XXII

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Cinco días habían pasado desde que Namjoon se había presentado a la cafetería para pedirle ir a hablar de su caso a la corte y aunque en el momento sentía que podía hacerlo, ahora que estaba frente al gran edificio que era el juzgado, temía. Sabía que debía tener confianza en sí mismo y en el Alfa que le había cuidado hasta ahora, pero las dudas no se alejaban de su mente. Dio un salto cuando una mano palmeó su espalda y se giró para mirar al responsable encontrándose con Namjoon.



— Estás muy nervioso y no puedo pedirte que no lo estés, este es un gran paso, pero recuerda que no estás solo. – Le sonrió y el rubio se sintió un poco mejor.



Continuaba teniendo miedo, pero las dudas se habían disipado. Era verdad que ahora no estaba solo, tenía a Jin que incluso había accedido a acompañarlo, también el Alfa que ahora veía como un amigo, cosa que en su tiempo creyó imposible, después de todo un Omega y un Alfa solo hablan o están juntos para tener crías, no para mantener amistades. Tomó aire y comenzó a subir los escalones hacía la puerta del juzgado, entró viendo como había varios Omega con aspecto asustado y otros nerviosos hasta que miraron al Alfa entrar tras él.



— Muchas gracias a todos por venir, si no les importa haré un leve paso de lista para ver que no nos haga falta nadie y luego serán llamados para subir al estrado de uno en uno.


Miró discretamente a los demás Omega que se acercaban al Alfa cuando decía su nombre, mientras unos lucían como si nunca hubiesen pasado por ningún tipo de maltrato, habían otros que eran todo lo contrario, dejando ver cicatrices como evidencia de lo que habían sufrido y tenido que soportar por quien sabe cuánto tiempo. Un brazo se posó sobre sus hombros para darle un leve abrazo buscando reconfortarlo el cual aceptó gustoso al saber que era el mayor.



— Cualquier cosa que quieras hacer yo te apoyo. – Le sonrió y acarició sus rubios cabellos con cariño.



Tras unos minutos los Omega fueron entrando al lugar donde se presentarían los casos de cada uno y las razones por las cuales tales leyes como el que no sean obligados a obedecer absolutamente al Alfa eran tan necesarias. Jimin fue el tercero en subir y contar su historia ante la mirada un tanto aburrida de los cuatro Alfa que se encargarían de deliberar sobre si se aprobaba o no.


Terminó de contar aquello que llevaba tiempo diciendo frente a diferentes personas en busca de hacerles entender el problema y creyó que eso era suficiente para irse, pero la voz de uno de los Alfa le hizo dar un leve respingo.



— Veo en su historial que usted abandonó a su Alfa. – Hojeó la carpeta con todos los datos del rubio y este asintió levemente con la cabeza. — ¿Por qué?



— ¿P-porque?



— Si, solo tenía que embarazarse de nuevo y tener otra cría en su interior, no es como que le haya dejado estéril e inútil para su propósito.

No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora