Ser un investigador privado no era tan genial como lo hacían ver las películas, no andan vestidos con gabardinas, sombrero y lentes oscuros. Necesitan pasar desapercibidos y con ese tipo de vestimenta serían notados de inmediato, por ello podrías estar sentado en el autobús a un lado de uno y ni te darías cuenta. No van tomando notas en un sospechoso cuaderno pequeño a cada momento.
Lo que si pasaba como en las películas eran algunas de las razones por las que eran contratados. A Namjoon, por ejemplo. A su despacho había llegado un Alfa adinerado en busca de su Omega perdido. En la mayoría de los casos se trataban de Omegas huyendo de un maltratador, solo eran victimas que no podían hacer demasiado por defenderse.
Su cliente le había mostrado una fotografía donde se podía ver a él y a un rubio con una enorme sonrisa, de esas que no se podían fingir, se les veía felices. También era notable la crecida barriga del Omega a su lado, dejándole saber que al parecer buscaba a un Omega embarazado. Observaba con cuidado a quien le estaba solicitando tal trabajo, parecía sinceramente preocupado por el paradero de su "pareja" pero el investigador no podría decir que exactamente le preocupaba donde se encontrara el otro, si de que estuviera bien o de la información que pudiese tener.
Dudó un poco, pero al final decidió aceptar el trabajo. Era difícil imaginar a un Omega que lucía tan feliz, huyendo. No tendría mucho sentido, quizás si se trataba de una emergencia donde estuviese perdido, secuestrado o en el peor de los casos, muerto.
Ahora tenía un rostro y un nombre que encontrar.
Primero se paseó por los lugares que el Alfa le aseguró que su pareja solía pasar el tiempo. Tiendas, centros comerciales, restaurantes, parques, calles y callejones. Los recorrió todos en busca de alguna pista, pero nada que pudiera decirle si realmente anduvo por ahí antes de "desaparecer". Por un momento pensó que el Omega de foto se podría tratar de un estafador, pero no es como si hubiera muchos de esos. A los que solían engañar eran a ellos.
Tenía que recorrer el lugar, no podía ir simplemente preguntando si habían visto al chico de la foto, si se trataba de un secuestro alertarían a los que lo tuvieran. Siguió su camino antes de detenerse frente a una cafetería, su estomago rugió en señal de protesta por haberse saltado el desayuno y si bien, no pensaba quedarse mucho tiempo en ese lugar, un café le ayudaría a calmar el hambre un rato.
Entró y miró alrededor con algo de curiosidad. El lugar era bastante acogedor, le invitaba a sentarse y quedarse a pensar mientras bebía de algo. Caminó hasta la mesa más cercana, se sentó y tomó el menú para darle una ojeada. No sabía que había tantos tipos y sabores de café, para él solo estaba el oscuro y amargo.
Un dulce aroma llegó a sus fosas nasales, pero decidió ignorarlo ya que solo se trataría de un Omega más.
—Buenas tardes, ¿Qué puedo ofrecerle? – Alzó la vista al escuchar al empleado y por un momento creyó que estaba alucinando.
Jamás había visto a un chico tan atractivo, su cabello negro como la noche y sus ojos azules como el océano le hicieron por un momento olvidar hasta su propio nombre. Notó el collar en su cuello, por lo que sabía que aquel Omega estaba solo.
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No te pertenezco
FanfictionEl mundo siempre ha estado a favor de los Alfa, los Omega suelen aceptar su destino como incubadoras y juguetes sexuales, pero no Seokjin, se niega rotundamente a ser uno más en la lista de cualquier Alfa.