CAPITULO 51- Final.

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Instalarse otra vez no había sido fácil. Los recuerdos torturaban los sueños de Haven y continuaban siguiéndola durante sus horas despierta. Destellos de caras, gritos horribles, y mordaces palabras que constantemente la comían, y la peor parte era que no estaba segura de que algo fuera real.

Garabateaba en las libretas otra vez y esbozaba dibujos de las imágenes que veía en su mente. Su monstruo volvió, burlándose de ella con su cara destrozada y sus malvados ojos. Eso la recordaba que no importaba dónde fuera, esa parte de su vida nunca se iría.

Carmine solo estaba demasiado distraído, las pesadillas infestaban su sueño otra vez. Salía a hurtadillas de la cama por la noche, y algunas veces ella le seguía, escuchando como tocaba la misma canción durante horas.

Los dos eran niños rotos, desesperados por estar enteros otra vez, luchando por encontrar el equilibrio en un mundo fuera de su control. ¿Qué era negro y blanco y rojo? Carmine lo era, pensó Haven. Un alma salvajemente desgarrada por la mitad, sangrando por todo lo que veía. El yin y el yang, el bien y el mal, el amor y el dolor todo extraño el uno con el otro. Dos lados, dos mundos enormemente diferentes, pero algún día emergerían como uno. Tenían que hacerlo.

Il tempo guarisce tutti i mali. El tiempo cura todas las heridas.

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Algunas cosas en la vida solo ocurren una vez, los recuerdos duran para siempre. Son monstruos que te alteran, convirtiéndote en una persona que nunca creíste que llegarías a ser, pero que alguien como tú estaba destinada a ser. No hay ningún botón de rebobinado en la vida, sin recuperaciones u otras oportunidades para arreglar las cosas que deseas poder cambiar.

Si las hubiera, Carmine tendría ocho años otra vez, demandando a su madre que esperaran a un coche para recogerles. No terminarían en ese callejón, y su madre viviría para ver otro día.

Él volvería a los dieciséis y dejaría su pistola para conducir a la casa de su mejor amigo en peligro. El pasado sería pasado, y habría paz, en lugar de rivalidades públicas que hieren a todos al final.

Él estaría en esa cocina a los diecisiete otra vez, limpiando su zumo derramado en lugar de asustar a Haven tan gravemente. No habría juzgado a la extraña chica, y quizás habría sabido lo que el amor era un poco antes.

Habría muchos lugares a los que Carmine volvería, muchas cosas que habría hecho de manera diferente, pero una cosa que no volvería hacer era lo que había hecho para salvarla.

Sacrificio. Era algo que aprendió de su madre, cuando dio su vida para salvar a una joven niña. Habría aprendido eso de su padre, cuando hizo un juramento a una organización para estar con la mujer que amaba. Incluso Corrado se había puesto en la línea, arriesgando su seguridad para evitarles más dolor.

Y lo aprendió de Nicholas, quién ayudó a un virtual extraño y no pidió nada de vuelta. Nada, excepto una bala en el pecho, terminando con su corta vida.

Si Carmine pudiera volver, realmente se disculparía con él ese día. La vida es una lucha, y sería fácil si viniera con un borrador, pero no lo hace. Lo que se hace está hecho, tan duro como sea de aceptar.

Aunque, algunas veces, la gente consigue segundas oportunidades. Ellos consiguen más intentos. Era demasiado tarde para otros, pero Carmine fue bendecido con más tiempo. Tiempo para intentar hacer las cosas bien.

— ¿Carmine?

Carmine miró a su profesora de Historia, la Señorita Anderson, y sintió la más extraña sensación de deja vú por su expectante mirada. Había fracasado en su clase la última vez y estaba de vuelta en su último año, un requerimiento para la graduación.

SEMPRE forever (Español).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora