CAPITULO 38

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Haven estaba a un lado y luchó contra las lágrimas llenando sus ojos. Todos se reunieron en el vestíbulo y charlaban animadamente, el entusiasmo palpable mientras la risa estridente de Dominic resonaba por encima de todo, filtrándose en los oídos de Haven y causando que su control se tambaleara.

Era un domingo por la tarde a finales de agosto. El verano estaba llegando a su fin cuando, para Haven, se sentía como si acabara de empezar. El pasado mes y medio habían estado llenos de actividad: galerías de arte, museos, acuarios y zoológicos. Ella condujo y leyó, rio y jugó, amó y aprendió, y en el bullicio de la vida, todo lo demás se desvaneció.

Carmine ocasionalmente tenía práctica de fútbol y la llevó. Allí había otros — familia, amigos y novias— reunidos en grupos, pero Haven se sentaba retirada al lado en las gradas, viendo a Carmine sola. Era confiado y agresivo en el campo, y ella le dijo que hacía sentir orgullosa, pero él se encogió de hombros como si no fuera gran cosa. Lo era, sin embargo, porque era su futuro... el futuro de ambos.

Un futuro que de repente parecía un poco más real.

Las bolsas de Dominic fueron embaladas y metidas en el Mercedes en la parte delantera. Él y Tess estarían abordando un avión en unas horas, y el Dr. DeMarco estaba volando para ayudarlos a establecerse. Estaban entusiasmados con los cambios que estaban emprendiendo sus vidas, pero Haven temía decir adiós. Había buscado la Universidad de Notre Dame en un mapa con la ayuda de Carmine, y mientras solo unas pulgadas separaban Indiana de Durante, ella sabía que esas pulgadas podían ser también un tiempo de toda la vida.

—Pongámonos en camino —dijo el Dr. DeMarco—. No queremos perder nuestro vuelo.

Los pies de Haven dejaron el suelo antes que el Dr. DeMarco terminara de hablar. Dominic la levantó en el aire y le dio vueltas.

—Te echaré de menos, chica.

Ella se rio y lo abrazó.

—Gracias por todo... especialmente por ese sándwich.

Él la dejó en el suelo. Metiendo la mano en su bolsillo, sacó sus llaves y con cuidado sacó una. Él la deslizó en su palma, apretándole la mano con fuerza alrededor de ella.

—Mantén mi coche a salvo por mí.

Ella lo miró boquiabierta.

—¿Qué?

—No puedo llevarlo, así que puedes también conducirlo.

Se intercambiaron las despedidas finales, y Haven sintió las lágrimas deslizándose por sus mejillas mientras ellos desaparecían por la puerta. Solo unos segundos pasaron antes de que la puerta se abriera de nuevo, Dominic asomó la cabeza nuevamente.

—Oh sí, ¿Pies Ligeros? Buena suerte en tu examen mañana.

°°°°°

El viaje a la ciudad a la mañana siguiente tomó una hora. Carmine habló sin parar todo el camino, pero Haven no oyó nada salvo los latidos de su corazón goleando en sus oídos. Llegaron a la universidad local con tiempo de sobra, y Haven se dirigió dentro sola, manchas negras filtrándose en su visión mientras luchaba por mantenerse reunida.

Las luces fluorescentes brillantes colgando del techo irritaban sus ojos. Haven estaba en la puerta, cautivada por las pequeñas mesas de madera y sillas azules de plástico duro. Nunca antes había estado en el interior de un salón de clases. Las personas empujaban al pasarla, sin molestarse en pedir disculpas, mientras ella vacilante se acercaba a la mesa grande al frente. Sonrió cortésmente al instructor, a pesar de que se sentía como si estuviera enferma.

SEMPRE forever (Español).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora