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Jimin se consideraba feliz en su vida, no vivía en una mansión, no tenía hermanos, no era de una ciudad famosa y no tenía miles de amigos, pero para él su casa con dos habitaciones era suficiente, el tener la atención de sus amorosos padres le hacían casi agradecer el no tener que compartir su cariño con un hermano o algo similar. El que el lugar donde vivía no fuera tan grande ayudaba a que todos se conocieran, nada pasaba en ese lugar sin que se enteraran los demás, lejos de molestarle le alegraba saber que si algo malo pasaba los vecinos se ayudarían sin decir gran cosa y con los pocos amigos que tenía le bastaba, sobre todo con cierto castaño que salía con cada ocurrencia.

Él no tenía intenciones de irse, tenía planeado el trabajar y ayudar a sus padres para que no tuvieran gatos extras; no eran demasiado mayores, pero Jimin sentía que era su deber ahora encargarse de sus padres, pero grande fue su sorpresa cuando le llamaron a la sala para hablar de su futuro, sobre todo por lo serios que se encontraban.



—¿Hice algo malo? – Preguntó mientras intentaba adivinar que travesura hecha con su mejor amigo había sido descubierta.



—Nada de eso, es respecto a lo que harás de ahora en adelante. – Dijo con calma su madre mientras acariciaba la mano de su esposo.



—¿Qué piensas hacer tras graduarte? ¿Seguirás con tus estudios?



—No, pienso trabajar y ayudarles en lo que haga falta.



—¿Trabajar? ¿Crees que tendrás muchas oportunidades aquí? – Negó levemente con la cabeza —¿Siquiera has pensado en el matrimonio o conocer a alguien?



—¿Matrimonio? – Acarició su nuca incómodo. —La verdad no puedo ver a los demás más que como hermanos...



—Bien, tu madre y yo hemos hablado sobre tu futuro. – Lo miró mientras se ponía de pie —Creemos que lo mejor sería que te fueras a estudiar a la ciudad, así podrás conocer nuevas personas y por sobre todo, tener mejores posibilidades que aquí.



—No quiero irme, tengo que quedarme para cuidarlos.



—¡Mírame! – Le gritó haciendo que el menor y su madre dieran un respingo —No necesito que te preocupes por mí, aún puedo trabajar, puedo cuidar de tu madre ¿Acaso me estás subestimando?



—No es eso, solo... - Hizo una pausa mientras miraba hacía otro lado —Tengo miedo de que al irme algo les pase a ustedes, además no tenemos dinero como para que me vaya.



—Hijo. – Se acercó para palmear levemente el hombro del menor —Tú mamá y yo queremos que disfrutes de tu juventud, de tu vida. Nosotros ya estamos asentados aquí, pero tú no tienes porque quedarte. Hemos ahorrado para que puedas seguir estudiando.



—No puedo aceptarlo, ese dinero podría ayudarles a vivir aún mejor... - Su padre acarició su mejilla y alzó su rostro para que le mirara.



—El trabajo de los padres es darles la ayuda a los hijos para que puedan tener una vida mejor que la que nosotros tuvimos. Si te sientes mal por usar ese dinero para estudiar entonces ven y regrésamelo cuando hayas terminado y tengas un buen trabajo. Paganos con tu felicidad, ya sea teniendo una familia o llegando lo más alto que nuestro esfuerzo pueda impulsarte.



Tras graduarse Jimin había dejado su hogar para ir a estudiar y así poder enorgullecer a sus padres, les regresaría cada centavo invertido en él, sin importar a cuantas horas de sueño tuviera que renunciar haría su mayor esfuerzo para ser el mejor, luego buscaría un trabajo con el que pudiera ganar suficiente para hacer su casa más grande, quizás comprarles una nueva cama, aquella que siempre vio igual desde su infancia. Muchas posibilidades pasaban por su mente mientras llegaba a la universidad.



No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora