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Habían pasado algunas semanas, me estaba levantando para el trabajo, había amanecido nublado, era como me gustaba que amaneciera todo los días, realmente amo los días grises.

Baje a la cocina y me prepare un vaso de leche, al terminarlo me fui a mi trabajo, esta vez lleve el auto, mis compañeros ya estaban ahí tomando su desayuno. La señora Rosa apenas me vio me trajo mi tarta preferida y mi taza de leche, saque mi insulina, mis compañeros no tenían ningún problema que me inyectara delante de ellos, pero yo me negaba a hacerlo, así que por eso me iba a al baño.

Ya estábamos trabajando como siempre la mañana no era tan transcurrida, si no en la tarde venia mas gente.

A la hora de la tarde, ya había empezado a venir mas gente, entre ellos Dinah, Ally y sus compañeros que ya me conocían y me saludaban con cariño. Poco tiempo después por esa puerta venia entrando Lauren con Normani y por supuesto Halsey, las mire y fui a la cocina por un vaso de agua, me sentía sedienta, y era extraño porque me había inyectado, Salí nuevamente y fui a atender a un chico que había llegado, Justina estaba atendiendo la mesa donde estaba Lauren.

–Buenas tardes ¿Qué vas a pedir? – Dije sacando mi libreta y mi lápiz.

–Podria ser… ¿tu número? – Dijo sonriendome y mirándome seductoramente.

–Realmente, ¿Qué vas a pedir? – Dije mirando a la mesa de al lado donde estaban las chicas, Dinah y Lauren miraban a la mesa.

–OK, entonces te pido a ti, ¿Qué tal si sales conmigo? – Dijo agarrándome una mano que había puesto en la mesa para no volarle la cabeza de una cachetada.

–Veras, déjame llamar a alguien… – Dije girándome y mirando al señor James. Fui donde él, le dije si podía acompañarme ya que me estaban molestando.

–Puedes decirle lo que me estabas pidiendo – Dije sonriéndole  lo mas fingido que podía, las chicas ya estaban mirando a mi dirección.

–Pues si, le estaba pidiendo su número y una salida conmigo – Dijo arrogante.

–Vera jovencito, mi nieta tiene su novio y es boxeador, ¿le gustaría conocerlo? – Dijo el señor James, y me reí internamente, mire a las chicas que sonreían y Justina que me miraba con las cejas fruncidas.

–Oh, vera recuerdo… que tengo que irme ahora… me están esprando… en otro sitio… – Dijo parándose y saliendo casi corriendo.

–Gracias señor James, estaba dispuesta a cachetearlo si seguía molestando, pero como una vez usted dijo que lo llamáramos a usted… – Dije sonriendo a medias, y sentía mi boca nuevamente seca.

–No hay problema, ¿te encuentras bien? Te noto cansada – Dijo posando una mano en mi hombro.

–Solo tengo sed, y mucha calor a pesar que hace frío – Dije sonriendo a medias.

–Ve a la cocina, tomate un tiempo – Dijo sonriendome.

Fui a la cocina bajo la atenta mirada de las chicas. Estando ahí dentro la señora Rosa me pregunto que me pasaba, le explique todo y lo que sentía, me paso un vaso con agua.

–No has comido nada que contenga azúcar – Dijo la señora Rosa.

–NO, solo lo que me dieron ustedes – Dije bebiendo mas agua.

–¿Que fue lo que comiste? – Dijo el compañero de cocina de la señora Rosa.

–La tarta de plátano y la leche – Dije mirándolo.
–¿Qué tarta? – Dijo él mirándome.

–La que estaban en esa bandeja – Dije apuntando la bandeja que solo quedan 3 tartas.

–Dios… esa bandeja son las dulces, todavía no hacia las otras… – Dijo agarrándose la cabeza. Mire a la puerta y estaba Justina.

La Enfermera (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora