45. Mary

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Meses atrás

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Meses atrás...

El temblor en mis manos es incontrolable mientras rebusco entre la ropa de los cajones hasta dar con la carta. Soy incapaz de sostenerla, por lo que la aliso nerviosa sobre la cama deshecha y me arrodillo en el suelo para leerla.


Mare:

Te di esta carta el mismo día que nos mudamos juntos, y te hice prometer que solo la leerías si no escuchabas de mí en un tiempo o algo malo ocurría. Asumiendo que no estás siendo una completa rebelde y leyendo por simple curiosidad, el placer de leer —lo cual no me sorprendería— o solo para llevarme la contra, supongo que algo grave ocurrió.


Quiero sonreír por lo de «completa rebelde», pero mis labios no cooperan. Lo único que hago es morder el interior de mi mejilla en el intento de no llorar.

Solía estar involucrado en cosas que no debía y temo que algo pueda ocurrirte a manos de la gente con la que solía lidiar. Por eso quiero que te marches. Deja todo y toma el primer taxi, bus, vuelo o carreta que puedas. (Yo no optaría por la última opción, por cierto).

Iván sufre de hipofobia, miedo a los caballos, y sabe cómo hacerme reír con eso aunque no debería. Incluso en los peores momentos, a pesar de no estar junto a mí, me roba la risa Sonrío preocupada y dolida, pero siendo incapaz de evadir su sentido del humor.


Tomé un riesgo al irme a convivir contigo, pero me negaba a
que siguieras viviendo en un inseguro motel a las afueras de la ciudad por tu cuenta por más tiempo. Sin embargo, ahora seguro que me estoy planteando que hubiera sido lo mejor.

No estoy de acuerdo.

Viví más de un año ese motel que nombra. Más de una vez tuve que permanecer despierta junto a la puerta, con las manos envueltas alrededor cualquier objeto con el que pudiera defenderme las madrugadas de los sábados, que era cuando los inquilinos borrachos llegaban y más ladrones asaltaban la zona.

Desde que me fui de casa he estado sin rumbo, viviendo como podía y buscando trabajo por doquier. Podría haber vuelto con mi madre, mudarme a California con mi padre, o ir a pedirle ayuda a la abuela en Betland, pero no quería vivir con mamá ni mudarme sabiendo que eso implicaba dejar atrás a Iván, mucho menos preocupar a la abuela, quien no estaba pasando un buen momento económico.

Tengo más familia, pero vive en Utah, lo cual está demasiado lejos, y como ya mencioné, dejar al hipofóbico no era una opción.

Nunca lo fue.

Nunca lo será.

Cuando Iván descubrió que vivía en el motel y me pidió que me fuera con él, resultó el gesto más amable y desinteresado que alguien hizo por mí. Fue la primera vez que pensé que todo podría mejorar.

Me dio esperanza.


Si por algún motivo ya no regreso, no pued
es encontrarme, estoy comenzando a volverme loco, tengo amnesia, me han hechizado o no soy capaz de protegerte... Toma tus cosas y vete. Cualquiera sea el motivo por el que leíste esta carta es suficiente para marchar. Créeme que aunque haya sido por curiosidad, deberías tomar en serio lo que digo.

Me preocupo por ti. Te amo tanto que a veces creo que eso me terminará por destruir. No espero que entiendas a qué me refiero, pero algún día puede que lo hagas. Por eso te pido que te alejes. ¿Y por qué lo escribo? ¿Por qué no te lo digo cara a cara? Pues temo que no soy lo suficientemente fuerte para eso. Eres todo lo que tengo y sé que soy todo lo que tienes en este momento. No tengo intención de decírtelo y ver a nuestros corazones sincronizarse para hacerse pedazos.

Repito: márchate. No importa qué esté ocurriendo conmigo. Empieza de nuevo en algún lugar bonito, uno en el que no estemos todos mis problemas y yo. Por mi parte, prometo empezar de cero otra vez. Es lo mejor para ambos, porque si algo te ocurriera por mi culpa, jamás podría perdonarme por ello.

Así que, por favor, no me hagas lamentarme por el resto de mis días el hecho de que no pude protegerte. Y aunque sé que no te gusta hablar de tu madre o cualquier cosa relacionada, voy a copiar un pequeño fragmento de su libro aquí. ¿Por qué?
Creo que tú y Salmeé tienen algo en común en este punto:

"No tenía alas para volar lejos ni dinero para tomar el bus, pero se tenía a sí misma en ese cosmos lleno de peligros... Entonces, decidió correr. Se alejó de todo mal que había en el mundo, anhelando una realidad diferente, donde la bondad perdurara en el tiempo. Deseó una vida mejor y, recogiendo los pedazos rotos que quedaban de sí, los abrazó contra su pecho y huyó. Esa fue la noche que Salmeé corrió las estrellas."

Con todo lo que soy (o tal vez era, disculpa este atractivo pesimismo), por y para siempre, te guste o no, tu mejor amigo.

Iván.

Lo que callo para no herirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora