresión caída—. Estoy bromeando. Puedo manejar la separación de la ropa... olvidé que tenía que hacerlo.

Llevó la ropa de vuelta fuera de la canasta e hizo dos montones mientras Haven recogía sus libros de texto. Los puso sobre su escritorio y movió los montones de papel para organizarse un poco.

—Entonces, eh... —Carmine levantó una camisa blanca con rayas de color azul marino—. ¿Considerarías esto de color o blanco?

—Color —dijo, mirando los montones—. Esa camisa blanca con el diseño verde es de color también.

Carmine recogió la camisa y la arrojó en el otro montón.

— ¿Cómo lo sabes?

—La etiqueta dice no utilizar ningún blanqueador.

— ¿Lees mis etiquetas? —Su voz fue seria, como si estuvieran discutiendo algo escandaloso.

Ella sonrió.

—Sí, las leo cuando lavo tu ropa.

— ¿Y te acuerdas de eso?

—Por supuesto.

—Bueno, no me dijiste que leyeras las etiquetas.

Haven contuvo su risa, sabiendo que solamente haría empeorar su irritación. Cuando Carmine terminó de separar la ropa, ella llevó el cesto de la ropa blanca a la planta baja para iniciar la carga. Sacó un par de cosas que obviamente no eran blancas y las puso a un lado para lavar con la siguiente carga, pues no quería que fuera un gran problema.

Arrastró el cesto vacío a la habitación de Carmine y lo encontró tirado sobre su estómago en la cama. Ella miró hacia su espalda, hipnotizada por sus músculos esculpidos prominentemente en perezosamente y la forma en que sus tatuajes se destacaban su piel. Se dio la vuelta para mirarla y sonrió

—Pierdo. Esta mierda es dura.

Todo lo que había hecho era clasificar la ropa, y había hecho un muy mal trabajo en eso.

—Es fácil para mí.

Él rodó los ojos mientras recogía la segunda carga de ropa.

Retiró un par de CDs mientras ella desnudaba su cama.

Él se tomó un descanso. Ella fue a buscar ropa de cama limpia.

Él puso un poco de música. Ella hizo su cama.

Él se dejó caer en su escritorio mientras ella caminaba por la habitación, agarrando las cosas al azar y poniéndolas donde asumía que iban. Carmine la observó con atención, la atención haciéndola más consiente de cada movimiento. No le importaba que él no fuera de mucha ayuda, considerando que iba a hacer un mejor trabajo por su cuenta, pero su mirada la ponía nerviosa. De vez en cuando, él rechinaba los dientes, tratando de contener su irritación cuando le tocaba ciertas cosas.

SEMPRE forever (Español).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora