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La fantasía de encontrar a tu media mitad, alma gemela, la persona destinada; era la esperanza que mantenía la cordura en los Omega, aún si sabían que solo eran incubadoras andantes, que todo era un cuento de hadas para mantenerles con la expectativa de un mejor futuro y al mismo tiempo que fuesen aceptando su lugar. Eran trofeos y actos de altruismo a los ojos de los Alfa, quienes cuando se reunían presumían de sus adquisiciones, hablando de como algunos eran rescatados de una vida precaria o de un futuro incierto, haciéndolo sonar como si les hicieran un favor, pero solo eran una necesidad  para mantener la estirpe.


Tratados como personas de compañía, objetos sexuales y maquina de bebés. Muchos eran acogidos con mentiras y falsas promesas de una vida mejor, de amor y fidelidad. La mayoría era engañada para dejarse marcar, descubriendo después que solo son la incubadora, una de tantas más que el Alfa pueda tener a su disposición. Eran desechados cual cartuchos sin tinta cuando ya no podían concebir o si daban a luz a otro que no fuera un Alfa.


Los abandonados terminaban en su mayoría de mala manera, teniendo que dedicarse a trabajos peligrosos, siento explotados con poca paga o simplemente cayendo en la prostitución para conseguir algo para comer. Los que corrían con más suerte podían terminar siendo aceptados por algún Beta, aunque en esos casos era cuando tenían amistad con ese Beta antes de ser tomado y marcado por el Alfa.


Estaba claro que el mundo era demasiado conveniente para los Alfa, pero no todo era tan malo para los Omega, si ellos no querían ser marcados realmente podían negarse, gracias a unos collares creados para protegerles de cualquier marca a la fuerza o abuso. Para que tal collar pudiera ser quitado, tenía que usarse la huella digital del Omega sin estar en su época de celo, ya que se tenía pensado para que durante un celo inducido o gracias a drogas el Omega quiera ser marcado sin voluntad propia.


Era por eso por lo que los Alfa primero prometían amor y una buena vida feliz, sin presión por hijos, para que los Omega que eran engañados se quitaran el collar por voluntad propia y así ser marcados. Para los Omega menor de edad, se tenía que poner la huella de los padres y el propio Omega antes de poderse retirar el collar, si este era arrancado a la fuerza la policía era alertada de inmediato, aunque esos casos eran muy pocos, ya que el material del collar era resistente a mordidas, arañazos y objetos filosos.


Para Seokjin no era extraño recibir propuestas de algunos Alfa que iban a su lugar de trabajo; una cafetería que un tiempo perteneció a su padre, pero al retirarse le fue cedida a él. No era un lugar lujoso, pero tampoco se podría considerar una pocilga. El piso de baldosas oscuras se extendía por todo el lugar, mientras las mesas cuadradas o circulares para cuatro o dos personas lo hacían íntimo, sillones color café claro les daba a los clientes la comodidad necesaria para quedarse un poco más de lo habitual, disfrutando del acogedor ambiente, con la barra al fondo con bloques en la base dándole un aspecto rustico, pero que no arruinaba el equilibrio entre comodidad y elegancia no exagerada.


El Omega sabía que desde hace mucho tiempo podía librarse de la mayoría de "pretendientes" con una simple frase; "No soy fértil"


Esas palabras ya salían de sus labios casi inmediatamente cuando un nuevo Alfa llegaba a su cafetería como nuevo cliente, porque no podía confiar en ellos tan fácilmente, varios Alfa se habían quedado por su café, pero la mayoría se acercaba principalmente por la compañía de un Omega, ya sea porque malinterpretaran que hubiera solo Omega trabajando en ese lugar, creyendo que era un lugar de "citas" o porque lo veían a él sin un "dueño".

No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora