XXXIV

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Hacía poco que había amanecido y Seokjin ya se encontraba despierto debido a su rutina de ir a correr temprano – la cual abandonó tras vivir con el Alfa – pensaba en pedirle a Namjoon que fuese a correr con él para no perder condición. Miró hacía un lado encontrándose con el Beta aún dormido.


Le causaba un poco de ternura ver como por momentos fruncía el ceño dormido solo para relajarse después. Acarició aquel cabello mentolado antes de levantarse al escuchar que tocaban la puerta.


Se sentía solo levemente mareado por el inhibidor que se le había inyectado, pero sabía que el efecto terminaría pronto y tendría que buscar su medicamento. A paso lento llegó a la puerta que seguían golpeando con insistencia.



— Ya voy. No tienen que golpear tantas veces. – Refunfuñó antes de abrir la puerta para encontrarse con dos altos Betas que sostenían un celular y dos policías detrás de ellos.



— Kim Seokjin ¿Verdad? – Habló uno de ellos mientras se acercaba para sujetarlo del brazo.



— ¿Quiénes son ustedes? – Preguntó mientras intentaba soltarse del agarré de quien ya casi le sacaba de apartamento.



— Tiene que venir con nosotros. – No dijeron más antes de que un calmante fuera inyectado en el Omega.



— No quiero... - Dijo bajo mientras su conciencia se desvanecía.





Al inicio había sido algo incomodo para Jimin estar en aquel Hotel lleno de Omegas maltratados, pocos iban acompañados de algún amigo o familiar, pero él estaba solo. Pensó en muchas veces llamar a Taehyung o a Jin, pero había sido advertido que si ellos entraban en el lugar ya no podrían salir para mantener la ubicación del lugar lo más discreta posible.


Paseaba por los pasillos sin saber que más hacer para aliviar su aburrimiento y tristeza, fue encontrándose con Omegas que eran amables con él, que sonreían como si todo lo malo que hubiesen sufrido desapareciera. Más de uno le mencionaba que de nada servía estar triste en todo momento, en que la esperanza de ser libres les daba fuerza de seguir adelante, descubrió entonces que no era el único, que no estaba solo.


Logró que le dejaran usar la cocina y eventualmente que los que quisieran fuesen a verlo, Jimin estaba feliz de mostrar lo que Seokjin le había enseñado, así que decidió enseñarles a hornear, cocinar y preparar bebidas como a él se le enseñó, así les mostraría la manera en que él pudo ir aceptando su realidad, hacía donde enfocó sus energías en lugar de solo llorar, les enseñaría lo feliz que Seokjin lo hizo.



— Eres bueno enseñando. – Le alabó un Omega que tenía su marca en el cuello desfigurada por intentar ser arrancada de su piel por él mismo.

No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora