CAPITULO 35

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Un escalofrío recorrió el cuerpo entero de Carmine, haciendo que sus músculos se tensaran. Haven se quedó mirando fijamente su forma dormida durante un rato, viendo la subida y caída de su pecho al respirar. Había una agitación en su interior, una calidez despertando en lo más hondo de su pecho. La asustaba, sin embargo, la hacía sentir como si estuviera flotando en el aire.

Era esperanza.

Haven agarró la manta y cubrió a Carmine antes de bajarse de la cama. Se vistió, dándole un último vistazo antes de ir al piso de abajo, a la cocina. Extrajo los ingredientes para un pastel de crema italiana y tenía la masa mezclada cuando unas pisadas sutiles resonaron detrás de ella. Eran cautelosas, los pasos de alguien intentando pasar desapercibido.

Pero Haven las notó.

Sus manos temblaban mientras recogía la masa en los moldes, tratando de ignorar la presencia. Colocó el pastel en el horno y ajustó el temporizador. Un escalofrío corrió a lo largo de la columna vertebral de Haven cuando Corrado finalmente habló, con su voz tranquila y plana.

—Buenos días.

—Buenos días, Sr. Moretti —dijo ella, volviéndose para mirarlo. Iba vestido con un traje negro, con la chaqueta abierta y las manos en los bolsillos—. ¿Puedo ofrecerle algo?

Él no se movió, su postura era tan escultural que se preguntó si estaba siquiera respirando.

—No —dijo finalmente, la palabra resonando en el tenso silencio.

Reanudó volver a hacer el glaseado mientras se movía hacia ella. Instintivamente, dio un paso atrás. Si Katrina le había enseñado algo, era a mantenerse fuera del camino cuando tuviera la posibilidad.

Corrado agarró una botella de agua y se quedó a un lado, observando un poco más. El Dr. DeMarco entró después de unos minutos y le dio a Corrado una mirada curiosa antes de que sus ojos encontraran su camino hasta ella.

—Buenos días, dolcezza.

Ella dejó escapar un suspiro de alivio por la amabilidad en su voz.

—Buenos días, señor.

—Estoy sorprendido de verte despierta tan temprano hoy —dijo—. ¿Supongo que Carmine aun duerme?

—Sí, señor.

El temporizador en el horno se apagó. Haven sacó las capas del pastel mientras el Dr. DeMarco se paraba cerca de ella, mirando por la ventana con una expresión melancólica. El sol estaba saliendo, iluminando el camino de entrada y el espeso bosque que rodeaba la propiedad.

—Estarán aquí pronto —dijo, su atención moviéndose hacia el pastel—. Pastel de crema italiana.

—Lo hice para el cumpleaños de Carmine.

La irritación cruzó su rostro. —Fascinante, ¿no es así? —Preguntó Corrado desde el otro lado de la habitación—. Nunca antes he sentido un fuerte sentimiento de déjà vu como éste.

El Dr. DeMarco apretó los dientes, volviendo la mirada hacia el exterior.

—Cuando termines, niña, necesito que te asegures que Carmine está despierto. Iría yo mismo, pero algo me dice que probablemente no esté decente.

Hizo hincapié en la palabra decente. Las mejillas de Haven se sonrojaron.

—Sí, señor.

Corrado rio.

—Estoy bastante seguro de que este es uno de esos momentos a los que Carmine se refería, Vincent. —El Dr. DeMarco sacudió la cabeza y salió de la cocina, mientras Corrado se demoraba—. Cuando despiertes a Carmine, dile que su padrino se acerca. —Salió, murmurando—: Tale il padre, tale il figlio°—en voz baja.

SEMPRE forever (Español).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora