IV

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El regreso a la cafetería fue incomodo y en silencio. Namjoon no sabía que podía decir, ni siquiera se atrevía a mirar a quien momentos antes había obligado a ir donde sería humillado por su culpa. Tomaron un taxi y como habían llegado se fueron.


Fuera de la cafetería el Alfa se debatía en si disculparse o agregar algo, quizás quejarse de lo injusto que había sido todo, pero las palabras simplemente no salían. Solo miraba los zapatos del Omega antes de que estos se alejaran, fue cuando alzó la vista para ver la espalda de Seokjin. Le dejó alejarse y entrar en la cafetería para luego cerrar la puerta, escuchó como ponía el pasador. Miró sus pies de nuevo y luego cubrió su rostro con ambas manos. Estaba tan molesto consigo mismo, con aquel maldito Alfa y con el policía que les había ignorado.


Seokjin no quería decir ni una palabra, no solo porque le dolía el rostro y el labio, también por lo mal que se había sentido al estar en aquel lugar y que la policía simplemente mirara hacía otro lado, estaba consciente de que esas cosas pasaban con frecuencia, pero era la primera vez que lo vivía en persona.


Al entrar al lugar vio que no había señales del Alfa y por las manchas de sangre, sabía que no se había adentrado en la cafetería, cerró y caminó hacías las escaleras donde se encontró con el rubio que le miraba con lágrimas en los ojos.



— ¿Qué sucedió? – Se acercó para sujetar sus mejillas con cuidado. — Estás todo golpeado, ¿Fue ese Alfa?



—No te preocupes Jimin – Tomó sus manos para alejarlas de sus adoloridas mejillas. — Esto no es nada, te aseguro que duele menos de lo que parece y lo que más me molesta es que arruinara mi hermoso rostro.


Quería hacerse el fuerte, no dejar que el menor notara lo lastimado que se encontraba y no solo físicamente, quería demostrarle que algo como eso no le quebraría, no tendría miedo y sobre todo, darle la seguridad al rubio de que sin importar de quien se tratara, lo defendería contra cualquiera. Pero en sus planes no estaba recibir un abrazo de su compañero de casa y ahora familia, no esperaba escucharle llorar desconsoladamente. No esperaba unirse en el llanto.


Se alejaron de las escaleras cuando subieron al segundo piso y se dirigieron a la habitación que compartían, continuaron llorando en silencio, abrazándose de vez en cuando antes de que Jin decidiera entrar a la ducha, Jimin se negó a dejarle solo así que se quedó sentado en el excusado mientras escuchaba al mayor contarle lo que había ocurrido abajo, evitando mencionar el porque no le pidió ayuda en primer lugar. Lo que menos quería era hacer sentir culpable al otro.



—Pero no lo entiendo, ¿Por qué no me pediste ayuda? Algo podría haber hecho...



— Lo iba a hacer, pero él cubrió mi boca y no pude hacerlo – Mintió. En ninguna circunstancia diría lo que en verdad pasó. —Ya no quiero hablar de eso.


Dio el tema por terminado y se alegró de no escuchar más preguntas del menor. Quizás en otro momento, pero en ese no quería ser interrogado, solo quería terminar su ducha y olvidar lo que había pasado esa noche.

No te pertenezcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora