CAPITULO 49

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El sol se había puesto, la oscuridad cayó sobre Chicago cuando Vincent y Corrado condujeron hacia el lado oeste de la ciudad. Una luna llena se cernía en el cielo, un anillo de luz la rodeaba parcialmente escudada por una delgada nube cubriéndola. El viento azotaba un poco, haciendo vibrar el coche con sus impredecibles ráfagas.

La falta de comunicación le puso de los nervios a Vincent. No tenía ni idea de lo que su hijo estaba tramando, en la situación que estaba, o si estaba bien. Giovanni nunca le había dado a Vincent una razón para molestarle, pero el hecho de ser su soldati el que se había desviado no le sentó muy bien. Si hubiera puesto atención, debería haberlo visto.

Corrado salió de la autovía y condujo a través de las calles. Muchos de los edificios parecían abandonados, desgastados y con tablas. Las señales de bandas estaban desperdigadas alrededor con pintura de spray por matones de calle quienes se consideraban duros. Hombres sin verdadera lealtad, sin respeto en su orden.

La falta de civilización siempre había disgustado a Antonio. Era leal a su uso de la palabra gangster, arrastrada a su definición de hermandad. Vincent no podía contar cuantas veces su padre le había regañado por eso, orgulloso por el hecho de que su organización tenía respeto. Podrían haber cometido crímenes atroces, pero en su mente, todo estaba fundado. Su padre se tomaba su juramento muy en serio y creía, hasta el día que murió, que eran una verdadera familia, la famiglia, con un vínculo más fuerte que la sangre.

Vincent nunca pensó que vería el día dónde deseara que su padre tuviera aún el control.

—¿Está todo bien, Vincent? —preguntó Corrado—. No podemos afrontar segundos pensamientos.

—No estoy teniendo segundos pensamientos —dijo él—. Estoy pensando sobre cuan molesto estaría mi padre por esto.

—Nada de esto habría ocurrido si tu padre estuviera por aquí —dijo Corrado—. Él era un hombre honorable, tanto como el honor siga en nuestro mundo. La organización de Antonio estaba unida.

—Y ahora no somos mejores que los tipos que nos siguen en esos edificios.

—Yo no iría tan lejos. Creo que muchos de nosotros aún tenemos nuestro honor. Lo que has hecho por Haven, después de lo que ella te costó, es honorable. No puedo decir que yo hiciera lo mismo si estuviera en tu posición. Si fuera mi esposa, habría matado a la chica hacía mucho tiempo.

—Casi lo hice —dijo él—. Quería hacerlo.

—Pero no lo hiciste —dijo él—. En su lugar, has arriesgado tu vida para encontrarla, y ahí es dónde está el honor, Vincent. Algunas veces tienes que mirar a la imagen más grande.

Vincent sacudió su cabeza cuando Corrado empujó el coche detrás de un edificio vacío, parcialmente oculto al lado de un contenedor.

—Nunca imaginé que tú fueras el que me daría un discurso motivacional sobre esto.

—Bueno, oíste a mi esposa —dijo él cuando apagó el motor—. Ella me dijo que fuera a casa, y necesito que tengas un nivel para que eso sea posible.

Ellos salieron y caminaron junto al edificio, permaneciendo fuera de la vista. Corrado paró cuando alcanzó la esquina, y Vincent situó un Mercedes negro aparcado entre algunos árboles.

—El coche de Squint —dijo Conrado, alcanzando en su abrigo para una de sus pistolas—. Iré a comprobarlo. Cúbreme.

Vincent sacó una pistola y quitó el seguro cuando Corrado corrió a través de la carretera. Miré dentro del coche e intentó las puertas cuando Vincent vigilaba por señales de movimiento. Corrado miró alrededor, mirando en las ventanas de uno de los viejos negocios, antes de volver.

SEMPRE forever (Español).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora