XXVIII

1.1K 146 41
                                    



Jimin se había negado a subir y dejar solo al mayor, pues cada vez que le dejaba solo parecía que algo malo pasaba, temía que en esa ocasión pasara algo aún más grave o ahora no pudiera ayudar a Seokjin, pero era consciente de que el otro no se dejaría "cuidar" para no preocuparle o quizás por su orgullo, cualquiera que fuese la razón no le importaba, se encargaría de que no le pasara nada malo.


El sonido de un golpe metálico alertó al rubio. Sabía que Jin se encontraba en el callejón y por no haber escuchado alguna maldición del mayor le hacía saber que no se había caído o algo por el estilo. No dudó en salir a prisa para encontrarse con quizás la peor imagen que alguna vez podría imaginar; ver a su amigo con una navaja presionada contra su cuello mientras una enorme mano cubre parte de su rostro y en su expresión solo muestra dolor, miedo y como su conciencia va abandonándole. No lo pensó. Su cuerpo se movió antes de que pudiera pensar, así que se apresuró para empujar al Alfa que claramente era más grande que él, pero gracias a que lo tomó por sorpresa es que pudo hacer que perdiera el equilibrio y soltara la navaja al caer al suelo.


La razón de Jimin había desaparecido mientras en su mente solo se encontraban dos únicas cosas para hacer: evitar que el Alfa dañara a Jin y luego llevar al mayor a un lugar seguro.


Se vio sorprendido a si mismo cuando sin temor o remordimiento pateó con toda la fuerza que le fue posible, el rostro del Alfa aturdiéndolo. Lo suficiente para ayudar a Seokjin que se había sentado en el suelo tras resbalar su espalda por el contenedor de basura.



— T-tenemos que irnos. – Lo ayudó a levantarse y fue entonces cuando pudo notar la sangre que manchaba la camisa del mayor. Hizo una leve mueca mientras le ayudaba a avanzar hacía la calle, una vez ahí detuvo un taxi para pedirle que los llevaran al hospital más cercano.



La adrenalina le había ayudado a casi cargar al mayor hasta que trajeron una camilla para llevárselo para atenderlo. Jimin por su parte tuvo que esperar como todos los demás en una sala hecha para ello. No podía quedarse quieto, caminaba de un lado al otro mientras miraba la sangre seca en sus manos, dudó al inicio si debía o no alejarse un poco para ir a lavarse, pero terminó haciéndolo cuando notó que comenzaba a asustar a los demás que se encontraban en la sala de espera.


Nunca había corrido tan rápido como lo había hecho en ese momento, para cuando regresó un doctor se encontraba saliendo para preguntar por familiares, pero no eran los de Jin, así que siguió con su caminata en círculos por el lugar hasta que pasadas dos horas un doctor salió mirando alrededor.



— Familiares de Kim Seokjin.



— ¡Yo! – Casi gritó mientras se acercaba al más alto. — ¿Cómo está? ¿Está grave? ¿Puedo verlo? – Bombardeó de preguntas a quien le miraba sin sorprenderse de la desesperación que mostraba el más bajo ya que estaba acostumbrado a las miles de personas que ya le habían abordado de esa manera nada más salir a la sala de espera.



— Se encuentra fuera de peligro, por suerte el arma blanca no atravesó nada importante. Ya hemos contactado con las autoridades, así que en cualquier momento vendrán a hablar contigo ya que fuiste quien lo trajo aquí. – Hizo una pausa mientras el rubio le miraba con impaciencia. — Ya ha sido trasladado a una habitación, así que puedes ir a verlo, pero se encuentra sedado por lo que no estará consciente mientras estás ahí. Respecto a sus gastos médicos...

No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora